LA BELLA Y LA BESTIA: Disney en acción real
La bella y la bestia es un cuento de los que comienzan con Érase una vez… un príncipe encantado consigo mismo que en plena fiesta en su Corte recibe la inesperada visita de una mendiga que le ofrece una rosa. Él desprecia a la intrusa, ella cambia de aspecto y se convierte en una hermosa hechicera que lo condena a él y a los que lo rodean a transformarse uno en una bestia y los otros en utilitarios domésticos hasta que alguien sea capaz de enamorarse de la primera en el tiempo en que la rosa va perdiendo sus pétalos.
DISNEY CREANDO CLÁSICOS
No es la segunda ni la tercera vez que se adapta al cine La bella y la bestia, cuento escrito en 1770 por Jean-Marie Leprince de Beaumont, pero sí la primera que acomete Disney en acción real tras la exitosa versión en animación 2D, que hizo historia en los Oscar al alcanzar el logro de ser la primera película de animación que conseguía ser una de las cinco candidatas a la estatuilla a la mejor película del año, sin la especificidad de la animación, ya que aún no estaba creada dicha categoría.
Eso ocurría en 1992, y veinticinco años después la misma multinacional que la acometió entonces se vuelve a hacer cargo de rodarla en acción real, con actores no dibujados aunque los elementos del hogar, la tetera, la taza, el reloj, el candelabro etc. sí tengan que cobrar vida por medio de los ordenadores y la postproducción.
Y el resultado es asombroso. Solo con ver el trailer, uno de los más visionados de la historia en intenet, ya podemos hacernos una idea de lo que sentiremos viendo la película completa y en la gran pantalla. Disney ha reproducido la magia de la cinta de animación en esta producción impecable y asombrosa. Ver a los objetos moverse es un espectáculo. Y oírlos hablar otro.
LAS VOCES ORIGINALES
Porque su director, Bill Condon, el mismo que dirigió Dioses y monstruos y Mr. Holmes, ambas con Ian McKellen como protagonista, vuelve a contar con él para que le preste su voz a Ding Dong, el reloj de la narración. A su inseparable compañero Lumiére, el candelabro, se la pone el escocés Ewan McGregor.
Pero no acaban ahí los nombre rutilantes de La bella y la bestia: Mrs. Potts, la tetera tiene el privilegio de hablar gracias a Emma Thompson, Gugu Mbatha-Raw, la mujer de Will Smith en la estupenda La verdad duele es el plumero Plumette y el piano tiene la voz de Stanley Tucci. Quienes la vean doblada estas son las voces que van a perderse. Además, claro está de las de Emma Watson, la protagonista, o de la de Kevin Kline, su padre en el film.
TRIUNFO DE BILL CONDON
La bella y la bestia no es un remake cualquiera. La historia permanece, pero aquellos que esperen ver lo mismo que Disney ofreció a comienzos de los 90 están lejos de aproximarse a lo que encontrarán en la pantalla. Por supuesto que hay planos que son iguales tanto en la aldea como en el castillo, no vamos a ambientarla ahora en Marte, pero no todo se repite y merece la pena disfrutar de lo que ya conocemos y de lo que Bill Condon va a presentarnos.
Nuevos personajes como el del piano Cadenza en la Corte del Príncipe hechizado, o incluso el de la madre de Bella en la parte más oscura de la película, tienen cabida en esta versión más adulta del cuento, además de algunos temas nuevos que se compaginan con los previamente compuestos por Alan Menken y Howard Ashman.
En esta ocasión las tres canciones inéditas (Days in the sun -no confundir con Another day of sun, la estupenda obertura de La La Land-, Evermore y How does a moment last forever) tienen a Alan Menken y Tim Rice como creadores y son cantadas, respectivamente, por los objetos del castillo, la segunda por Dan Stevens, caracterizado como la Bestia, y How does a moment last forever es interpretada por Celine Dion en los créditos finales, por Emma Watson y por Kevin Kline en el momento en que conocemos a su personaje.
Todo ello redondeando por una producción asombrosa en la que casi nada falla y prácticamente todo brilla. Pero siempre hay alguna excepción a la regla y lo cierto es que la actriz Emma Watson, la Bella del relato, da físicamente el perfil del personaje pero no es capaz de traspasarle la personalidad que éste requiere para ser completamente creíble.
Y como muestra baste comparar las reacciones de la Bella animada en la canción Be our guest, que interpretó Jerry Orbach en 1991 y las que tiene aquí, cuando se hace cargo de ella un fantástico Ewan McGregor: el reciente Premio Donosti merece mucha más entrega de la que Emma le acaba dando.
Una Emma Watson que, recordemos, ya tenía firmada su participación en esta película cuando tuvo que rechazar rodar La La Land en el papel que, todos sabemos, acabó interpretando otra Emma, la apellidada Stone.
Independientemente del éxito que La bella y la bestia merece tener cabe preguntarse hasta qué punto Watson se arrepiente de no haber podido hacer la cinta que durante un par de minutos ganó el Oscar a la mejor de 2016 y el tiempo dirá si le compensó ser la protagonista de la que ahora se estrena.
De resto, La bella y la bestia es un musical que parece crecer cada vez que Disney lo toca. Su diseño de producción, su vestuario, cada uno de sus detalles, incluyendo los que contienen destellos de un humor admirable, acaban siendo motivos para aplaudir el trabajo de Bill Condon y situar la película entre las más grandes de la cartelera.
Silvia García Jerez