EL MAGO INVISIBLE: Nada es lo que parece
Nada es lo que parece es el título del espectáculo que trae a Madrid ‘Dakris’, el mago invisible, y que podremos ver en el Teatro Gran Vía el 24 de agosto, en sesión matinal de 12:30 y nocturna, a las 21:00 y los 4,5 y 7 de septiembre en horarios de mañana, tarde o incluso noche. Pocas funciones pero si te gusta la magia es una oportunidad para ver a un Primer Premio Nacional de magia y disfrutar con un show en el que veremos un poco de todo.
Trucos de mentalismo, de ilusiones con objetos del público, desapariciones, trucos de cartas como nunca los habías visto, y todo ello con la participación activa del público.
Sí, en El mago invisible: Nada es lo que parece, incluso antes de comenzar ya tenemos que hacer cosas. Nos leen el QR de nuestra entrada y nos indican que tenemos que coger unas cartas depositadas en una bolsa en el mismo hall del teatro. Un taco por espectador. Cuatro cartas sujetas por un clip. Para qué serán… ya lo descubriremos. Primero tenemos que sentarnos en nuestra butaca y esperar a que el espectáculo comience.
Y cuando se hace la hora, más los cinco minutos de cortesía que no se tienen con quienes han llegado a la suya, un contador hacia atrás nos avisa de que quedan 3 minutos para que el mago haga su aparición. O no… Porque es El mago invisible. Y puede estar ya allí y tú no saberlo. El caso es que cumplido el tiempo de la cuenta atrás El mago invisible se hace presente y comienza la poco más de una hora de espectáculo que vamos a presenciar.
Sí, poco más de una hora. Hora y diez exactamente, no los 90 minutos que se supone que dura según la propia página web. Qué poquito tiempo. Pero, venga, vamos a aprovecharlo. El mago invisible se hace visible y nos saluda. Y comienza a sacar a gente al escenario. Voluntarios. Muchos niños levantando la mano sin saber lo que supone subir ahí, con los focos sobre ellos, los de las luces y los de los ojos de los espectadores, pendientes de quien esté ahí arriba. Impone, pero no lo saben. La ilusión de ser el elegido les puede. Cuando suben se nota el cambio, les gusta estar ahí pero no sabían cómo era la cosa. Y da cosa. Cosilla… Pero quienes lo superan rápidamente se lo pasan pipa, y más si es para que su intervención sea muy aplaudida.
El mago invisible tiene una variedad de números considerable preparados para hacérnoslo pasar a todos muy bien. El mentalismo es uno de ellos y ese truco, con el que más de un mago cuenta en su repertorio, es siempre espectacular. Cómo lo harán, porque todos los datos que el público va proporcionando cuadran al final y nos dejan siempre con la boca abierta.
Al llegar el momento en que tenemos que sacar las cartas que cogimos a la entrada ya sabemos que vamos a desvelar el truco que nos llevábamos preguntando desde antes de entrar. Y debemos decir que es una chulada. Divertido, participativo, alegre. Y sorprendente. El resultado nos asombra tanto que no podemos dejar de aplaudir. Es un truco evidentemente muy matemático, lleno de lógica, pero hay que saberlo hacer y hay que saber dar las instrucciones oportunas para que salga. Y sale. Qué maravilla.
El mago invisible también cuenta con trucos de desapariciones. Obvio. En qué espectáculo de magia no ocurre eso. En ninguno que no sea bueno. Ha de haberlo, es un clásico y se espera de los magos que se hagan desaparecer a sí mismos del escenario. La cuestión es cómo lo hagan, el ritual que lleven a cabo para ello, la tensión que le añadan, la parafernalia que los rodee. Cada mago tiene su modus operandi y es muy curioso ir descubriendo cuál es el de cada uno.
Pero no sólo va a desaparecer El mago invisible. También lo hará alguien del público. Ya lo avisa la web de espectáculo, por otro lado. Y se hace realidad cuando llega el momento. Nadie está obligado a ello, hay que puntualizarlo también. Si no se quiere participar, no se participa. Pero quien esté dispuesto a hacerlo, y el propio mago incide en esta idea, va a hacer un viaje que no olvidará jamás. Lo dice así, con esas mismas palabras.
Eso impone, por supuesto, pero míralo desde este punto de vista: sólo un espectador por sesión va a saber lo que es subir al escenario para sentir en primera persona cómo es eso de que un mago te haga desaparecer. El truco más viejo de la profesión vivido por uno mismo, tan deseado secreto desvelado ante tus ojos por un profesional que ha ganado el Primer Premio Nacional de Magia. Visto así y bien pensado, debería haber codazos para ser la persona elegida. En nuestra sesión le tocó a una chica que salió, a todas luces, muy impresionada con la experiencia. Qué le habría pasado en el proceso es algo que sólo su acompañante logrará saber, pero el truco, la verdad, es que resulta ser, para quien lo está viendo desde su butaca, muy efectivo.
Claro está, El mago invisible riega su espectáculo de humor. En el mundo de la magia es lo que prima. ¿Herencia de Juan Tamariz, el genio de la magia con las cartas, a raíz de sus apariciones en Televisión Española en los años en que no había más de dos canales en la pequeña pantalla? Tal vez, pero es un complemento que se agradece. La tensión ante lo que no sabemos que va a suceder, por muy controlado que vaya a estar -no va a pasarte nada en un espectáculo de magia- siempre se agradece. Tanto el espectador que se ha prestado voluntario como el que está tan tranquilo en su butaca. Y, por supuesto, los niños. Nada es lo que parece es un espectáculo destinado a todas las edades, es muy familiar, y se nota que los niños lo disfrutan tanto como los adultos. Lo malo es que sabe a poco, uno espera reírse más. Que Dakris haga más uso de este don que tan bien funciona cuando lo saca a colación, porque dentro de su amabilidad y su tacto con los espectadores resulta más serio de lo que uno desearía para este tipo de shows.
Y también nos habría gustado que hubiera salido a saludar al público al concluir el espectáculo. Normalmente los artistas, o parte de ellos si la compañía es muy grande, salen a hacerse fotos con el público asistente, para tener una deferencia con ellos, un contacto más cercano, un detalle para los que han ido a verte y dejar así que se lleven un recuerdo personificado que puedan enseñar a sus conocidos. Eso es una publicidad adicional que en este espectáculo no se proporciona. Una pena porque Nada es lo que parece es un show muy recomendable, muy divertido y con un par de números de magia realmente potentes, para recordar siempre. Aún sin la foto con él, Dakris logra aplausos sinceros de un público que puede intuirse que lo ha pasado bien y que ha disfrutado con su trabajo.
Así que si queréis pasar un rato de buena magia aprovechad los pocos días que actúa en Madrid porque en seguida se acaban y El mago invisible… desaparecerá.
Silvia García Jerez