ANTONIO SALINAS
Es el protagonista de la película “El Peluquero romántico». Artista multidisciplinario, bailarín, coreógrafo, actor y docente. Sus piezas nacen de la honestidad.
Antonio nos habla de su confinamiento y del devenir de la vida en estos días tan surrealistas para el mundo entero.
LA CRONOSFERA: ¿Cómo rompió tu rutina el confinamiento?
ANTONIO SALINAS: El día que se declaró el estado de alarma, me encontraba ensayando una película con Alejandro González Iñárritu, Limbo. Ese día ya estábamos con tapabocas, bueno, algunos sí, otros no y nos advirtieron que era muy probable que se suspendieran los ensayos. No lo podía creer, pensé que en uno, dos meses íbamos a retomar. Después filmamos con el protocolo sanitario. Aunque la verdad, venía de estrenar en el Juan Ruiz de Alarcón un unipersonal y me encontraba cansado, lo había escrito, dirigido y lo había interpretado, pensando ingenuamente que el mundo iba a parar dos meses. Me dediqué a limpiar mi casa, tirar papeles, ropa que ya no quería. El primer mes lo pasé muy bien. Vi que mucha gente ya empezaba con proyectos virtuales, pero a mi de momento no me interesaba. Leí muchísimo.
El desafío más grande fue dar clases, el mundo académico se vio muy afectado y dar clases por una pantalla me puso en crisis, porque acompañar a actores en proceso de formación se vio modificada su vida por esta pandemia, habían alumnos que me preguntaban cosas como: ¿Vamos a ser mal vistos los actores formados digitalmente, frente a los que han sido formados presencialmente?
«Habían alumnos que me preguntaban cosas como: ¿Vamos a ser mal vistos los actores formados digitalmente, frente a los que han sido formados presencialmente?»
ANTONIO SALINAS: Hubo días que me la pasé haciendo yoga, pero también hubo días que me sentí mal sobre todo en el aspecto anímico más que en el aspecto material.
Muchos de mis proyectos se quedaron en Stand by, pero se abrieron otros proyectos, como el arte digital, aprendí a utilizar ciertas aplicaciones para hacer una puesta en escena, paré, pero no solté y eso a mi me hizo muy bien. La solvencia económica y el desarrollo de tu trabajo tienen que ir de la mano, porque si no te avasalla cualquiera de las dos.
LA CRONOSFERA: ¿Qué cambios te ha traído esta crisis?
ANTONIO SALINAS: No puedo pensar mis piezas prepandemicamente, ni el espacio, ni los vestuarios, ni los objetos. No puedo preparar las puestas en escena como si esto no hubiera pasado.
ANTONIO SALINAS: ¿Cómo le voy hablar a los ojos del espectador? Hay que darnos cuenta de que el mundo ya cambió. De momento hay piezas que no las puedes meter en un teatro, por todas las consecuencias que eso te implica; Protocolos sanitarios, pruebas PCR, parones por positivos, etc. Pensar en otros espacios, crear vestuarios que tengan la coherencia actual. ¿Qué es el vestuario postpandemico?
«La solvencia económica y el desarrollo de tu trabajo tienen que ir de la mano, porque si no te avasalla cualquiera de las dos».
ANTONIO SALINAS: Para mi, la pandemia me hizo enfrentarme a mi mismo, a mi pensamiento, más allá de la soledad. Pienso en mi pieza y no me importa si es teatro, danza, artes vivas o performans. Tengo que tocar mi forma y mi contenido y no me voy a limitar yo mismo, tengo que encontrar mis espacios de libertad expresiva que en estos momentos tiene un costo altísimo, porque producir ahora es difícil, solamente ir a comprar las cosas de producción es un desafío. Pero me di cuenta de que amo lo que hago y que eso es más fuerte. Me di cuenta de que lo que hago no contribuye a que haya mejores vacunas o que estas le lleguen a más gente, pero extraño mucho el teatro, es mi vida, y si es mi vida le tengo que dar calidad a ello. Son las artes escénicas lo que a mi me gusta.
Entré en un proceso de autocuración voluntaria, preguntas como :¿Por qué abandonaste? ¿Por qué te abandonaron? ¿Por qué decides estar solo? ¿Por qué decides estar en pareja? Me di un espacio para organizar mi árbol genealógico. Me tengo que reconciliar, tengo la oportunidad de re acomodar mi vida y hoy por hoy, me siento agradecido.
Algo que fue raro es que cuando la pandemia bajó y nos dio un respiro, esperaba ver a la gente con una reacción empática ante lo que habíamos vivido y no. Veías a la gente y la gente estaba enojada, la gente estaba intolerante, presionados estresados. Romanticé el cambio y no. Hay gente que está muy deprimida. Y fue mi error pensar en que volveríamos a la normalidad con gusto.
Ya era muy selectivo con mis amistades y ahora me he vuelto mucho más. ¿Con quien quiero estar? ¿Cómo quiero estar? y he perdido el miedo a perder gente de mi circulo social, he perdido el miedo a no estar con quien no quiero, he perdido el miedo a decir adiós a lo que no me gusta, identifico más rápido qué no me gusta. Procuro lo que me gusta, lo que me hace sentir bien.
«La memoria es el primer espacio intimo entre el actor y el personaje».
LA CRONOSFERA: ¿Vez algunos cambios en los actores? ¿En su técnica? ¿En su manera de hacer las cosas?
ANTONIO SALINAS: En el teatro nunca se habla de la memorización como un acto creativo. La memoria es el primer espacio intimo entre el actor y el personaje, es el primer espacio creativo del actor, es el momento para crear imágenes, texturas, situaciones, palabras. Hay que convertir la memoria en un acto creativo. Actores naturales o actores formados técnicamente. El arte comienza a reconocer esas dos posibilidades. El perderse, el no saber, son un reto enorme para un actor formado técnicamente. ¿Cómo le haces para olvidar toda tu formación? Hay muchas maneras de hacer las cosas, volverte a extraviar. Pero a los actores naturales lo que les cuesta trabajo es la repetición y en la repetición comienza la técnica, estudiando lo consigues. Todos tenemos la posibilidad de, pero repetirlo es lo que es más difícil.