Eneko Sagardoy: Mis referentes fueron Tom Waits y Jack Nicholson
Eneko Sagardoy acaba de ganar el Goya al mejor actor revelación por Handia y se dispone a estrenar su nuevo trabajo, Errementari. El herrero y el diablo, una película de género fantástico ambientada en 1833 y en los ocho años posteriores a ese, la época de la primera Guerra Carlista.
Según Paul Urkijo, su director y guionista, que se sitúe en las Guerras Carlistas, como Handia, ha sido pura casualidad, pero sí que es una época muy importante para los vascos, una guerra civil muy importante que hubo en España. Y estéticamente es una época que me atrae mucho. Digamos que es lo coetáneo a la época victoriana del Reino Unido, que es donde surgen Drácula, Frankenstein, el Hombre lobo o Jack el destripador, y yo quería hacer un cuento gótico, pero vasco.
Y lo ha logrado. Fue uno de los títulos más aplaudidos en la última edición del festival de Sitges y llega con el aura con el que lo hacen las joyas mimadas en certámenes con base suficiente para seguir despertando la admiración del público que la vea en las salas comerciales.
Errementari es una película pequeña a la que le ha costado siete años nacer, pero que ha contado con un empujón excepcional gracias a la figura de Álex de la Iglesia y de su mujer, Carolina Bang, que apoyaron el proyecto y quisieron darle la dimensión que merece.
Llevo siete años con el proyecto, afirma Paul. Yo desarrollo el guion mientras hago la ilustración. Hago el storyboard y el diseño de las criaturas. Estuve buscando dinero cuatro o cinco años y cuando conseguimos el suficiente para ir a rodar, Álex de la Iglesia se entera del proyecto y me escribe en Twitter para decirme que lo quería producir. Le enseñé el proyecto en Madrid y le encantó, pero como ya lo teníamos todo preparado para rodar, lo que aportó fue la posibilidad de tener una postproducción ambiciosa y el tema de la distribución para que la peli llegue a todas partes. Lo que ha hecho Álex ha sido darnos alas.
Con semejante título, Errementari, herrero en vasco, es de imaginar que en su versión original la cinta está rodada en dicho idioma. En realidad, y para ser exactos, se trata de un dialecto, el vasco alavés. Josean Bengoetxea, Santi en el film, aseguraba a La Cronosfera que parte de la belleza de la película está en haberla podido rodar en el vasco alavés. Es una riqueza enorme. Gorka Lazcano ha sido además uno de los valores que hemos tenido detrás, que nos ha corregido y aconsejado con este idioma particular.
Y es que, en palabras de Paul, es un cuento vasco y por lo tanto tenía claro que tenía que ser en euskera. Y al estar ambientado en el siglo XIX, tenía que ser euskera antiguo, para darle verosimilitud. Hemos conseguido un euskera muy lejano que le da ese punto exótico de leyenda. Para la gente que no entiende euskera, cuando movíamos el proyecto por mercados como Berlín, la gente nos aplaudía el hecho de que fuera en euskera porque veían que era algo diferente y especial. A la gente le interesa aprender diferentes culturas. Para nosotros ha sido un puntazo, no un handicap.
Efectivamente, parte de la belleza de la película reside en su idioma, al igual que en sus decorados, completamente reales, algo que para Eneko Sagardoy ha resultado determinante: Era incomodísimo, me hice mucho daño y sufrí un montón, pero es que levantas la mirada y, en vez de ver cromas o verte en un plató, te ves en la completa oscuridad y es un esfuerzo menos que tiene que hacer el actor con la imaginación. Te ayuda mucho y te inspira.
Y está verdaderamente inspirado el trabajo de Eneko. Su personaje, que tarda en entrar en escena, como buena estrella secundaria de un relato, cuando lo hace deja al espectador asombrado. Sartael se llama, y ya es inovidable, iconografía del cine español de ahora en adelante. Ese Goya que el actor ganó, merecido entonces, consagra el acierto de la Academia al otorgárselo.
Yo aluciné cuando leí el guion, asegura. Ya me habían dicho que mi papel era el del diablo pero no me imaginaba que rompería tantos moldes, que tendría que transitar por intenciones tan diferentes. El texto fue un punto de partida para llegar al torrente de imágenes y posibilidades corporales del personaje. Porque al ser tan atípico se abría el abanico de posibilidades de cómo afrontarlo.
Y continúa: Paul tenía muy claro lo que quería pero también estaba abierto a dialogar hasta dónde llegar con él, por ejemplo con el humor, sin dejar de lado el terror, porque es un diablo. Pero también había que encontrar la voz. Lo físico fue muy duro pero también hubo un trabajo muy grande con la voz. Trabajé con referentes como Tom Waits para la voz, y para el cuerpo y el alma, el referente de Gollum, Hitler o Jack Nicholson. Es un poco una mezcla de todo.
Cuando uno se acerca a Errementari y descubre al personaje de Eneko, asiste a un gran trabajo y se queda conmocionado por los detalles que el actor le ha conferido a este Sartael tan peculiar. Uno se pasaría horas hablando sobre un personaje tan magnético, tan irónico, tan irreverente y terrorífico.
Pero hasta que se alaba el resultado, el proceso de creación gracias al cual vemos al personaje como Eneko lo ha moldeado, resulta llamativo oírle decir que yo tenía mucho miedo del maquillaje, porque no sabía hasta qué punto me iba a limitar en cuanto al movimiento físico. No podía girar la cabeza todo lo que quería porque tenía robotizadas las ojeras, por ejemplo. Pero mi miedo era saber cuánto iba a cambiar mi expresión, qué cambio iba a haber en la fuerza de mis gestos. Y también el reto de que siendo un maquillaje tan clásico y tan rústico, resultara creíble, fuera de lo digital a lo que estamos tan acostumbrados.
Silvia García Jerez