WARFARE: TIEMPO DE GUERRA – En lo más crudo de la contienda

Tras estrenar el pasado año Civil War, Alex Garland nos trae ya mismo Warfare: Tiempo de guerra, un film en el que la contienda está más presente que nunca. Y no sólo de manera real, ya que Civil War era un futurible, una posibilidad que el director apuntaba de cara al posible cambio presidencial en Norteamérica, cambio que se acabó produciendo, como vimos en noviembre de 2024, aunque el resto de la guerra civil que planteaba en la película no haya tenido lugar. Warfare: Tiempo de guerra sí nos lleva a una que ocurrió, Irak, a la batalla de Ramadi, y lo hace de la forma más inmersiva posible, de manera que el espectador casi, podría decirse, se siente un miembro más de los Navy SEALs que participaron en aquella misión.

Un momento de la vigilancia inicial de la película WARFARE: TIEMPO DE GUERRA
Un momento de la vigilancia inicial de la película

Y es que Warfare: Tiempo de guerra está basada en los recuerdos del grupo de Navy SEALs que se enfrentó a la misión fallida en territorio hostil que describe la película. En ese grupo se encontraba Ray Mendoza, que es, precisamente, el codirector y coguionista del film junto a Alex Garland. Un tándem, como podemos comprobar, insuperable para lograr la fabulosa cinta que nos encontramos en el cine.

Sí, lo es. Warfare: Tiempo de guerra es brutal. En todos los sentidos. La cámara se mete de lleno en la operación que lleva a cabo el grupo y los vemos, a tiempo real, en ese escondite, una casa en la que se resguardan del enemigo, que saben que los rodea. Los están esperando para atacar. Lo que no tenían previsto es que esa misión de vigilancia se tornara una ofensiva directa en territorio insurgente. Y las consecuencias son terribles para el pelotón norteamericano.

Desde luego, Álex Garland es uno de los mejores directores del cine contemporáneo. Qué poco caso se le está haciendo a su talento y a su filmografía. Es lo que tiene focalizarla en el género de la ciencia ficción, que por mucho que hagas grandes películas, míticas incluso, no se te reconocerán como si fueran dramas. Pero cuando has dirigido cuatro películas y esas cuatro son Ex_Machina, Aniquilación -que en España sólo pudo verse en Netflix-, Men y Civil War, y la que estás a punto de estrenar es Warfare: Tiempo de guerra, significa que eres lo más parecido a un genio con el que la industria cuenta en la actualidad. Y no sólo lo está desaprovechando sino que, por momentos, como ocurrió con Civil War, le está dando la espalda. Porque Civil War merecía haber tenido unas cuantas nominaciones al Oscar pero desde que se estrenó los ojos de Hollywood la miraron mal. Y, objetivamente, acabó siendo una de las mejores películas del pasado año.

Y Warfare: Tiempo de guerra lo acabará siendo de éste. El nivel de intensidad que ofrece es tan apabullante que cuando acaba necesitas un rato para recuperarte. Necesitas aire. Que una película logre eso es muy difícil, casi ninguna lo hace, pero ésta sí. Así que cuidado con subestimarla, con pensar que es como La chaqueta metálica. No lo es, aunque la de Stanley Kubrick sea otra obra maestra. Aquella tenía humor negro y dos partes bien diferenciadas para ir situándote en el horror de la guerra desde el entrenamiento militar… aquí el humor no existe y sus directores nos meten en la acción sin dilación. La película comienza y ya estás ahí, en el mismísimo infierno, vigilando, supuestamente con valor pero con un miedo desproporcionado. No sabes lo que te puede pasar pero no estás en el mejor sitio para que no te pase nada.

Tenemos que avisar de la crudeza de las imágenes que se producen tras el ataque. La cantidad de sangre que se ve en la pantalla es descomunal. Aquellos espectadores que sean un poco sensibles… no digamos que no vayan a verla porque la película es tan excepcional que no podemos dejar de recomendarla, pero al menos que vayan advertidos de que van a enfrentarse a momentos muy duros. Las consecuencias de la guerra en primer plano. En carne viva.

El cine norteamericano suele idealizar la guerra, en el sentido de que muestra a los combatientes dispuestos a defender a su país del enemigo y con la esperanza de volver a casa como héroes, por lo que se esfuerzan un montón en ser los mejores en el campo de batalla. Normalmente lo hace en películas muy comerciales hechas para ensalzar la capacidad de Estados Unidos para combatir en cualquier frente. Y la guerra no es heroicidad, es horror. Puro y durísimo. Salvar al soldado Ryan ya demostró que no te espera mucha diversión cuando llegas al lugar que te ha sido encomendado y de vez en cuando se producen otros títulos que recuerdan este mismo mensaje.

Joseph Quinn, uno de los actores de la película WARFARE: TIEMPO DE GUERRA
Joseph Quinn, uno de los actores de la película

Y no siempre están protagonizados por grandes estrellas para que éste llegue mejor a los espectadores. Aquí no vamos a ver a Tom Hanks, pero sí a Joseph Quinn, uno de los rostros en alza de la industria tras haber alcanzado la fama interpretando a Eddie Munson en la serie Stranger Things y haberla consolidado posteriormente apareciendo en Un lugar tranquilo: Día 1 y en Gladiator II. Y a Will Poulter, al que los amantes del género de terror recordarán de Midsommar, aunque su carrera no ha despegado mucho más. Hasta ahora. Porque tener un título del calibre de Warfare: Tiempo de guerra en tu filmografía es algo de mucho peso.

En realidad, se trata de una película coral en la que el grupo es una piña y no destaca nadie por encima de los demás. Cada uno tiene su puesto en el pelotón y su labor que realizar. Pero hay ciertos acontecimientos que marcan el devenir de los personajes y es ahí cuando el actor al que se le ha encomendado tal o cual, sobresale. Al que desde luego no reconocemos es a D´Pharaoh Woon A-Tai, actor canadiense con siete años de carrera a su espalda, no es un recién llegado aunque sus trabajos no sean famosos, que interpreta al director Ray Mendoza, en cuyos recuerdos está basada esta historia.

Y está bien que quede plasmada en una película de gran presupuesto. Una que tenga su taquilla y su reconocimiento. Si no de premios, que obviamente no, de la crítica y del público que vaya a verla. Que sea una película importante que quede en el imaginario colectivo como un ejemplo de aquello a lo que el hombre nunca debería llegar pero en lo que continuamente está cayendo: en la lucha cuerpo a cuerpo, bala a bala, misil a misil en guerras de las que, siempre se dice y nunca está de más repetir, quienes las ordenan jamás salen perjudicados. No físicamente, no psicológicamente, aunque sí puedan pagarlo política o económicamente. Porque una guerra en la que tu país se involucra, saldrá mal. De una manera u otra. Y el cine, además de ser arte, puede convertirse en un altavoz para denunciarlas.

Silvia García Jerez

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