ASUNTOS FAMILIARES: Guardando rencor eterno
Asuntos familiares tiene como título original Hermano y hermana. Hermanos también podía haberse titulado. Estaría tan bien Hermanos como el Asuntos familiares con la que ha sido bautizada en España. Porque aunque la película gira en torno a la relación, inexistente pero omnipresente en su constante deseo de huir del otro, de dos hermanos que no se hablan desde hace años, la familia tiene mucho peso en la historia. La familia y la ausencia de ella.
Porque la película comienza con un matrimonio de ancianos que sufre un accidente en la carretera y acaba falleciendo. Sus tres hijos acuden, lógicamente, a velar la tragedia aunque ni Louis (Melvil Poupaud) ni Alice (Marion Cotillard) tienen la más mínima intención de coincidir. Sobre todo Alice, que incluso obvia la existencia de ese hermano: ella solo tiene uno y no es él. Por su parte, Louis no quiere acercarse a ella porque aunque no vería mal una reconciliación, Alice no puede demostrarle más lo mucho que lo detesta, y dos no se hablan si uno rechaza al otro de manera tan frontal.
Lo malo es que ambos son famosos. Alice es una reputada actriz y Louis es un profesor, además de poeta, que ha tenido un gran éxito cuando ha empezado a publicar textos como escritor. Las entrevistas como personajes públicos que son no hacen sino alimentar el odio visceral que sienten mutuamente. La reconciliación está muy lejos de darse, pero también está claro que sus vidas ya no van a ser las mismas.
Asuntos familiares está dirigida por el francés Arnaud Desplechin y protagonizada por una de las actrices de mayor talento del mundo. Y de las más reconocidas, porque tiene un Oscar como mejor actriz por La vida en rosa: Edith Piaf. Marion Cotillard se ha movido en todo tipo de cine: drama (Midnight in Paris), musical (Nine), ciencia ficción (Origen)… tanto en el cine norteamericano como en el francés, en el que obtuvo sus idilios con el premio de la Academia, ya que también fue nominada como mejor actriz por Dos días, una noche. Es una actriz fabulosa a la que le gusta arriesgarse a la hora de seleccionar proyectos.
Asuntos familiares no es un trabajo fácil para Marion. Su Alice es incómoda, insoportable incluso. Como espectador no hay quien la aguante, y eso tiene mérito. Aún así no es su mejor interpretación, le falta la garra que aparentemente consigue gritando o desmayándose, pero que resulta excesiva, innecesaria. La película en sí no es demasiado destacable, pero se agradece que los actores tomen ciertos riesgos en su carrera y nos ofrezcan personajes con los que no es fácil empatizar.
Lo cierto es que Asuntos familiares es una película bastante aburrida. La historia que cuenta es sobre todo psicológica y la narrativa es lógico que se resienta porque se centra en dos hermanos que no quieren ni verse. Es un ratón que no quiere pillar al gato, sin más recorrido dramático a nivel de puesta en escena. Y una vez que ya sabes que no se aguantan ya puede ir terminando la película. No tiene mucho más que ofrecer.
La cuestión es que psicológicamente sí es un estudio más interesante de por qué sobre todo Alice no quiere ni ver a su hermano y de cómo afronta eso cuando sus padres han fallecido. En realidad, Asuntos familiares es un estudio sobre cómo afecta la fama a las personas y cómo éstas tratan de gestionarla. A veces, como en este caso, sin ningún éxito. Una historia de celos y de admiración que no recorren el camino adecuado y se quedan enquistados, sustituyendo sentimientos alegres por otros oscuros.
Ese estudio de la psique humana de esta familia, que se ha dado a lo largo de la historia del arte, caso del odio asombroso que se tenían Olivia de Havilland y Joan Fontaine, es el foco que Desplechín pone en esta otra, también famosa en la ficción, para descubrir qué lleva a dos hermanos a una situación tan extrema. Y eso sí es interesante, pero el envoltorio en el que se circunscribe este acercamiento a lo más íntimo de una relación fraternal no es precisamente el más llamativo. Por eso, Asuntos familiares es tan interesante como decepcionante.
Silvia García Jerez