Mientras seamos jóvenes
Crecer es una trampa
Nos llega la nueva película de Naomi Watts y Ben Stiller.
Una especie de ‘Cuarentaytantos’ hipster de más de 90 minutos con aires de Woody Allen pero sin la frescura de sus primeras neurosis.
Entre las posibles elecciones para ir al Cine, a veces triunfan los directores, otras el reparto y algunas se deciden por el guión; pudiendo ser también por el compendio y su conjunto, y entonces una se lanza sin más. Al ver una película, cuando se desconocen los datos, gana la sorpresa y ocurre la magia. Difícilmente se puede conseguir en este era mega-informada (para muestra, este blog) pero además de la invitación de Cronosfera a esta sátira reflexión sobre la crisis de los ’40, esta vez me decanté por su irregular director -y escritor- Noah Baumbach.
Que igual hace el guión de animación para niños (Madagascar3/ Fantástico Sr.Fox) que dirige un drama intergeneracional (Una historia de Brooklyn), que colabora en algunas de las genuinas historias de Wes Anderson (The Life Aquatic…) y que deslumbra en blanco y negro con el salto a la madurez de Frances Ha (último filme estrenado). Tengo pendiente Greenberg y Margot y la boda; las cuales, dicen, apuntan maneras (por mi parte, desde ya, agradecimiento al recuperar como actriz a su ex pareja, J. Jason Leigh; de lo mejorcito de los ’90)
Como también magnífica la Watts que aun con trabajazos duros como Mulholland Drive, The Ring, Promesas del este, Funny Games, 21 gramos e incluso Lo imposible, apuesta por esta comedia agradable con tintes intelectualoides.
Y qué decir del Stiller -de Algo pasa con Mary o siendo el perfecto yerno histérico, aunque parece que se nos olvida su participación en la visionaria Reality Bites y la excéntrica The Royal Tenenbaums– ad hoc para el personaje, puesto que parece que no querer crecer (pero me es casi imposible dejar de seguir buscando su ´acero azul´ en cada papel que interpreta…)
¡Contiene spoiler… (nunca pensé que escribiría esta frase)!
Una pareja descontenta (Stiller-Watts), en sus cuarenta, sin hijos y modernillos –ella, hija de documentalista de renombre, con la sombra de la no-maternidad rondando y él, documentalista aclamado tras su primera obra que lleva diez años en el nuevo proyecto con el miedo y el ego del one hit wonder…- conocen a una joven y espontánea pareja.
La primavera de la juventud les vuelve a brotar.
Y esta revolución les acarrea desconcierto -mayor en su entorno- y cambios vitales.
Los nuevos y sexies amigos (estupendos Adam Driver y Amanda Seyfried; director en ciernes y heladera casera) se mueven en ambientes igual de alternativos que los maduritos…
Pero ¿son los 40 los nuevos 20?
La película vende honestidad y emana buenas intenciones que no llegan a buen fin.
Con un buen comienzo, el realizador pierde atractivo en el desarrollo y capacidad en la farsa según avanza la historia.
Acercándose a la ironía, salpicada de un humor cotidiano y reconocible, se mueve entre ciertos clichés y palabrería ingeniosa que resulta algo previsible y familiar (el gurú y su moto; las bicis; las clases de hip hop…), y que ralentizan el metraje.
Para cuando las verdades generacionales parecen sugerir una incomoda sonrisa, ésta no llega a gesticularse; reniega del riesgo tomado y se frena en los tópicos (como en el momento casi desgarrador de la llegada de los protagonistas a una fiesta sin invitación para concluirlo en el típico plano de ellos, como ausentes, mirando y bebiendo)
Aun así, refleja autenticidad en algunas conversaciones y no puedes evitar sentirte identificad@… Imprescindible haber cumplido 40 para disfrutarla en su totalidad
La vida no pasa de moda, reza el cartel -o nunca envejece, según traducciones-
Todo se va. Todo vuelve. Todo es nada (y se puede volver a empezar) pero durante “el mientras” no somos conscientes. Nunca terminamos de hacernos mayores y cuando lo somos, “seremos iguales, que los demás” (como bien dice Darby, la cool heladera)
¡Menudo ardid, pues!
“Mientras seamos jóvenes” cae en su propia trampa… como (el) crecer.
Reta a personajes pretendidamente fuera del estándar (si es eso posible) que terminan por sucumbir al mismo.
Es muy antiguo eso de vampirizar a los jóvenes (y funciona), pero mas allá del mito de la eterna juventud (y no solo la física), osamos convertirnos en completos pre-maturos (¡ay, tantas cremas bb!) y progenitores infantilizados/as de tanto asistir a clases para peques ¡con los peques! (o viceversa) … Y así en los momentos interesantes del film, se cruza lo ñoño y blando para terminar con un “nada personal, son sólo negocios”, una moraleja de adopción y una pataleta infantil (la de Stiller en el homenaje a su suegro documentalista, quien advierte “que los jóvenes pueden ser unos hijos de puta, pero un adulto (para triunfar) tiene ser cruel”.
Y todos son (somos) niños jugando a adultos… pero sólo Stiller lo verbaliza y es a quien espetan “no seas niño”, mientras descubre la traición del nuevo mejor amigo, ocupando su lugar en la mesa y considerado “adulto” (madurado con mentiras y ficcionando su realidad) al conseguir terminar su proyecto antes y gracias a él… – y porque el entretenimiento justifica la manipulación-.
“Mientras seamos jóvenes” juega a documental indie. Y como si de uno falso se tratara, nos entretiene con el rodaje de otro (docu dentro de docu; quizá, el mayor acierto de la cinta, apuntando cierta reflexión acerca de la ficción, la inseguridad y la inspiración más allá de egos a lo Birdman). Somos testigos de todas las vicisitudes y desventuras de la reciente e intensa relación que se establece entre los cuatro, y a la par, entre ambas parejas, en ese work in progress que es la vida… -“… lo que sucede en medio”, que no recuerda La Watts del cuento-
¡Que ya lo decía Lennon… que ocurre mientras haces otros planes!
Y de repente, ahí están ¡los 40!
Superando peterpanismos y con mayores y menores aventuras o traumas, tienes la experiencia, que 20 años no es nada…
Con cuarenta, reclaman protagonismo los recuerdos más que los planes –sin dramas, tal cual- e incluyes en tu vocabulario términos para un target de tercera edad; por ejemplo: achaques o artritis (pero “la normal, la de los ancianos; sí, ar-tri-tis…” quizá, el mejor chiste de la película)
Así que… hayas plantado un árbol (o no), escrito un libro (o no), tenido un hij@ o no seas padre ni madre -aunque los críos otorgan sentido a la existencia, tal cual- , es en ese momento cuando aceptas que llevas un trecho andado; queda menos y escuchas más el tic-tac, tic-tac…
¿Hijos… la solución? ¿Mini-Yos?
Es lo que toca. “Es lo que hay” parece contarnos “Mientras seamos jóvenes”. De hecho, el largometraje arranca y cierra con niños; al principio, un tierno bebé y al final uno de esos que dan miedito sin verles la cara… (¡Cría cuervos…!)
La nueva de Baumbach funciona desde la ternura y amabilidad en todo el proceso -“que eso gusta mucho a los americanos, el antes y el después…”- como bien repite en la peli, de nuevo, la heladera más cool… Quizá esa sea la clave; que es muy yanki.
Pa’ desquitarme me voy a ver a La Verdú en la argentina “Sin hijos”.
Y para terminar con chulería y actitud, la misma idea mejor resuelta… ¡Disfruten!
A veces la vida es hermosa…
https://m.youtube.com/watch?v=hx9Udc1LloU
+Curiosité Cinematé:
¿Saben que el padre de La Watts era pipa y road manager de Pink Floyd?
Mariló
Estreno el 4 de Septiembre 2015