CIELO ROJO SANGRE: Viajando con un vampiro

Cielo rojo sangre es la historia de una madre y su hijo, que se embarcan en un vuelo transoceánico para llegar a Nueva York y que ella reciba la transfusión de sangre que necesita para eliminar la que la hace diferente, la que la convierte en un vampiro.

Nadja (Peri Baumestier) era una feliz madre de familia hasta que su vida cambió en un pasado que querría olvidar pero que no puede, tanto por lo que perdió como por lo que adquirió una aciaga noche en que el coche se les paró. Desde entonces Nadja se medica para paliar los efectos del cambio hormonal que sufre y para ocultar la realidad a la que su nueva sangre la somete.

Cuando todo parece que tiene solución, Nadja coge a su hijo Elías (Carl Anton Koch) y se lo lleva con ella a Nueva York para, quién sabe, si empezar allí una nueva vida o si simplemente curarse y volver a la que tenía.

Pero el vuelo no va como debería. De repente, ya en el aire, unos terroristas toman el mando y se hacen con el rumbo de la aeronave. Y con el control de los pasajeros. Será entonces cuando Nadja, ante la violencia desplegada por ellos, defenderá a su hijo dejando al descubierto su verdadera identidad.

Nadja (Peri Baumestier) intenta ocultar su verdadera identidad en Cielo rojo sangre
Nadja (Peri Baumestier) intenta ocultar su verdadera identidad

Cielo rojo sangre, estupendo título por cierto, es una producción alemana que podrá verse en Netflix a partir del 23 de julio. Rodada en Praga y en la República checa, en alemán y en inglés, es un producto con todos los mimbres americanos posibles. Si no se tienen en cuenta los datos antes ofrecidos de la nacionalidad y la mezcla de idiomas nada podría delatar su origen si no se ve la película en su versión original. Es como estar viendo una de Liam Neeson, pero con una mujer como protagonista.

Eso es lo bueno (para quienes no quieren salir del cine americano y degustar otras latitudes) y lo malo a la vez de Cielo rojo sangre. Que no parece un film europeo pero que cae en todos los tópicos de las películas norteamericanas. No por ello deja de ser entretenida, pero no aporta nada con respecto a otros títulos que, dentro del cine fantástico, han llegado mucho más lejos.

Un avión, vampiros, espacio escaso donde poder luchar y defenderse de ellos. El planteamiento es suculento pero el resultado acaba siendo tan rutinario que no permanecerá en la memoria.

Pese a todo, Cielo rojo sangre cuenta con un acierto: su prólogo para introducirnos en la historia y su epílogo para contar el desenlace. La estructura de la película es espléndida, es la que consigue mantenernos un poco más intrigados de lo que el desarrollo en sí logra. Pero más allá de eso, no es capaz de elevar el nivel hasta donde esperábamos cuando la empezamos a ver. Si es que esperábamos encontrarnos con una película a la altura de las que Netflix nos lleva ofreciendo estas semanas atrás con la estupenda trilogía La calle del terror o con la italiana La clásica historia de terror, propuestas tan estimulantes que bien podrían haberse estrenado en cine.

También es bonito destacar, en Cielo rojo sangre, la presencia de Kais Setti, que interpreta a Farid, personaje con el que vamos a encariñarnos desde el principio y cuya supervivencia, a lo largo del vuelo, todos deseamos. Es de esos secundarios necesarios en todas las películas con los que congeniamos desde que nos los presentan. Y disfrutar de Farid es uno de los mejores alicientes para ver ésta.

De resto, Cielo rojo sangre solo es un entretenimiento más en la plataforma del entretenimiento por antonomasia. Una lástima que una idea, que no es nueva, lo de un avión secuestrado ya lo ha contado el cine muchas veces, pero que siempre resulta atractiva por el estrés que provoca, no llegue a convertirse en uno de los títulos más recomendables del género, sino en uno más que añadir a la lista de los anodinos.

Silvia García Jerez

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