SÓLO PARA MÍ: Maltrato oscilante
Sólo para mí, película francesa que habla sobre el maltrato a la mujer en un matrimonio tóxico que en el noviazgo parecía que iba a ser sano y feliz, es uno de los últimos trabajos como guionista de Audrey Diwan, esa cineasta que impresionó al mundo con El acontecimiento y que estos días presenta en San Sebastián su nueva versión de Emmanuelle, la célebre cinta erótica protagonizada por Sylvia Kristel en 1974.
Pero Sólo para mí no la dirige Diwan sino Valérie Donzelli, actriz y directora francesa mucho menos conocida. Aquí, la estrella es la protagonista femenina, Virginie Efira, quien saltó a la fama mundial gracias a su papel de Benedetta en la película del mismo título dirigida por Paul Verhoeven en el año 2021. Ella es la mujer sufriente en la relación que la cinta plantea con Grégorie Lamoreux (Melvil Poupaud), un hombre que la adora desde que la conoce pero que después del matrimonio cambia de manera radical.
O eso es lo que parece tanto según la sinopsis del film como el comienzo del mismo. Sólo para mí nos sitúa en el presente para ir contándonos la historia en flashbacks. Primero cómo Blanche, el personaje de Virginie Efira, conoce al hombre perfecto y luego cómo todo se va desmoronando y aquel ambiente fabuloso de una relación preciosa se transforma en un infierno agobiante y sin apenas salida.
Pero lo cierto es que es algo que se hace notar en algunos detalles del guión, no en la relación como tal. Sí, cuando ambos se casan y se mudan a una nueva casa Lamoreux le admite a su mujer que le mintió para que se fueran a vivir allí. No empieza bien el matrimonio, pero lo cierto es que donde otros films comienzan ahí la presión a la esposa por parte del marido, en Sólo para mí la vida de los dos sigue tal cual ambos desean. Ella quiere volver a trabajar, a él no le hace gracia pero se lo permite. Eso no es maltrato sino una discusión privada a la que el espectador tiene acceso por tratarse de una película.
Y como esa, otras. Y luego llega el giro que hace incomprensible por completo la trama. Ella decide ser libre y actúa en consecuencia con lo que ella siente, pero él no ha hecho nada para provocar ese comportamiento. Y claro, la relación se tensa. Ahí sí, pero no por culpa de él. En otras películas sobre maltrato él no le habría permitido a ella hacer nada, la habría incluso encerrado y apartado de su familia.
Durmiendo con su enemigo, con Julia Roberts de protagonista, era una excelente muestra de lo que supone vivir junto a una pareja asfixiante. Más recientemente, Rompiendo el círculo, que aún sigue en cartel, sin ser recomendable como buen cine, también supone un claro caso de relación tóxica de la que salir corriendo. La que muestra Sólo para mí, sin ser ninguna maravilla, porque Lamoreaux es un hombre muy pesado y muy obsesivo, no transmite ese horror que los otros ejemplos sí pueden palparse desde la butaca.
Con esto no pretendo justificar a un tipo que el guión muestra como alguien distinto desde el principio al final de la cinta, pero sí hacer constar que cinematográficamente el maltrato no se hace tan palpable como en otros títulos. Lo que sí queda claro es que hay una convivencia y que en la vida de pareja hay que consensuar las cosas, ya sin el romanticismo de decir a todo que sí.
Problema de guión, de dirección o de ambos, Sólo para mí es menos intensa de lo que uno imagina que será cuando comienza a verla. Por lo tanto resulta ser mucho más decepcionante.
Silvia García Jerez