Las 10 razones por las que 28 AÑOS DESPUÉS es una genialidad

LA TRILOGÍA

Aaron Taylor-Johnson y Alfie Williams, padre e hijo en esta ficción de infectados, en 28 años despues
Aaron Taylor-Johnson y Alfie Williams, padre e hijo en esta ficción de infectados

28 años después ha llegado ya a los cines y está logrando que los espectadores que acuden a verla salgan fascinados, incluso afirmando que la tercera entrega de 28 días después (2002), la primera en la que se unieron Alex Garland -el talento responsable de Ex_Machina, Men o la reciente Civil War– y Danny Boyle como guionista y director respectivamente, es, además de la mejor de todas -y la que, ya lo sabemos, dará originen a una nueva trilogía que empieza con ella- un ejercicio que rompe con los convencionalismos del género de zombies y/o infectados. En este caso, infectados, porque en el argumento las rabiosas criaturas parten de un virus, no son muertos sin más que vuelven a la vida.

También hay que puntualizar que 28 días después tuvo una continuación en 28 semanas después, película que en 2007 dirigió el canario Juan Carlos Fresnadillo y que no sólo era inferior a la primera, es que los autores de la inicial no la consideran parte de la trilogía, ya que 28 años después nace, para ellos, de la primera, no de la segunda. La segunda, dicen, la de producción española, no cuenta.

28 años después debemos tomarla como una continuación de 28 días después. Y en cualquier caso, si lo pensamos bien, daría igual porque si tenemos en cuenta la cantidad de años que han pasado tras los 28 del título, nada es igual ni siquiera si contamos 28 semanas después en el conjunto de películas de la serie. Es demasiado tiempo para que esos 28 años sean continuación de nada. Tal vez por eso 28 años después también es motivo para iniciar una nueva trilogía, con la imaginería que descubrimos en la presente, que es mucha y muy acertada.

28 años después nos sitúa ahora en una isla de Gran Bretaña en la que los supervivientes se han aislado de los infectados, que siguen allí y que están conectados con la franja de sus supervivientes por medio de un trecho corto que se puede recorrer cuando baja la marea. De este modo, el pequeño Spike (Alfie Williams), que vive con sus padres, Jamie (Aaron Taylor-Johnson) e Isla (Jodie Comer), sale con su padre, a decisión de éste, a ‘la caza’ que su padre considera que ya tiene edad de realizar. La caza supone ir a la ciudad literalmente a cazar infectados, a enseñarle a Spike cómo debe hacerlo, y llevan a cabo este periplo con la evidente reticencia de la madre del pequeño, que no quiere que se enfrente aún a los horrores de los que allí están a salvo. Y será en ese viaje con su padre en el que ambos descubren cómo han evolucionado los infectados y hasta qué punto resultan ser una amenaza mayor de la que pensaban.

LOS DETALLES DE LA ESTRUCTURA

Ralph Fiennes interpreta al doctor Kelson

A partir de aquí es cuando vamos a contar con pelos y señales por qué 28 años después es tan sensacional, así que si aún no la has visto te invito a que vuelvas a este artículo cuando lo hagas. A no ser que te dé igual conocer detalles que desvelan los intríngulis de la película. Entonces, adelante.

Para comenzar, a nivel estructural Garland y Boyle la plantean en tres partes bien diferenciadas, no separadas, no hay un rótulo que indique una primera, segunda y tercera parte, aquí lo que van a hacer es usar al niño como base argumental sobre la que van a pivotar todos los personajes y empezar con el padre. Cuando éste se marche porque el niño lo echa de sus vidas al descubrir la infidelidad que está llevando a cabo, es la madre la que toma el relevo del grueso argumental y vamos a seguir el viaje con la madre y el hijo.

Lo vamos a hacer así porque la madre está enferma, el guión de Alex Garland nos la presenta en la cama y aparece poquito cuando estamos en el fragmento del padre. La vamos a ver o durmiendo o quejándose porque su marido y su hijo se vayan juntos a cazar, no quiere que Spike se enfrente a los infectados. Pero ella aparece tan poco en este parte que su opinión ni cuenta. Lo malo para el padre es que Spike no se olvida de ella y va preguntando qué le pasa. Y es entonces cuando el padre nos habla de un médico que ha perdido la razón pero que es el único que puede ayudarla. O que hubiera podido cuando estaba cuerdo, pero con todo lo ocurrido es una persona ante la que mejor guardar las distancias.

Aún así, Spike no se queda tranquilo y cuando inicia el viaje con su madre lo hace para ir a ver a ese médico, y que la salve. A ese médico, al que hemos conocido únicamente por medio de flashbacks genéricos en los que no le hemos podido ver el rostro, lo vamos a encontrar y le vamos a poder poner cara. Se trata del Dr. Kelson (Ralph Fiennes), que va a protagonizar la tercera y más escasa parte. Básicamente porque es la que consta de menor metraje.

Fiennes, tal vez el mejor de todo el reparto adulto porque está especialmente brillante, va a protagonizar la parte más desoladora, la filosófica, a la que es inevitable llegar si nos planteamos la realidad escondida tras la supervivencia postapocalíptica. Más allá de que haya infectados que quieran comernos, y nos persigan con ese fin, hay una vida a la que acogerse que ya no sigue las reglas de la anterior y hay que darle, también a ella, una explicación espiritual en la que poder apoyarse y adaptarlas al nuevo contexto creado. Porque el ser humano necesita, siempre, creencias para mirar hacia adelante. Entonces, no es que el doctor Kelson haya perdido la razón, es que la ha adecuado a lo que ahora le toca vivir, y como no es convencional lo rechazamos por defecto. Pero en ella, en esa adecuación, se haya la genialidad del personaje del doctor al que interpreta Ralph, un hombre práctico, que para eso es médico, que también se ha creado su santuario para contar con un escenario defensivo. Otra de las ideas fabulosas de este guión lleno de hallazgos.

A estas tres partes le sigue un epílogo que considero excelso en el que el niño rompe toda relación con su pasado, en el que decide que no quiere ver a su padre ni a quienes con él viven en esa fortaleza aislada, y se enfrenta a una horda de peligrosos infectados con la ayuda de un nuevo grupo de ‘amigos’ que, es de suponer, tendrán su presencia en la próxima película de la saga. No es un pegote, como muchos espectadores pueden pensar sino… la escena tipo postcréditos de una película de Marvel que te presenta a aquellos personajes con los que vas a tener que contar en la siguiente entrega. Y lo hace, dicha presentación, con un estilo que, una vez más, se agradece.

PUNTOS A DESTACAR DE 28 AÑOS DESPUÉS

La imaginería de la película ha creado imágenes que se quedan grabadas

Una vez que hemos desmenuzado la película nivel argumental y a nivel estructural, queda ir a los detalles, a los puntos por los cuales 28 años después resulta excepcional y un film sobre infectados, subgénero de zombies y a su vez subgénero del cine de terror, que nos deja a muchos con la boca abierta debido a la genialidad que representa y al modo en el que, como ya pasara en 28 días después, sus autores vuelven a reinventar la modalidad de los muertos vivientes.

1.- Como ya ha quedado dicho, que no se trate de un relato lineal sino segmentado por personajes, como ya ocurría en Cruce de caminos (2012), la película que unió en la vida real a Ryan Gosling y a Eva Mendes, que se conocieron en su rodaje, o como sucedía en la reciente pero nada vista MadS, una cinta también de infectados pero en su caso rodada en plano secuencia. Muy curiosa pero nadie la vio porque su distribución y su publicidad fueron casi nulas.

2.- Que el protagonista sea el niño. Nos han vendido que los protagonistas son los adultos, sus padres, interpretados por Aaron Taylor-Johnson y Jodie Comer, cuando en realidad ellos son secundarios dentro de una historia de aprendizaje y superación -física, mental y espiritual- para un chico que pasa de intuir los horrores del mundo a saber defenderse de ellos mejor que todos los demás. La película, admitámoslo, es suya. Y es el primer protagonista en cine del que debe ocuparse el pequeño Alfie Williams, saliendo tan victorioso de su trabajo como lo hizo Owen Cooper siendo el foco de atención de la serie Adolescencia, la revelación de 2025 de Netflix.

3.- Que los infectados estén desnudos. Por fin una película en la que parecen incluso reales gracias a ese detalle. Qué les importará a los zombies o infectados la ropa que lleven puesta. Y con los años que han pasado desde que comenzara la infección, incluyendo las mutaciones a través de los 28 años que llevamos ya con ella, les importará aún menos. Muchas películas muestran sus ropas a jirones pero ésta se atreve a mostrarlos como estarían en la vida real, desnudos y sucios tras haberse restregado por la maleza, el fango, la lluvia y lo que hayan pillado a lo largo del tiempo. No les quedaría, en la vida real, ni un botón sujetando medio pantalón. De este modo, tal y como nunca ha querido el cine más conservador, vamos a ver mujeres desnudas pero también un montón de penes. En el cine comercial. En una película de zombies. Y va a ser normal.

4.- Que los maten con flechas. Nada de balas o de espadas que acaben con los infectados arrancándoles la cabeza para deleite de quienes quieren ver gore creativo. Flechas, como buena muestra de la regresión a la que la humanidad está sometida por culpa de la infección en la mayoría de sus habitantes. No se puede avanzar, habrá que retroceder. Y nos vamos a la Edad Media. A atacar con flechas como los homo sapiens. En eso nos hemos convertido tras 28 años de encarnecida lucha y de muerte constante. Muy, muy brillante esa idea.

5.- Que se sede a los infectados. El doctor, sabio más que loco, ha ideado un sistema por el que a través de cerbatanas lanza agujas sedantes a los infectados y gracias a eso los puede controlar. No mueren y así le sirven como cazadores. Ya despertarán cuando se pase el efecto pero por lo pronto se quedan tranquilos mientras el doctor realiza sus cometidos. En realidad estas cerbatanas no son un invento reciente sino que el doctor ha vuelto a ellas porque ya se usaban en épocas remotas como pudimos ver en El secreto de la pirámide (1986), otro hito del cine fantástico que está algo olvidado.

6.- Que la madre sea también una infectada… El personaje de Jodie Comer está enfermo. De cáncer, según asegura el doctor Kelson tras examinarla. No le queda mucho tiempo de vida y ya que están allí aprovecha para el doctor se ocupe de ella, primero sedándola y después metiéndola en el horno por el que han pasado todos los muertos cuyos cráneos constituyen su santuario. Isla es, por lo tanto, una muerta en vida, una zombie en busca de la ayuda final. Podríamos llamarla eutanasia. Pero hay que matarla porque ella también está infectada. Del virus del cáncer, que la va a acabar matando igual en un mundo sin apenas medicinas que puedan salvarla. Hay que sacrificarla como su un zombie la hubiera mordido. Una parte, esa tercera, descomunal en su concepción.

7.- Que asistamos al parto de una infectada. Parece un detalle menor cuando vemos a una mujer embarazada dando pasos de zombie en un río, pasos perdidos que pueden no llegar a ningún lado. Y si te preguntas qué será de ella y de su hijo, lo vamos a saber. Asistimos a un parto de lo más peculiar, con madre e hijo como testigos. Incluso con la madre echándole una mano a la pobre mujer embarazada. Un parto que da lugar a un bebé sano que nos recuerda, y tal vez sea una pretensión consciente por parte de los autores, a Hijos de los hombres (2006), de Alfonso Cuarón, una auténtica esperanza para la humanidad. El milagro de la placenta, como dice el doctor cuando le cuentan la historia, porque por supuesto, madre e hijo salvan al bebé y se lo llevan consigo. Es la única opción que tienen, tanto ellos como el bebé de sobrevivir.

8.- Los Alpha. La más llamativa genialidad de la película son los Alpha, los infectados evolucionados a auténticas bestias que son capaces de arrancar las cabezas humanas con la columna vertebral unida a ellas. Un espectáculo dantesco que se ha convertido en uno de los hitos de esta historia. Son los evolucionados más temibles y aquellos de los que hay que correr con más rapidez para que note alcancen.

9.- El resultado del rodaje con móviles. El iPhone15 Pro Max ha servido como cámara cinematográfica para rodar las muertes congeladas de los infectados. El uso de 20 móviles a la vez para lograr una virguería visual semejante a la de Matrix en su momento es algo que está dando mucho que hablar porque lo cierto es que lo que consigue Danny Boyle con ellos es simplemente un efecto sensacional. Si Alex Garland y él ya reinventaron el género con los zombies que se movían rápido en la primera de las tres entregas, ahora vuelven a revolucionarlo con este efecto tan fabuloso que te deja fascinado en la butaca.

10.- La imaginería de la película. Desde el comienzo, con los Teletubbies en una película de terror, todos los elementos que incluyen Alex Garland y Danny Boyle para introducirte en el universo que han ideado son brillantes. Incluso ese infectado que se ha hecho famoso en redes, que sólo aparece 10 segundos pero que tiene toda la promoción de la película sobre sus hombros porque es de lo más llamativo y resultón. Tanto es así que lo hemos elegido como fotografía destacada para este artículo. Pero es que todo: las calaveras del santuario del doctor, Ralph Fiennes naranja, embadurnado de yodo porque ha descubierto que eso ahuyenta a los infectados, como si fueran mosquitos, las siluetas de los infectados cazando en grupo al amaneces, la escena de la enseñanza en la caza del niño con su padre, con ese hombre colgado por los pies, los hombres desnudos, las cabezas con las columnas… 28 años después cuenta con una imaginería muy poderosa, unas imágenes hechas para perdurar en el recuerdo y en la historia del cine de terror.

También hay que añadir que 28 años después no es una película para todo el mundo. Ni siquiera para los fans del género se está vendiendo bien porque en realidad es una película muy autoral, muy poco comercial. Es muy valiente y arriesgada: cuando los directivos de Sony vieran, o supieran, que ibana a aparecer todos esos hombres desnudos en el film, por muy infectados y sucios que estuvieran, habrá que imaginar los gritos en el despacho. Y cómo consiguieron sus autores mantenerlos es otra incógnita a resolver. Y el trailer. Ese trailer con imágenes del film a modo de flashazos, como si la película fuera más frenética de lo que es, ya induce a confusión. Tampoco puede venderse con el niño como protagonista, aunque lo sea, porque el niño no es una estrella conocida, y hay nombres verdaderamente potentes para destacar antes que a él. Lo que sí vamos a encontrar en la película es el poema que suena en el trailer: Boots, de Rudyard Kipling, En el trailer resulta intrigante, pero en la película es puro desasosiego el efecto que produce. Y el conjunto de la misma también lo es. Si entras en la barbaridad que Alex Garland y Danny Boyle han logrado. Si no, será un infierno como el resto de la propuesta. Una pena si encuentras que ésta no es para ti, porque quienes vemos en ella una joya no concebimos que no pueda verse sino una obra maestra en ella. Una película que para bien o para mal ya es Historia del cine.

Silvia García Jerez

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