EL ESCUADRÓN SUICIDA: La excelencia de los villanos
El escuadrón suicida y Escuadrón suicida parecen la misma película pero están a años luz una de la otra. Aquel Escuadrón suicida que conocimos en 2016 en manos de David Ayer, y este que nos presenta ahora James Gunn, son, siendo protagonista el mismo grupo de villanos que una agencia secreta del gobierno rescata de la cárcel para cumplir misiones igual de secretas, y ultra peligrosas, a cambio de rebajar sus condenas, son, como decía, el día y la noche en cuanto a resultados. La de David Ayer, claro está, representa a la noche.
La protagonizada por Will Smith fue un despropósito que triunfó en taquilla porque los fans de los cómics no daban crédito a que pudiera ser mala y fueron en masa a intentar divertirse por encima de quienes aseguraban que no lo harían. Y no lo hicieron, pero eso a la recaudación le daba igual.
Y sí, Escuadrón suicida fue un taquillazo que desilusionó a la mayoría, pero en cuyo recorrido fascinó el personaje de Harley Quinn, interpretado por la espléndida y carismática Margot Robbie. Quinn y su bate de béisbol funcionaron tan bien que su éxito, aislado del grupo, generó un spin off titulado Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn), dirigido por Cathy Yan e injustamente infravalorado, que no funcionó como merecía.
Margot recupera otra vez a Harley en El Escuadrón suicida y, esta vez sí, la película resulta ser un espectáculo, en su conjunto y tomando a sus personajes por separado. La misma historia de la primera, retomada y bien hecha, con lógica y con sentido. Lo que los fans hubieran querido ver entonces, aquí lo encuentran.
El Escuadrón suicida tiene un prólogo salvaje, tan brutal que llena de adrenalina al espectador y lo deja anonadado. Y lo que en otras películas rodadas con menos talento sería ya el final de su recorrido como cine de entretenimiento y daría paso al tedio y al relleno hasta alcanzar los créditos finales, en la presente no es más que el comienzo del trayecto de un cohete que no conoce el declive. Nunca va hacia abajo, en ningún momento se desorienta, siempre sabe en qué dirección volar y la asume con todas las consecuencias.
Esa dirección es la de la diversión más extrema, a base de un humor muy negro, violencia desmedida y acción a raudales, y en base a unos personajes que por muy perdedores que sean en su definición, de antihéroes no tienen nada: su pasado está ahí, sí, y serán unos chalados, valga como ejemplo el de Harley Quinn, pero tienen un corazón enorme y están dispuestos a proteger el mundo a cualquier precio.
Escrita por el propio James Gunn y basada en los cómics de John Ostrander, El Escuadrón suicida es todo lo que el fan de las historias en viñetas estaba echando de menos. Una gamberrada pensada al milímetro para darle al espectador todo el espectáculo que requiere.
Tras ese prólogo, el despliegue de personajes es asombroso y su misión igual de increíble, y en este caso cada uno de ellos va a tener su momento de gloria para no ser menos en esta función, por lo que vamos a conocer a los hombres detrás de la coraza y vamos a sentir simpatía por todos ellos. O casi.
Es probable que muchos espectadores entren en el cine esperando ver un recital de Margot Robbie, estrella indiscutible de El Escuadrón suicida por mucho que Idris Elba sea un peso pesado en el reparto o que tengamos tan reciente el éxito de John Cena por Fast9 y nos llame especialmente la atención su presencia también aquí, la segunda en un blockbuster este verano de 2021. Incluso, quienes vean la versión original de la película buscarán a Sylvester Stallone entre sus personajes solo para darse cuenta de que él le presta su voz al Tiburón. Ese Ñam Ñam tan peculiar está dicho por el famoso Rocky.
Pero a pesar de tantos nombres ilustres, Margot Robbie es la presencia que se busca entre ellos. Y está ahí, por supuesto que sí, pero forma parte del reparto coral de la cinta, con sus momentos brillantes, porque los tiene, pero ella es una más dentro de ese Escuadrón en el que hay tantos y en el que todos funcionan en un engranaje perfecto.
Aún así el lucimiento de Robbie es evidente, siendo, por derecho propio, el personaje que se sigue recordando cuando uno sale del cine. La secuencia de las flores a su paso es uno de los ejemplos de lo inolvidable que vuelve a ser Harley, y la secuencia que tiene con Juan Diego Botto, llena de tensión e ironía, es un acierto descomunal para ambos.
El carisma de Margot y su potencia en la pantalla se merece tener el personaje brillante de la función, al que ella aporta el toque descarado, imaginativo y libertario que tan bien le sienta a Harley. Pocas estrellas hay hoy como ella, capaces de pasar del blockbuster arrollador al cine independiente sin perder fuerza, incluso siendo justa nominada al Oscar. Su Yo, Tonya debió haberle dado el Oscar y, si lo gana, cuando lo gane, todos recordaremos que esa tendría que contar como su segunda estatuilla. Ni siquiera Scarlett Johannson puede colocarse esa medalla porque Johansson se mueve mejor en el cine más pequeño.
El Escuadrón suicida es, en resumidas cuentas, una muestra más de que tanto el público como la Academia están rendidos a Margot Robbie, y no es para menos.
DC Cómics consigue, con El Escuadrón suicida, la que posiblemente sea la mejor película de su sello llevada de las páginas y las viñetas a la gran pantalla. Es una de las mejores películas de superhéroes. Lo tiene todo: espectáculo, ingenio, una gran historia, crítica social, personajes carismáticos, villanos temibles, acción sin freno, humor a raudales, colorido, violencia… y cómo no, una estupenda secuencia post créditos que solo los que no salgan despavoridos de la sala disfrutarán antes de tenerla en formato físico en sus casas. Porque una película así, un evento así, una obra maestra de este calibre, está destinada a los coleccionistas.
Silvia García Jerez