ARDE MADRID

Arde Madrid revive los años más hollywoodenses de la capital, cuando Ava Gardner calentaba el franquismo entre gitanos, bourbon, churros, mojada y ruidosas juergas.
Detrás de esa dolce vita madrileña, sus sirvientes contándonos la historia y el tándem León-Costa creando esta genialidad en blanco y negro con acidez, humor, sexo y buenas dosis de flamenco & rock.
Un jugoso cóctel en tiempos yeyés que combina perfectamente Feud con Arriba y Abajo, Berlanga junto a Almodóvar, y hasta Leblanc con Martínez Soria.
8 episodios de la gran cosecha Producción Propia de Movistar+, que resultan imprescindibles.


Ava Gardner vivió más de una década en España, tras su nominación por Mogambo y durante el rodaje de 55 días en Pekín.
Desde la filmación de Pandora y el holandés errante en nuestro país, Ava se quedaba por temporadas empalmando películas y maridos, hasta que estableció su residencia en Madrid en 1961, todavía con Sinatra rondándola y mientras su romance con un matador era más que público.
Llegó a mudarse a tres casas, pero el dúplex que ocupó en el número 11 de Doctor Arce dio lugar a muchas leyendas. Todas, surgidas de alguna verdad.
Como cuando ’el animal más bello del mundo’ se instaló de vecina en la capital, y entre los ilustres inquilinos de su mismo edificio se encontraba el segundo matrimonio Perón, recién exiliado de Argentina, quejándose constantemente de la jarana de la estrella americana tras sus largas noches en Chicote o el Villarosa.
De esa convivencia entre tabiques y del peculiar hogar formado por quienes limpiaban los restos de esas madrugadas, nace Arde Madrid; descubriéndonos las otras historias de aquell@s inmigrantes del campo que se convirtieron en doncellas y chóferes de la clase más pudiente.

En ocho capítulos Arde Madrid re-escribe parte de la memoria de España, homenajeado a los que tuvieron que servir, mostrándonos aquella realidad en los ’60, con la libertad americana a un lado y la represión del régimen de fondo.
Jugando al suspense, la parodia o el musical, aparecen las intimidades del glamour y la pobreza de aquel pasado alrededor de guiones, toreros, espías, whisky, crucifijos, anticuarios, esposas, misses, pitillitos, caramelos de canela, churros con chocolate y mucha ropa interior; dentro y fuera de los dormitorios, de todos es@s personajes que fascinan en cuanto se presentan.

Paco León dirige y escribe la serie pero además se reserva el papel de Manolo; el conductor de la artista y todo un buscavidas, casado a su manera con Ana Mari. Una estupenda Inma Cuesta con cojera y gafas, que se encarga de la casa junto a Pilar, una joven y tierna empleada del hogar, interpretada por Anna Castillo e inspirada en la criada que fue más dama de compañía de la Gardner, y llegó a convertirse en una de sus mejores amigas.

Completan la familia: Julián Villagrán como el hermano rarito de Ana Mari, Bill Gallagher como el asistente personal de la artista, Ken Appledorn, y por supuesto, Ava; encarnada por Debi Mazar, quien no solo se parece físicamente, sino que transmite la energía y pasión por la vida que tenía la diva.

Arde Madrid
Carmen Machi y Carmina Barrios aparecen de secundarias de lujo, y Melody sorprende haciendo de Carmen Sevilla, dentro de un acertado e internacional reparto que pellizca la realidad con la participación como extras de l@s auténticos familiares de quienes vivieron aquellos tiempos; y así vemos a Eugenia Martínez de Irujo en la piel de su madre, la Duquesa de Alba, y a Elena Furiase que se cuela como La Tata en la ficción del bautizo de su tío, el hijo de la gran Lola Flores (en la serie, Mariola Fuentes). Es entonces cuando sin ser histórica, Arde Madrid se convierte en historia.

Suena también La Faraona en la banda sonora junto a Xavier Cugat o Rosalía, situándonos en el contexto histórico, uniendo tradición y actualidad. Porque en Arde Madrid todo es reconocible, aunque parezca nuevo.
Y aún en blanco y negro, la serie provoca tanta vida como cuando ocurrió a todo color, transformando esos años retratados siempre desde el drama y la posguerra, en un soplo de aire tan fresco como el que entra por la ventanilla del auto cuando Ava grita aquello de “Franco, Franco que tiene el culo… “

Arde Madrid

Arde Madrid no sólo rememora los cotilleos de la estrella (lidiando con sus hombres y ese acento suyo a lo yanki -cañí), también la serie recupera las modas, expresiones y costumbres propias de la época que aportan cultura y veracidad a cada relato -las comunes lavativas, la auténtica prueba de la rana, los chanchullos y el argot del contrabando de la naciente clase media…-
Entrelazando secuencias divertidas, osadas y hasta burlescas, cada capítulo arranca y termina por todo lo alto, cerrando la serie de la mejor manera posible; con una catarsis de fin de fiesta tan salvaje, como genial el plano-secuencia que la acompaña.

Anna R. Costa y Paco León -pareja en la vida real- incendian en ARDE MADRID los recuerdos patrios a ritmo de palmas y roncanrol. Recreando esos personajes sobradamente interpretados, ambientándolos en aquellos lugares donde igual coincidían Hemingway con Charlton Heston, que Samuel Bronston (Craig Stevenson) y Luis Miguel Dominguín, quien decía que “si conoces bien Madrid, las noches no se acaban nunca”.
Y tenía razón. Siempre ha habido noches pardas, fetichismo, fanatismo y perros en celo… También cuando Dios estaba en el extranjero, pero Franco, no.

Hay en Arde Madrid momentos geniales -ese primer encuentro entre vecinos famosos, o la parodia de amor gitano del patriarca Vargas (Moreno Borja) y su mujer, Lucero (Miren Ibarguren)- junto alguno más efectista -esa ensoñación de videoclip con la Sección Femenina marcándose un baile sexy-. Pero destacamos el fantástico paralelismo de clímax que se consigue en algunos capítulos, dejando al espectador con ganas de más; como en ese bautizo flamenco cuando todo era Iglesia o pecado, descubriendo a la par, un embarazo no deseado y un nuevo tipo de sexo. Ahí es ná.

Arde Madrid

Presentada en SSIFF, Arde Madrid se estrena simultáneamente aquí y en toda Latinoamérica.

Habrá quien encuentre elementos comunes de la filmografía de Paco León, conscientes o no, reafirmando su identidad como cineasta, pues ahí están los animales fuera de lugar, el gusto musical, la importancia del sexo, del olor, de la comida… Siempre con una calidad estética y visual que engancha desde los créditos iniciales.
También en Arde Madrid, con esa cabecera de aseo íntimo en bucle, que envuelve todo el espíritu y estilo de la serie; cual entrante gourmet y guinda del pastel.
Todo a la vez. Y todo muy rico.
Buen provecho.

Mariló C. Calvo 

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