UNA JOVEN PROMETEDORA
¿Qué parte del ‘no’ no has entendido?
El debut de Emerald Fennell es una oda a la hermandad femenina que, en forma de venganza con tres fantásticos actos como en la mejor tragedia griega, compone un poderoso repulsivo entre la comedia negra, el drama y una love story.
Una joven prometedora es feminista, sí, militante, también, y tremendamente coherente aún en su desconcertante mezcla de géneros y espíritu de telefilme.
Desde el apabullante inicio con unos hombres bailando y moviendo la pelvis, hasta el efectista epilogo con emoticono incluido, en Una joven prometedora todo está bien medido y detallado, aunque parezca un vaivén de emociones y géneros que, terminando por cumplir lo prometido, nos hará reír, flipar, asustarnos y descorazonarnos por igual.
Una joven prometedora podría ser un “amigas para siempre” que huele a teen spirit. Pero no es Nirvana lo que suena para este par de best friends, Nina y Cassie, que compartían colgante de corazón partido y además eran las mejores de su clase.
Ahora, a punto de cumplir los treinta, Cassie es camarera en “un café de mierda” y Nina, siempre presente, nunca está. Ambas apuntaban maneras en la facultad. Sin embargo todo cambió en una inolvidable fiesta universitaria, de esas con alcohol y jauría incluida, que ya nadie parece recordar.
Que si no te acuerdas -ni de cómo se llamaba-, no pasó, que dice una canción.
Solo Cassie sigue mencionando a Nina, y en su nombre, se transforma en una depredadora de aprovechados de borrachas que anota cual muescas y sin identificación alguna, tras cada noche de caza.
Cassie utiliza las mejores estrategias vistiéndose de oficinista, o de enfermera sexy, y aprendiendo de tutoriales para conseguir la boca perfecta, creándose el disfraz adecuado para ser el gancho seguro, aún jugando a los clichés y jugándose la vida.
Por hermandad, por amistad y por justicia. Con tal lealtad y la vendetta como modus operandi. Así es Cassie.
Claro que habrá quien la vea como una loca o psicópata, y quienes la consideren una heroína y toda una mártir. Ahí la duda. Aunque lo innegable es que no les dejará indiferentes.
Carey Mulligan (Cassie) está inmensa, regia, tierna, sutil y aterradora. Sin sordidez ni maldad en sus actuaciones. Sin cometer ningún daño. Sin gritos, ni histerismo alguno -como suele calificarsea las féminas-, pues todo lo que hace Cassie es normal; ella liga -o se deja ligar- y cuando quiere, dice no. Claro, que no estamos tan acostumbrados a entenderlo a la primera -como lo estamos cuando la gritan puta tras la negativa, o cuando simplemente para el coche en la calzada-, pero mostrándonos en esos pequeños detalles, asistimos a la realidad diaria de esa continua falta de respeto por ser mujer -que no terminamos de querer ver-.
Cassie, con su naturalidad y tal normalidad, solo mirándote a los ojos, te planta el espejo delante. Entonces, todo queda claro, aunque permanece la gran pregunta: ¿qué parte del no, no has entendido?
Una joven prometedora es un fabuloso repulsivo que todos deberíamos mirar. Un escupitajo a la sociedad (como el que Cassie deja caer en un café) con empaque de telefilme y una retorcida música que, como el mejor coro griego, va anunciando la tragedia. Desde It’s Raining Men cual obertura, pasando por la instrumental Toxic de Britney Spears con afilados violines, y una canción de Paris Hilton como tema de amor -que incluso funciona-, pues Cassie además puede vivir un romance entre medias de su vendetta; que esto no va de “todos los hombres son iguales y no se salva ni uno”, porque si lo ven así es que no han entendido nada.
Venganzas feministas no hay tantas, y en el cine, pocas. Está ese otro par de amigas, Thelma & Louise, que terminan huyendo y muriendo por la causa; Dogville, donde solo se salva el perro; la reciente Tres anuncios en las afueras, que apenas sirven para el consuelo de una madre, y por supuesto, aquella que tiene ya nombre propio: Lisbeth Salander, porque todavía hay muchos hombres que no aman a las mujeres.
Hacen falta nuevos modelos que nos lo recuerde.
Y ahí está Cassie, esa mejor amiga que todas deberíamos tener, con las uñas pintadas en multicolores y esos colgantes de corazón que regala como cadena de responsabilidades.
Rodeando a Cassie encontramos un conjunto de personajes a la altura, pero destaca el noviete interpretado por Bo Burnham y el de Alfred Molina, con quien ya coincidió Carey Mulligan en An Education, cinta por la que empezó a oírse hablar de esta actriz, que ya suena como nominada en los próximos Óscar, junto a las candidaturas de mejor película, mejor dirección y mejor guión para la prometedora Fennell (conocida hasta ahora como Camilla Parker Bowles en The Crown y por productora de Killing Eve).
Entre cupos a cubrir y la época yo, sí te creo que estamos viviendo, merecidos serían los premios y ambas podrían llevárselos. Si no, igual debería ser una película de visionado obligado en institutos, y la manicura de Cassie, de obligada tendencia.
Rotunda, extrema, dramática y burlesca es esta revancha; este desquite consecuente hasta el arriesgado final a lo deus ex machina, que ahora va con móvil, mensajes programados y guiño emoji.
Una joven promesa es inolvidable. Pero, por favor, no olviden sus nombres.
No olviden a Cassie y Nina.
¡Ah! Y por último, una recomendación más: abstenerse de verla aquellos y aquellas que estén cansados de tanta necesaria sororidad 😉 .
Mariló C. Calvo