AQUAMAN Y EL REINO PERDIDO: Imaginería desbordante
Aquaman, película basada en el cómic de DC que supuso el cambio del director James Wan del cine de terror al de superhéroes, llegó a las pantallas en 2018 para ser la película más taquillera de aquellas Navidades. Pero no puedes gustar a todos, y aunque la cinta fue un éxito hubo quien discrepó del entusiasmo general. Ahora llega la segunda parte, también dirigida por James Wan, y en esta ocasión se dará la curiosa paradoja de que quien estuviera a favor de la primera puede que no lo esté de ésta segunda y viceversa.
Aquaman y el reino perdido es la que se estrena estos días, también de Navidad, y nos cuenta, por un lado, su enfrentamiento con Manta Negra, que busca reconstruir su armadura con tecnología atlante, y por otro, su mala relación con su hermano, el rey Orm (Patrick Wilson), con el que se lleva fatal pero con el que se tiene que entender si quiere derrotar a su enemigo.
El argumento, como suele pasar en las películas de superhéroes no es lo importante. Y menos en estos tiempos, en que el género parece estar especialmente agotado. Así que no podemos poner el foco en él, por lo que si miramos otros aspectos de la película lo cierto es que ésta sale mejor parada.
Aquaman y el Reino perdido tiene buenas dosis de humor, algo que siempre se agradece. Pero sobre todo tiene un diseño de producción apabullante. Es decir, el aspecto visual resulta impresionante. Y no sólo en lo que a decorados se refiere, ya que los mundos que nos muestra son un auténtico acierto, también en cuanto a los seres que vamos a ir encontrándonos por ellos. Cada bicho, cada ser que se cruza con los protagonistas, es fascinante. Sus diseños tienen una imaginería inspiradísima y según los vamos conociendo nos van dejando alucinados.
También los efectos especiales son importantes en Aquaman y el Reino perdido, porque la inclusión del mundo fantástico sólo es posible gracias a ellos. Los efectos integran a los seres fantásticos en el conjunto, por lo que han de estar presentes, pero lo malo es que el abuso de CGI es demasiado evidente, por lo que con lo único que nos quedamos es con el diseño de criaturas y su inclusión en el universo de Aquaman, que no es poco.
Otro aspecto que funciona muy bien es la relación de los dos hermanos, el protagonista y el rey Orm, gracias a un carismático Jason Momoa interpretando al primero y a Patrick Wilson, actor todoterreno que le da a su personaje la vis cómica que necesita. Es cierto que podría estar mejor como actor, Wilson es más brillante que como aquí se muestra, pero tampoco Nicole Kidman está de halago y todos sabemos hasta qué punto puede Nicole llegar a ser una actriz excepcional. Aquaman, es evidente, no es la cinta adecuada para demostrar tu talento. Simplemente son dos personajes que funcionan como si de una buddy movie se tratara y, en ese aspecto, la cinta cumple.
Posiblemente muchos espectadores tuerzan el gesto cuando la vean, sería razonable que a muchos no les gustara, pero hará las delicias de otros tantos porque Aquaman y el Reino perdido sólo busca entretener y lo consigue. Y también logra evidenciar lo bien que se lo ha pasado el equipo haciéndola, sobre todo James Wan, porque es una película de lo más juguetona y ese disfrute del director traspasa la pantalla, por lo que es imposible no sentir ese gusanillo que seguro que les picó a todos en el rodaje, más allá de sus dificultades técnicas, que las habría, como siempre. Pero Aquaman y el Reino perdido rebosa diversión detrás de las cámaras y, como tal, en las butacas, a buen seguro, también va a haberla.
Silvia García Jerez