NO MIRES ARRIBA: Mirar al dedo en vez de a la Luna

No mires arriba es la recomendación, petición e incluso exigencia que le hace la Presidenta de los Estados Unidos (Meryl Streep) a su electorado para que no tengan en cuenta al meteorito sobre el que los astrónomos Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) y el Doctor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) intentan advertir a la población.

Kate, una estudiante muy inteligente, una noche cualquiera, escuchando música a través de sus auriculares mientras mira la pantalla del monitor del observatorio, descubre que un asteroide de un tamaño mayor que el del Everest va a impactar en seis meses contra la Tierra, y que no hay nada que se pueda hacer. Es demasiado grande y nada puede destruirlo. Al contrario, él nos destruirá a nosotros.

Su profesor, Randall, descompuesto, le da la razón. Mientras los demás compañeros son escépticos con las conclusiones, Randall lo ve claro y juntos deciden ir a comunicárselo a la Presidenta, una mujer descreída que, en caso de que eso sea cierto, no tiene la intención de hacerlo público de esa manera: no se puede atemorizar a la población.

En vista de que no consiguen su propósito, Kate y Randall cambian de estrategia: irán al programa televisivo de máxima audiencia, copresentado por Brie Evantee (Cate Blanchett) y Jack Bremmer (Tyler Perry). Brie es una mujer que todo se lo toma a broma porque su programa tiene que provocar sonrisas, no alarmar a nadie. Y por supuesto, la noticia de la inminencia del fin del mundo también la dará con sorna, para desesperación de ambos. Pero solo Kate demostrará estarlo, por lo que en las redes sociales es tomada por loca y será objeto de múltiples memes.

Y ese es solo el principio de un periplo en el que se irán topando con el negacionismo y la banalidad humana, que es un poco el retrato del actual mundo en el que vivimos.

No mires arriba. El asteroride que se acerca a la Tierra se ve claramente 
en los monitores del centro astrológico
El asteroride que se acerca a la Tierra se ve claramente
en los monitores del centro astrológico

No mires arriba es una comedia corrosiva. Sí, provoca risas y carcajadas. Dos horas y media de metraje, con gloriosa escena post créditos incluida, en la que si todo te funciona encuentras una joya incalculable. No, no es humor grueso, ni zafio, aquí no hay chistes fáciles. Son muy brillantes y algunos, de tan realistas, llegan a ser incómodos. Es un espejo de nosotros mismos, como sociedad en general, y de la americana en particular.

Cierto es que esa duración podría reducirse, no todo es básico para la historia y la parte central se resiente con tramas como la de Leonardo DiCaprio con Cate Blanchett que no son necesarias, un Leonardo DiCaprio exagerado de más, por cierto, incluso siendo parte del dúo dramático, necesario, en la sátira, o con la desaparición de Jennifer Lawrence, a la que apenas se le da el protagonismo que merece… y que insinúa el cartel. Pero por lo general se trata de una película con un mensaje tan potente que no podemos sino mirar a la pantalla y admirar la valentía de Adam McKay, responsable tanto de ésta como de la fabulosa e infravalorada La gran apuesta.

Aquí Mckay, guionista también de esta sátira, nos mete de lleno en la estupidez humana y nos abre en canal para que sepamos hasta qué punto haríamos lo mismo si esto no fuera una ficción. Estos dos pobres astrónomos se dejarían la piel intentando escapar de las bromas y la inacción de las autoridades para hacer llegar un mensaje que nunca nos tomaríamos en serio. Somos así. No queremos creer ciertas cosas.

La realidad es tan dura que por momentos deja de hacer gracia aunque nos demos cuenta de que la comedia sigue presente en el tono de la película, y es que cada chiste es un mazazo que nos noquea con su verdad rotunda y áspera. Es increíble hasta dónde hemos llegado para vernos reflejados de tal manera en este retrato. Si no lo pasamos todo por el filtro del selfie no estamos a gusto.

También, como en cualquier sociedad moderna que se precie, pero muy moderna, surgen los genios que se quieren aprovechar de su posición. No mires arriba le hace un guiño a los Elon Musk correspondientes y nos muestra cómo, en una ficción poco probable, pero no imposible, ellos harían lo que mejor saben hacer. Y claro, eso también forma parte de la sátira, y de qué manera. Adam McKay no deja un aspecto de la sociedad sin citar. Y sin que sea objeto de sus envenenados dardos.

Para estupor de los astrónomos, nadie se toma en serio el peligro que acecha, en No mires arriba
Para estupor de los astrónomos, nadie se toma en serio el peligro que acecha

Un elenco enorme de actores, media plana mayor del cine norteamericano, se encuentra entre sus intérpretes. No solo DiCaprio, Lawrence, Streep o Blanchett están presentes, también Timothée Chalamet, que no puede estar más irritante ni menos satírico, Jonah Hill, más fundamental de lo que parece en un principio o Ariana Grande, autoparodiándose como cantante. Nombres variadísimos que dan forma a un cuadro en el que todo y todos caben, porque en una sociedad tan loca como la nuestra no se puede prescindir de ellos si queremos ser más honestos con quiénes habitan el planeta que muchos de sus personajes con el respeto al futuro común que les aguarda.

McKay, con No mires arriba, no supera La gran apuesta, otro retrato, aquel sí, real, de quienes se dieron cuenta de que la economía iba a colapsar en el 2006 y también intentaron avisar sin que la banca hiciera ningún caso. Una película fabulosa con Christian Bale y Steve Carrell en su reparto que logró el Oscar al mejor guión adaptado. Para Mckay, naturalmente, junto con Charles Randolph.

Aunque aquí no supere aquella, con No mires arriba logra una película magnífica con la que se puede disfrutar muy fácilmente y en la que es sencillo entrar gracias a un planteamiento ya conocido por el cine de catástrofes, pero mucho más valiente que el que se hacía en los 90. En ésta no tenemos a Bruce Willis para echar una mano, aquí contamos con móviles para echarnos unas risas. No es lo mismo, pero entre broma y broma la humanidad sufre menos, y a Mckay le viene muy bien partir de nuestra superficialidad para soltar chascarrillos con la mano abierta. Qué triste que nos hayamos vuelto así y qué bien que una comedia ácida nos grite a la cara, irónicamente, para que nos demos cuenta de lo que estamos haciendo y cambiemos a tiempo de que seamos peores, que miremos al dedo en lugar de a la Luna.

El día 10 de diciembre llega a los cines este ejercicio de cine mastodóntico producido por Netflix, en cuya plataforma podrá verse a partir del día 24.

Silvia García Jerez

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