JOHN LANDIS: La industria en España siempre ha sido muy buena

John Landis es un director de cine mítico. Y pese a eso puede que a muchos no les suene. Sí, cualquier director que no esté de actualidad con un blockbuster que haya generado millones de dólares en un solo fin de semana tiene ese peligro, el de no resultarle familiar a quienes vivieron a finales de los setenta el éxito de Desmadre a la americana y a partir de los ochenta el de Granujas a todo ritmo, Un hombre lobo americano en Londres o Entre pillos anda el juego, títulos que justifican la carrera de cualquiera, en este caso la de John Landis.

John Landis en su visita a Madrid para el homenaje que le brinda Nocturna
John Landis en su visita a Madrid para el homenaje que le brinda Nocturna

El genio fue uno de los dos maestros el fantástico, el otro fue Vincent Price, a los que homenajea el festival internacional de cine del género que es Nocturna, y La Cronosfera estuvo presente en la charla organizada en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Callao, en la que habló de sus inicios, de su mítico film del hombre lobo y de cómo ve el cine actual que viene de Hollywood.

Lo primero que comentó fue que el Ámbito cultural en el que se desarrollaba el acto era todo un acierto de emplazamiento, porque si éste, el encuentro, resultaba aburrido, siempre podías marcharte a hacer compras por el centro comercial. Dicho inicio ya puede dar una idea de la clase de persona que Landis es, un hombre extraordinariamente divertido que al conocerlo uno se explica por qué ha revolucionado el cine de terror dándole esos toques de comedia que contiene su obra.

SIMBAD Y LA PRINCESA, la película por la que John Landis quiso ser director de cine
SIMBAD Y LA PRINCESA, la película por la que John Landis quiso ser director de cine

-¿Cuáles fueron tus inicios en el mundo del cine?
John Landis: Todos los que estamos aquí tenemos una película que fue como una epifanía. Una película con la que entendimos el poder que tiene el cine. Para muchas personas fue La guerra de las galaxias o Planeta prohibido. Para Ray Harryhausen fue King Kong. Siempre hay una en la que uno se siente como parte de ella, y para mí ese momento fue a los diez años, en Los Ángeles, cuando vi Simbad y la princesa, una fantasía de Ray Harryhausen que me cambió por completo. Me encantó. Cuando volví a mi casa le pregunté a mi madre que quién hacía esas cosas, quién era el responsable de hacer las películas. Mi madre se sorprendió mucho por la pregunta porque no tenía relación alguna con este negocio, y me respondió que era el director. Así que desde ese momento quise ser uno de ellos cuando fuera mayor.
Tras un inciso de traducción al español, el director continúa:
J.L: Crecí en Los Ángeles, lo cual fue una suerte para mí porque nací en 1950, así que pude ir conociendo a los profesionales que básicamente inventaron el lenguaje del cine. Los conocí a todos, de verdad. Me iba presentando a todos ellos y pude conocer a gente como Stan Laurel, Hal Roach… A todos. Cuando fui lo suficientemente mayor, cuando tenía 17 años, conseguí un trabajo en los estudios de la Fox. Por entonces, 1966, 1967, la mayoría de los estudios, como la MGM, todavía tenían sets de rodaje, esos enormes edificios con superficies en la parte de atrás para construir decorados, que luego han ido siendo destruidos. Pero por entonces eran fabulosos y pasé en ellos mucho tiempo. Yo era el chico de los recados y podía pasarme allí horas viendo rodar Regreso al Planeta de los simios, de Ted Post, Hello DollyTora! Tora! Tora! y tantas otras. En cuanto pude conseguir un trabajo más importante lo hice y a partir de ahí la historia se vuelve mucho más aburrida. (Risas)
En medio de la traducción de tan interesante trayectoria, Landis, que no deja ni por un momento de recordar ese pasado del que tan orgulloso se siente de haber vivido, nos cuenta una anécdota ocurrida por entonces:
J.L: Cuando estaba en la Fox como el chico de los recados, en 1967, había un productor, Irwin Allen, que hizo capítulos de series como Tierra de gigantes, Perdidos en el espacio, Viaje al fondo del mar o El túnel del tiempo. Lo interesante era que, claro, siempre había un «monstruo de la semana». ¿Sabes cuando ves películas clásicas de estudios de Hollywood, en las que siempre hay cowboys, showgirls y todo tipo de personajes diferentes en la pantalla? Yo pude vivir aquello y tuve mucha suerte por eso. Siempre tenía a mi alrededor cowboys o soldados japoneses, gorilas… Hay una película que dirigió George Cukor, Justine, con Anouk Aimée, de la que casi toda se rodó en Europa pero vino a Hollywood a rodar algunas escenas, y una de ellas era ese gran baile con travestidos. Así que había unos 300 hombres con vestidos y una de las grandes cosas que he presenciado en mi vida fue ver una comida en el estudio con dos mesas distintas, una con 200 gorilas y otra con 200 hombres con vestidos. Y pensé: ¡Esto es Hollywood!

SOL ROJO, una de las coproducciones en las que participó John Landis en España
SOL ROJO, una de las coproducciones en las que participó John Landis en España

A continuación John Landis pasa a hablarnos acerca de su época en España y en Almería:
J.L: Cuando tenía 18 años tuve la oportunidad de trabajar en una película titulada Los violentos de Kelly, en la antigua Yugoslavia, la República Federativa Socialista de Yugoslavia. Estuve allí nueve meses, fue una época fabulosa. Era la Yugoslavia del ejército de Tito en la que de un lado había G.I., los miembros de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, y del otro nazis. Era una comedia sobre la II Guerra Mundial. Al final de esa película, en 1969, un tipo que conocí y yo nos vinimos conduciendo desde Belgrado hasta Madrid porque nos habían dicho que había mucho trabajo en España. Y era verdad, porque se trataba de la época del boom del Spaghetti western en Almería, y había muchas coproducciones. Estaban Italia, Francia, Inglaterra, Estados Unidos o Japón. Era alucinante, se estaban rodando en Almería muchísimas películas. Estuvimos en Madrid un par de semanas y trabajamos en una titulada Sol rojo que creo que dirigía Terence Young, un tipo inglés. Allí estaban Alain Delon, Toshiro Mifune, Fernando Rey y Ursula Andress y nadie, ninguno de nosotros, sabíamos qué demonios estábamos haciendo. Alain Delon era el malo y tenía tres o cuatro malos junto a él. Yo era uno de ellos, con el pelo largo. Teníamos una escena en unas cuevas no muy lejanas a Madrid y en ella Mifune, Fernando Rey, Ursula Andress, cinco o seis éstábamos allí y todos hablábamos cada uno en su idioma y nadie sabía cuándo acaba de hablar el otro porque no se le entendía. Luego, claro, se doblaba todo al idioma que correspondiera dependiendo del país. Estuve en Almería mucho tiempo, cerca de una año, y por entonces no había nada allí. Era como un agujero de mierda. Había una familia por allí llamada Los Ochoa que eran como una mafia, lo controlaban todo y eran los productores de todo, y lo hacían muy bien, por cierto. Allí hicimos muchas películas. Hace dos semanas vi a Franco Nero en Los Ángeles y todavía se acuerda de mí. También hice Hasta que llegó su hora, como especialista. La dirigía Sergio Leone, que era un tipo muy divertido y hablaba como Chico Marx. Por allí había dos chicos muy jovencitos, con los que yo solía tener mucha relación. Eran los guionistas de la película y se llamaban Bernardo Bertolucci y Dario Argento. No sé qué sería de ellos. (Risas)

Griffin Dunne maquillado por Rick Baker en UN HOMBRE LOBO AMERICANO EN LONDRES
Griffin Dunne maquillado por Rick Baker en UN HOMBRE LOBO AMERICANO EN LONDRES

A continuación pasa a hablar de su mítica película Un hombre lobo americano en Londres, y del hecho de que en su momento desconcertara tanto porque fuera calificada como una comedia de terror.
J.L: Es que es una película muy divertida. La denominaron comedia de terror y no lo es, es simplemente de terror. Y es desoladora, pero es muy divertida y eso produjo confusión. A la gente le gustan las etiquetas. Pero mi intención fue hacer una película de terror, así que es aterradora. Pero es divertida.
Y añade al concluir la traducción: Los hombres lobo no existen, ¿vale? Así que para que hubiera un hombre lobo en la realidad era imposible, por lo que mi intención era abordar un tema imposible y tratarlo de la manera más realista posible. Por eso es divertida, porque los dos protagonistas son muy listos, y muy divertidos, y esa es la respuesta más común entre la gente inteligente a lo sobrenatural, ser gracioso. A cada uno de nosotros nos sale la risa floja ante lo que nos aterra, así que mi intención era hacerla divertida, y haciéndola divertida creo que es más terrorífica.
La Cronosfera pregunta entonces al maestro que qué sintió cuando este film ganó el Oscar al mejor maquillaje, que fue, por cierto, el primer largometraje de la historia que lo hizo: Rick Baker fue el maquillador que lo ganó y lo merecía porque hizo un trabajo extraordinario.

Para finalizar el encuentro con él, nos habla sobre los nuevos talentos del terror español como J. A. Bayona o Alejandro Amenábar y sobre su visión del Hollywood actual.
J.L: Hay muchos buenos directores. La industria en España siempre ha sido muy buena. Y todavía hay muy buenos profesionales. Pero Hollywood, lo que conocemos como Hollywood, ha sido siempre internacional. Alfred Hitchcock, Ernst Lubitch, Billy Wilder. ¿Y quiénes han sido las estrellas de Hollywood? Ingrid Bergman. Siempre ha sido muy internacional. En los últimos diez años ha cambiado demasiado, es totalmente diferente ahora, y eso se nota en las películas que se ruedan, que se basan en los cómics y en los efectos generados por ordenador, o las ciudades, que también son virtuales. Es por motivos económicos, es más barato hacerlo así. Internet y la piratería también han cambiado el sistema, y es más global que nunca. China es ahora el mayor mercado. Ha cambiado de una forma radical, y la gran ironía es que el avance de la tecnología ha hecho que ahora sea más fácil y más barato que nunca hacer una película. Vi una titulada Lipstick que se hizo con un iPhone. Se pueden hacer cosas fabulosas pero es complicado verlas en los cines. Se han puesto muy caras las entradas. Y para mí la tragedia está en las plataformas. Hay una generación entera que no tiene problemas en ver las películas en un móvil o en su ordenador y eso es muy triste porque una película se hace para verla en salas de cine, con una pantalla grande y un sonido espectacular. Y cuanta más gente haya en la sala mejor, especialmente con la comedia y con el terror, porque tanto la risa como los gritos son contagiosos. Incluso los dramas, cualquier película es mejor vista en el cine.

Silvia García Jerez

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