ICIAR BOLLAIN: Carlos Acosta nos dio confianza total
Estoy muy contenta. Que valoren el trabajo del equipo es fantástico y en el fondo estamos todos en esas nominaciones.
Hablamos con Iciar Bollain, directora de Yuli, unas horas después de que se conozcan los candidatos al Goya 2019, y Yuli ha obtenido cinco nominaciones: Mejor actor revelación, para Carlos Acosta, el bailarín cuya vida cuenta la película y que se interpreta a sí mismo en los fragmentos del presente, mejor guion adaptado para Paul Laverty, mejor dirección de fotografía (Álex Catalá) de la que hablaremos más tarde, mejor música original (Alberto Iglesias) y mejor sonido, candidatura que, le cuento a Iciar, me ha emocionado especialmente.
El sonido en Cuba es muy difícil, porque allí hasta las paredes hablan. No hay ventanas, no hay puertas, hay un nivel de vida sonora inmenso. Luego también la puesta en escena es complicada porque íbamos con dos cámaras y eso siempre para el sonido hace que colocar los micrófonos sea muy complicado. El habla cubana es cerrada, y Eva Valiño ha hecho un magnífico trabajo. Eva y la postproducción de sonido. Fue la primera nominación que salió y fue una alegría… porque lo tuvo muy difícil Eva, y es una gran profesional.
Pero no fue lo único complicado que tuvo el rodaje de Yuli, porque también la danza requirió de un modus operandi particular: rodar danza es muy bonito, nos dice a quienes estamos entrevistándola, pero es complicado, porque hay que encontrar el punto entre el cine, en el que todo se ve cerca, y la danza, que hay que alejarse un poco porque si no no ves el movimiento. Y hablando con Álex Catalá encontramos el punto medio, que es el escenario. Y que la cámara baile con ellos a veces. Ha sido una aventura pero muy bonita.
A este respecto, y al trabajo con Álex Catalá, añade: La escenografía de las coreografías, que prácticamente es luz, es de Álex Catalá. Hablamos mucho previamente. Yo le dije que se mirara algunas cosas pero que tuviera en cuenta que en general, en danza contemporánea, la escenografía es luz. Álex, que es un trabajador incansable, que se lo miró todo, vino con una propuesta de luces. Todas las coreografías tienen una propuesta de luz de Álex.
Yuli no tiene nada que ver con lo que sería un Billy Elliot español, afirma Iciar cuando se le pregunta por las comparaciones. Primero porque Billy Elliot quería bailar y Carlos Acosta no. Segundo, porque Billy Elliot es una ficción y Carlos Acosta es una realidad, es un bailarín que es uno de los mejores de su generación. Y como película aquí hay un nivel de danza y un tamaño de danza dentro de la película que Billy Elliot no tiene. En Billy Elliot bailan muy poco. Es una película muy bonita pero no hay nada que comparar. Incluso la ambición visual de Yuli es otra.
Y si en películas nos inspiramos al ver esta, es fundamental fijarse en el padre de Carlos Acosta, Pedro, que recuerda a la LaVona de Yo, Tonya.
El personaje del padre se inspira en el padre de la autobiografía de Carlos, que es así. Seguramente el padre era más duro todavía. Esa paliza que le da es una de ellas. Pero creo que sí se recoge el espíritu del personaje, que cuenta Carlos en su autobiografía. Es un tipo extraordinario. Por muchas razones, pero una de ellas era que un hombre de esa edad, en ese barrio, negro, con esa educación, lo último que hubiera querido era que su padre fuera bailarín. El padre hubiera sido parte de esos niños que le acusan de homosexual.
Culturalmente no podía estar más lejos del ballet, pero este hombre tenía la intuición de que el ballet le iba a dar una disciplina a su hijo que lo iba a sacar de la calle y por otro tenía sensibilidad. Es un personaje muy peculiar. Con una sabiduría intuitiva, de la calle, y con una rudeza de la época de la calle y de sus características. Era un hombre muy especial, y seguramente vivió a través de Carlos lo que él no pudo vivir.
Hay una primera versión que era más lineal, nos cuenta Iciar, y yo creo que es después de que Paul está en La Habana viendo al propio Carlos Acosta con su compañía ensayando en que se dio cuenta de que eso era un tesoro y que había que introducirlo. Pero hay una primera versión que es un borrador de guion que está más lineal. Pero desde el principio lo hablamos mucho Paul y yo y enseguida detectas el peligro del biopic de que se quede lineal y plano.
Y añade con respecto a la estructura narrativa con la que finalmente ha contado Yuli que el diálogo entre el pasado y el presente en la película estaba en el guion y había que llevarlo a cabo. Y ha sido muy laborioso. Muy bonito de hacer pero muy complicado. Construyendo las coreografías, de rodarlas, y de encontrarle el punto justo en el montaje. Las coreografías cuentan cosas, pero en el montaje las cortábamos porque el espectador ha ido a ver una peli de ficción.
Tú no lo puedes llevar de repente a un espectáculo de danza contemporánea porque no sería honesto. El baile está siempre narrando, siempre implicado en la historia y siempre tenía que no parar la película. Y eso fue un trabajo de ir probando hasta qué punto el espectador puede seguir la película.
Por último, nos acerca a lo que ha sido rodar con el auténtico Carlos Acosta en una película que habla sobre vida: Ha sido genial rodar con él. Hacer una película sobre una persona viva es complicado, porque estando viva tiene su opinión. Y hacer una persona viva, dentro de la película, dije: ¿me puedo complicar más la vida? Pensé que sería delicado, pero el guion le entusiasmó y se puso en nuestras manos.
Vio nuestros trabajos y dijo: mira, lo mío es bailar, lo tuyo es hacer la película y yo no te voy a decir cómo tienes que hacer las cosas, cosa que le agradeceré siempre. Se puso en nuestras manos y vino al final del rodaje. Ni siquiera pidió ver lo que habíamos rodado. Vino a su trabajo, hizo su trabajo y luego vio la película terminada. Confianza total, y no impuso nada. Y está muy contento con la peli.
Silvia García Jerez