CARS 3: afrontando el ocaso de Rayo McQueen
La velocidad vuelve a apoderarse de los cines. Cars regresa a nuestras salas con una tercera entrega que, se supone, cerrará la trilogía. Pero en Hollywood es difícil dar por terminada una serie, ya sea de películas o de episodios televisivos, y la legión de fans de estos personajes en cuatro ruedas es tan grande que quién sabe si las andanzas de Rayo McQueen no seguirán paseando por las pantallas.
Pero hasta que eso ocurra, si llega a suceder, aquí tenemos la última parte de Cars, una más adulta, en todos los sentidos, ya que Rayo McQueen se hace mayor y nuevos coches entran en las carreras, con capacidades desconocidas para el que fuera dueño y señor de las pistas, algo que amenaza con retirar al más grande.
Ya nada es lo que era en el presente que afronta Rayo: Jackson Storm irrumpe con auténtico entusiasmo, causando un frenesí descontrolado en las masas, que lo aplauden y lo vitorean como su nuevo ídolo. Y Rayo se niega a aceptarlo, así que hará lo que esté en sus manos (¿o sería mejor decir en sus ruedas?) para preparase y salir a ganar, no solo a competir.
Un auténtico viaje para el que ni él ni los espectadores estarán preparados, porque Kiel Murray, Bob Peterson y Mike Rich, encargados de la escritura del guion, van a mostrarnos algún que otro giro que resulta muy bienvenido en el conjunto de la historia.
Cars 3 supone el ocaso de un personaje mítico y el encuentro con los que van a ayudarlo, sobre todo Cruz Ramírez, su entrenadora y apoyo moral, que no es poco, y el ya citado Jackson Storm, sin cuya amenaza Rayo nunca habría querido superarse.
Pero que el film retrate el crepúsculo del héroe no implica necesariamente que su desarrollo tenga que ser dramático. De hecho, Cars 3 es un divertimento de primer orden, mucho mayor que el que podíamos encontrar en sus anteriores películas. En esta, el sentido del espectáculo es completo y no hay espacio para otra cosa que no sea la adrenalina que generan tanto la acción como la tensión de comprobar si McQueen logrará su objetivo.
Cars 3 es, posiblemente, el mejor cierre que Disney Pixar podía darle a un universo que comenzó en 2006, cuando John Lasseter aún no había abandonado su labor como director de los proyectos de su propia factoría, algo que decidió hacer tras rodar la segunda parte de la cinta que ahora estrena su tercera.
Centrado sobre todo en su faceta de productor ejecutivo (persona encargada de sacar adelante las películas a nivel de logística, no quien aporta el dinero para llevarlas a cabo), Lasseter nos presenta el colofón a una trilogía que ha durado poco más de diez años y en la que, entre otras cosas, hemos podido disfrutar de la última interpretación del legendario Paul Newman, quien prestó su voz en la versión original del primer film al viejo Doc Hudson.
Diez años después Owen Wilson sigue tras el micrófono de Rayo McQueen y en esta ocasión se incorporan al reparto voces tan definidas como las de Chris Cooper, a los mandos del coche Smokey o la de Armie Hammer, que le da una presencia aterradora al coche al que Rayo tanto teme.
Con Cars 3 estamos ante uno de los títulos del verano. El género de la animación es siempre muy agradecido en la taquilla porque a los niños se le suele sumar la asistencia a las salas de los padres, a modo de compañía, aunque en muchos casos disfruten la película tanto o más que sus hijos. Y si actualmente Gru 3. Mi villano favorito es líder en recaudación, no tardará Cars 3 en hacerle sombra.
Eso sí, a aquellos que se queden con ganas de más, avisarles de que una vez concluidos los créditos finales, van a encontrar otra escena añadida. Para los que se quedan en la sala escuchando la banda sonora, esperando a que la aglomeración se despeje o simplemente interesados por algún dato que se incluya entre los nombres y las empresas que hicieron posible la película, Cars 3 les guarda una pequeña recompensa.
Silvia García Jerez