AS NEVES: Escalofriante retrato de la adolescencia
As Neves es un pueblo gallego situado en la parte meridional de la comarca del Condado, en la provincia de Pontevedra. Y lo que consigue Sonia Méndez, como guionista y directora, dentro de la historia que enmarca en él traspasa la pantalla para dejarnos atornillados a la butaca.
Es noche de carnaval y en As Neves hay fiesta. En ella, una pandilla de adolescentes se da cita para pasarlo bien, y en ese ‘pasarlo bien’ incluye setas alucinógenas, que van a probar por primera vez, y los teléfonos móviles, que dejan más constancia de lo ocurrido de lo que les gustaría. Porque al día siguiente los chicos despiertan sin saber qué ha pasado pero con la noticia de que Paula, una de las amigas del grupo, ha desaparecido. Y hay un vídeo que la noche anterior corrió de móvil en móvil: Paula besándose con Manu (David Rodríguez), su novio, antes de salir corriendo. O eso cree él, entre la nebulosa nada clara que tiene de la noche anterior.
Además, en As Neves ha caído una nevada enorme que los tiene incomunicados. Siendo As Neves un pueblo de montaña lo tienen mucho peor, y el acceso a Internet está imposible. Todo hace indicar que no será fácil saber qué ha pasado con Paula. La buscan entre amigos y Policía pero no dan con ella, así que ésta abre una investigación para desplegar efectivos en el caso. La oficial al mando (Lucía Veiga, la fisioterapeuta de la primera temporada de Rapa) será la madre de Erea (Andrea Fernández), la amiga íntima de Paula que va a centrar el relato. Junto, claro está, con ese novio lleno de remordimientos.
75 minutos. As Neves no necesita más tiempo para exponer su escalofriante retrato de la adolescencia. Seguros de sí mismos, desatados, deseando tener sexo aunque no controlen aún sus mecanismos, engreídos, fanfarrones y con muchas ganas de juega pegados a la pantalla del móvil, la película nos acerca a unos chicos pero podrían haber sido otros cualquiera. Los adolescentes tienen un comportamiento similar allá donde la cámara se sitúe. Y en este caso se trata de rostros nuevos, desconocidos, que irradian naturalidad. Y verdad. Los jóvenes de alrededor de los 15 y 16 años son así. Los más tímidos y los menos.
Es cierto que As Neves tiene la textura y la apariencia de una película amateur, de un ejercicio de fin de carrera o semejante, pero ese también es un valor añadido a la experiencia. Nos sumerge aún más en la realidad que nos presenta a modo de espejo en el que se refleja una parte de la sociedad que tan cerca tenemos y tan conocida nos resulta. Aunque no vivamos rodeados por adolescentes sabemos cómo se comportan y hemos visto muchos vídeos con sus locuras en redes sociales, somos conscientes de que muchas veces no tienen límites ante el reto de conseguir seguidores, comentarios y cuantos más Me Gusta a sus publicaciones, mejor.
En As Neves, el relato no va por ese camino, pero sí deja claro hasta qué punto el uso de móviles puede ser extremadamente dañino. Poco a poco los hechos de la noche del Carnaval van haciendo mella en los chicos, sean o no culpables de lo ocurrido. En realidad no saben si lo son porque no recuerdan nada, es labor de la Policía llegar al fondo del asunto, y será la agente, la madre de Erea, el único adulto que veremos con claridad en el metraje porque es el único capaz, por cargo y conocimientos, de aportarles luz a su oscuridad, de informarles acerca de lo que les podría pasar dependiendo de cómo se vayan desarrollando los acontecimientos.
Ese es otro acierto de la película, centrarse en los chicos y obviar a los adultos. A ellos los vemos de lejos, más que nada los escuchamos, pero la cámara sólo enfoca a los chicos. Como pasaba en E.T., el extraterrestre, los adultos son amenazas continuas para los jóvenes y la directora pone su objetivo únicamente en los adolescentes.
A medida que As Neves avanza va teniendo más y más encantado al espectador. Nos vamos olvidando de que su presupuesto no es el de un thriller norteamericano. Tampoco lo necesita. Nos absorbe y entramos de lleno en esa pandilla en la que que todo acabará por estallar.
Sonia Méndez borda una ejercicio cinematográfico de muchos quilates. As Neves es oro puro, una de las mejores películas que nos ha dado nuestro cine en lo que llevamos de año. Una joya que supura verdad en cada diálogo -está rodada en gallego-, en cada interpretación, en cada decorado real de las casas del pueblo, en detalles como la falta de cobertura en el móvil cuando la nieve imposibilita la conexión en ellos. Uno de esos títulos que es de esperar que más allá de su estreno en salas tenga su rentabilidad en plataformas, y que un posible boca oreja funcione y la aúpe a la categoría de película de culto, a la que tanto merece pertenecer.
Silvia García Jerez