EDDINGTON: Retrato de la América desquiciada

Eddington, la nueva película de Ari Aster, llega por fin a nuestras carteleras tras su paso más bien polarizado por el festival de Cannes, en el que le cayeron críticas adversas y críticas positivas a partes iguales. Quien la adora, la admira, quien no está de su lado, la detesta. Nosotros nos encontramos en el segundo grupo, queriendo, incluso después de verla, haber formado parte del primero.

Porque Ari Aster es un cineasta fascinante que conquistó al mundo con su ópera prima, la estupenda Hereditary y que continuó su carrera como uno de los padres del denominado ‘terror elevado’, ese que llena la pantalla de atmósfera en lugar de sangre, con Midsommar, para luego girar al terror psicológico en Beau tiene miedo, película que protagonizó Joaquin Phoenix. Con él repite en su cuarto trabajo, Eddington, un retrato de la América más desquiciada, la más contemporánea en los lugares más remotos de su civilización.

Eddington es un pueblo de Nuevo México que Ari Aster sitúa en el año 2020, el del inicio de la pandemia de Covid, y nos presenta a un sheriff Joe Cross (Joaquin Phoenix) negacionista de la enfermedad, reacio a ponerse la mascarilla y amante de las armas de fuego que se enfrenta a Ted García (Pedro Pascal), aspirante a alcalde del lugar y cuyo enfrentamiento llega a tener consecuencias inesperadas para todos.

El argumento es realmente sencillo, pero Ari Aster nos mete de nuevo el miedo en el cuerpo con el simple gesto de filmar la realidad. La realidad pura y muy dura. Así, nos viene a decir Aster, es la América profunda. Y a lo mejor no tan profunda, porque se puede extrapolar a más territorios. Temblad. No necesitamos fantasmas que nos aterroricen, ya lo hace el día a día en este país.

Joaquin Phoeniz es el protagonista absoluto de Eddington, la nueva película de Ari Aster
Joaquin Phoeniz es el protagonista absoluto de la película

La idea de Eddington es, ciertamente, muy brillante, pero la película en sí es desesperante. Si es lo que pretende lo consigue, y si no lo pretende, lo consigue igual. Es terrible, no hay quien la aguante. No me extraña que dividiera tanto en Cannes porque tiene sus virtudes pero el defecto de ser insufrible. No necesitamos una hora entera -de las dos y media que dura- de presentación del personaje del sheriff ni estar un rato largo viendo cómo se pelea con todo el pueblo porque no quiere ponerse la mascarilla y defiende con todas sus fuerzas la nula necesidad de llevarla. Es que desquicia a cualquiera que la esté viendo, uno sólo quiere irse de la sala ante tanto aburrimiento de personaje pesado y cargante.

Después llega el punto de inflexión, un giro que marcará los acontecimientos futuros del pueblo y que le da un poco de emoción narrativa a la película. Pero aún así continúa siendo un plomo, llena de personajes insoportables, como el predicador al que interpreta Austin Butler, también fiel retrato de muchos de su perfil pero al que uno como espectador no puede soportar. Una vez más, Ari Aster siendo extremadamente realista con respecto al país que está retratando, pero cuyo resultado se hace difícil de sostener desde la butaca.

Eddington es, por lo tanto, un ejercicio que pretende decirte… más bien gritarte que América es un país enfermo pero lo hace con un cine tan extremo que puede no llegar a conectar con el espectador de la manera en que Aster necesita que lo haga. La forma es siempre tan importante como el fondo y si el segundo es estupendo pero el primero es incómodo, el público al que va dirigido el mensaje no lo va a recibir de la manera en que desearías. Sí que es cierto que sus películas anteriores no han sido precisamente fáciles de ver, pero tenían otro envoltorio que las hacía áridas, no incómodas. No es lo mismo. El cine árido tiene una capa de intelectualidad que exige elevar el nivel al que uno se ha acostumbrado a que se le presente un determinado género. Si es terror tiene que ser así, de este modo, con estos elementos y estos códigos, y cambiar eso puede costar para quien lo ve, porque ha de adaptarse a una fórmula que no espera. Bueno, eso podemos aceptarlo. El tiempo, incluso, le dará la razón al cineasta.

Eddington es otra cosa, es el cine loco y desquiciado que muestra un personaje loco y desquicidado. La forma y el fondo yendo de la mano, a una, con el mensaje a transmitir. Y eso es insoportable. Para una vez que Pedro Pascal está estupendo como actor y que Joaquin Phoenix es la primera vez que no chirría ni sobreactúa en años es la película la que resulta extrema e irritante.

Lo cierto es que la América contemporánea, la de hoy pero también la de hace unos años, está dando muestras de ser una civilización en declive, y Ari Aster trata de dejarlo patente en la gran pantalla. No es la suya la primera película que lo hace, ya tuvimos un ejemplo igual de brutal pero mucho más compacto como cine con esa obra maestra que era Civil War y, a buen seguro, no serán las únicas muestras que nos esperen sobre la descomposición del país que presumía del concepto del Sueño Americano.

Eddington es un espejo de todo lo que vamos conociendo de un lugar cada vez más inhóspito para muchos de sus habitantes, mujeres o hispanos como primera medida. No hay esperanza ni para quienes provocan la incertidumbre en las calles. No se puede confiar en nadie y cada día ese Sueño se vuelve más Pesadilla. Es cine de terror cotidiano, despertar y saber que no estás a salvo. El horror de unos Estados Unidos cada vez menos ‘unidos’. Pero el horror, también, de que la película que lo refleja no sea tan satisfactoria como esperábamos.

Silvia García Jerez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *