ECHO VALLEY: El amor maternal no conoce límites
Echo Valley reúne en su reparto a Julianne Moore y a Sydney Sweeney, dos actrices -la primera una leyenda viva del cine y la segunda una estrella en ciernes con mucha presencia en las pantallas en los últimos dos años, desde que Cualquiera menos tú obtuviera un éxito apabullante en la taquilla- que justificarían el estreno de un trabajo en común en las salas oscuras. Pero Echo Valley llega el 13 de junio a Apple Tv+ y no a los cines, lo cual la convierte en un estreno menor que no debería tomarse como tal.
Porque Echo Valley es una película estupenda, llena de tensión y de giros de guión en la que nada, nunca, es lo que parece. Lo que sí está claro es que muchas de las mejores películas a nuestro alcance, ya que llegan de alguna manera a nuestro país aunque no dispongamos de la plataforma, no lo están demasiado. También es cierto que una película pequeña sin una distribución amplia tampoco llega a todos los rincones y hay localidades en España que se quedan sin verla, pero una cinta norteamericana con un cartel tan llamativo no debería limitar tanto su audiencia potencial, que puede ser la de un estreno medio cercano a las 100 copias. Se lo habría merecido.
Echo Valley cuenta dos historias paralelas, porque en la vida pueden darse estas situaciones a la vez, y es que Kate (Julianne Moore) está todavía pasando el duelo por una pérdida terrible que ha sufrido hace poco en el rancho que da título a la película, cuando su problemática hija Claire (Sydney Sweeney) aparece por su casa pidiendo ayuda. Dinero. Cada vez que vuelve es para lo mismo. Su adicción a las drogas ha hecho que su madre sufra continuamente sus peticiones de ayuda económica, pero es que el círculo que la rodea no es menos exigente a ese respecto.
Kate, por amor a su hija, está dispuesta a hacer lo que sea, pero lo que no sabe es hasta qué punto ese ‘lo que sea’ se va a ir transformando, de verdad, en cosas imposibles, impensables, que van a ir girando el film de un típico y mil veces visto drama sobre la adicción a un ejercicio de suspense en que no sabemos qué vuelta de tuerca puede venir a continuación. Y llegará.
El guión de Brad Inglesby es magnífico. Atravesamos, gracias a él, por los grados de desesperación de Kate, una espléndida, ésta vez sí, no como en La habitación de al lado, Julianne Moore, que entre desconcierto y resignación intenta, como buena madre abnegada, arreglar los desaguisados de su hija, que no son pocos y no son pequeños.
Y a cada giro de guión, que toda ficción tiene derecho a llevar siempre más allá, nos horrorizamos más de todo cuanto Kate debe hacer para que su hija esté a salvo. Que el amor maternal no tiene límites, eso lo tenemos claro, pero hay películas en las que las madres tienen la oportunidad de demostrarlo arrastrando al espectador en todas las acciones que llevan a cabo para lograrlo.
Además de Sydney Sweeney, en uno de sus mejores trabajos, ya que aún no ha tenido la oportunidad de demostrar que más allá de ser una estrella en ciernes también puede convencernos como actriz, acompaña en el reparto a Julianne Moore la siempre fabulosa Fiona Shaw. Irlandesa y rostro muy conocido pero al que muchas veces no se le pone nombre, la hemos visto en la saga de Harry Potter como Petunia Dursley, en Mi pie izquierdo o en El árbol de la vida. Y está maravillosa en Echo Valley. Tiene ese personaje pequeñito que tanto se hace querer siempre. La amiga fiel, la que está ahí cuando se la necesita y la que echa mano aunque la llames a horas intempestivas. Un auténtico regalo para un actor, que no sólo deben agradecer los personajes malvados, estos también son una delicia. De ver y de interpretar.
Si algo negativo se le puede achacar a Echo Valley es su final, un tanto precipitado y demasiado arrebatado. Quiere darle sentido a todo y lo cuenta excesivamente rápido para que no nos preguntemos si cada cosa encaja correctamente en el puzzle. Rápido, muy rápido, nos sitúan aquí y allí para contar esto y lo otro y cerrar el relato cuanto antes. Son, quizá, los últimos diez minutos, pero el acelerón es evidente para no dar tiempo a descubrir posibles agujeros.
Aún así, Echo Valley funciona muy bien y se disfruta enormemente. Es una pena que no se estrene en cines porque sería de los títulos más recomendables de la cartelera. No siendo así, es de los mejores de Apple Tv+, que tampoco tiene tantos de los llamados Originales, que son producciones hechas para la plataforma. Aunque todos sabemos que si hay interés en estrenarlos en cine se encuentra la distribuidora encargada. Es una lástima que esta opción no haya sido posible, y un error enorme porque la taquilla, aunque esté siendo muy floja últimamente para todas las películas, podría haber ido muy positiva. Se habría merecido la oportunidad de descubrirlo. Y de celebrarlo.
Silvia García Jerez