CAROLINA POLITI
Actriz nacida en Argentina, formada en la UNAM. Con más de 30 años en los escenarios, lleva más de 40 puestas en escena y ha trabajado con los directores más sobresalientes de la escena mexicana. Carolina recibe a La Cronosfera telemáticamente.
LA CRONOSFERA: ¿En qué proyecto trabajabas cuando se declaró el estado de alarma en la Ciudad de México?
CAROLINA POLITI: Tenía varios proyectos en puerta, concretamente dos puestas en escena y un reestreno de una obra de teatro en Guadalajara. Además, me acababan de pasar un texto de un monólogo que dirigiría Daniel Veronese, “La persona deprimida”, que él ya había montado en Buenos Aires y que quería montarlo aquí, en la Ciudad de México. Las otras dos obras no están canceladas, pero aún están por confirmar.
Todo eso quedó parado. En un principio, no sabíamos cuánto iba a durar esto. Nos habían dicho que el confinamiento duraría solo unas semanas, luego unos meses y hasta ahora seguimos con el virus, no en un confinamiento tan fuerte, pero aún seguimos. Por fortuna siempre he ahorrado, pero el confinamiento se comió todos mis ahorros.
En abril, me puse en contacto con el productor de la obra “La persona deprimida” para que supieran que seguía presente y que quería hacer el proyecto, pero tampoco sabían bien a bien cuando íbamos a arrancar, hasta que en junio se propuso trabajar el texto por Zoom. Trabajamos de junio a enero de 2021 una o dos veces por semana. Vivíamos con la incertidumbre de si se iban abrir los teatros. Hemos dado cuatro funciones en el teatro Benito Juárez. Tendremos una mini temporada en la sala Villaurrutia de ocho funciones a finales de septiembre.
LA CRONOSFERA: ¿Qué conclusiones sacas de este confinamiento?
CAROLINA POLITI: No compro el terror, ni el victimismo. En principio me produjo mucha tranquilidad. No derroché el dinero, compré lo justo. En lo económico estaba tranquila, pero lo que me produjo intranquilidad fue el meterme dentro de mi, aunque soy una persona que estoy muy en contacto con estos mundos que nos atraviesan, el encierro tuvo que ver con este viaje al que yo me he sometido, no un encierro físico, si no un encierro expresivo. Con el paso de los años, mal que bien, iba sintiendo que podía estar a gusto conmigo, pero había un deseo que tenía que ver con la actriz que llevo dentro, no la actriz que ha intentado trabajar en el medio, preguntarme si voy a seguir postergando esa actriz que soy, porque los años van sumando y si voy a seguir coqueteando con lo que no me interesa. Mi actriz interna pide otra cosa. Mi búsqueda tiene más cercanía con eso. Los trabajos de mediano y corto plazo no me interesaban, no resueno con eso. Para mí, la pandemia ha sido un viaje maravilloso porque me di cuenta de eso. Trabajar en proyectos que resuenan más con mi actriz interior. Se acabaron las concesiones. Hay que estar donde estás y ser quien eres, para que suceda lo que tiene que suceder.
«No compro el terror, ni el victimismo».
LA CRONOSFERA: ¿Cómo crees que ha vivido la comunidad teatral mexicana este confinamiento?
CAROLINA POLITI: Cuando nos confinaron, había mucha ansiedad. Respeto todo lo que la gente se animó a experimentar, pero también había mucha paja. En algún punto, la gente paró el carro y se dio cuenta de lo que estábamos haciendo y reflexionó sobre eso. Por ahí las series nos han hecho creer que esto se hace de una manera industrial, pero a mi me interesa el arte y nunca he podido ir a esa velocidad, hay que tener ese tiempo de cocinado.
En este confinamiento, tomé un curso en Zoom con Guillermo Cacace, un director argentino, se llamaba “Lo que hace el cuerpo cuando actúa”, y lo que decía Guillermo es que no estábamos haciendo teatro, si no entrenando actuación, porque estamos entrenando una instancia vincular, una instancia de gestación de vinculo, pero el teatro no se puede entrenar por Zoom.
«Se acabaron las concesiones. Hay que estar donde estás y ser quien eres, para que suceda lo que tiene que suceder».
No había una exploración de la herramienta, en este caso el Streaming, pero no le digas teatro, porque el teatro en resonancia es completamente presencial. Pero lo que se generó, para mi era aburrido. No vi nada que me llamara la atención, quizá tuve mala suerte. Pero todo esto, necesariamente tuvo que cambiar a la comunidad, lo que no sabemos es de qué manera nos ha cambiado.
Algo que me parece interesante es cómo van a cambiar las convenciones escénicas, los discursos, de qué vamos hablar, cuando ya hablábamos de lo que ya hablamos.
Este patrón es mucho más profundo y transformador de lo que nos podemos imaginar. Me da mucha risa que el problema se reduzca a querer nombrar lo que desconocemos, como si la mascarilla fuera el problema, la mascarilla se termina en uno o dos años, o la distancia de seguridad, el problema no es ese, son los asuntos mirados desde otro lugar y dialogados desde otro lugar, cada país lo está viviendo distinto, hay que ver hasta donde estamos disponibles para ese cambio, porque hay algo dentro que ya no es. Lo veo en mi y la gente de mi entorno, hay gente con la que sigo hablando y hay otros, con los que ya no puedo hablar. Hay una transformación que venía deseando y no me apuran los nombres, prefiero la incertidumbre.
Hay una evidencia que es : Aquí se hace lo que 4 dicen y si no te gusta, te chingas. Eso nos obliga a discurrir desde otro lugar, porque la función del arte es ir a tocar la llaga, y poder mirar lo que realmente está pasando.
Ha habido movimientos culturales que han intentado golpear estos grupos de control, pero tenemos, no se cuantos años, de que no te dejan ir a meter el dedo en la llaga, desde los setenta no nos han dejado.
Nos estamos reubicando, habrá una zona de expresión artística que quizá permanezca donde siempre estuvo, sin mover el agua. Otros quizá quieran despojarse de los sistemas más antiguos.
A través de la reproducción de vínculos analizamos cómo estamos como humanidad. Hay que hacer el viaje personal, para después ponerlo en escena.