CON LA CABEZA ALTA
El poder de uno
Se estrenó este viernes junto a la de los escaladores, recién colgada en La Cronosfera.
No es mi intención emitir un juicio entre ambas; creo que resulta innecesario.
Hay día para cada; la montaña es más de sábado y Con la cabeza alta, cierras el domingo.
Dicho esto, he de confesar que la que firma – y ya siendo Lolita- es amante del francés.
Así que discúlpenme si antes de seguir, no puedo evitar apuntarles algunos de mis mejores encuentros con Las señoritas de Rochefort y Los amantes del Pont-Neuf como con Las Trillizas de Belleville.
Sin dar muchos nombres, mi testimonio incluye lo experimentado con Besson o Jeunet. Como no puedo dejar de mencionar para que quede constancia, las risas con El Tío de Tatí (antes que con ‘Los visitantes…’) Y una tras otra Para todos los gustos y Con los ojos sin rostro (pregunten también a Almodóvar), consolidé la relación que todavía mantengo… No se si me entienden.
Quizá mi opinión esté algo sesgada por la practica del drama y tendencias de autor, pero no pretendo prejuzgarles su visionado. Quiero pues, declarar, que es esa manera (sublime) de exponer conflictos, temas delicados y hasta tabúes -con tal sencillez y tanta naturalidad, casi cual argentinos pero con más glamour que pa’ eso les pertenece a los gabachos-, la que me trae hasta aquí. Y éste también es el caso.
Es decir que considerando lo expuesto, la cinta en cuestión es parisina y va de lo mismo; palabrería, tribunales, jueces y tutores… Pero es un buen déjà-vú.
Chico inadaptado de familia disfuncional con la inmigración de vecindario y la delincuencia por deberes. Golpes secos y coches rápidos (¿se acuerdan de Torete?) para un rebelde con causa y sin futuro.
Nada nuevo pero tampoco más de lo mismo. Cierto es. Pero además, la proyección empieza con una inmensa Catherine Deneuve que roba pantalla. Aportando oficio y credibilidad (la que tuvo, retuvo) durante todo el metraje…. C’est magnifique! (y por favor, que me recomiende a su cirujano plástico)
Ese cine francés que adoro aunque se lleve a Sergi López y a La Maura, maestro en educación (Ser y tener) y regalando lecciones (Hoy empieza todo, La clase), presenta este film dirigido por una mujer que retrata la madurez y la juventud de una veterana funcionaria y de una madre inexperta, respectivamente.
Entre una y otra, el prota de la historia -de esos chicos que no sabes si viene de la calle o de un taller de teatro-, entrando y saliendo de instituciones sociales, jurídicas y penales. Furia, violencia y osadía juvenil saltando ventanas; escapando de la injusticia del destino desfavorecido y de la impotencia de la oportunidad.
Sin inocentes. Sin culpables. Todo muy francés.
Junto a las mujeres, se cuela una adolescente enamorada y un trabajador social, que añaden el realismo y la verdad necesaria a la historia.
Y entonces, llega la paciencia, la esperanza, la madurez, el compadreo y el amor. Sobre todo, de madre.
Bien llevada y resuelta por Emmanuelle Bercot, nos quedamos con los ojos del chaval que contemplamos desde pequeño, al principio de la película. Unos ojos desconcertados y cargados de incomprensión ante los chillidos de una madre desesperada, que van creciendo mientras baja la vista con tanta norma, ley y reproche; para terminar, mirando al frente con la cabeza alta.
Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres, Pitágoras.
Cinematé Curiosité:
En mi defensa y valiendo de testimonio; rozando la realidad y leyendo un semanal, descubro que un muchacho criado en centros de menores, triunfa con su propio negocio. Valen la pena pues, psicólog@s y mediadores. Mientras haya uno…
Espero su veredicto. Sin que sirva de precedente.
Por Mariló