TIEMPOS RECIOS: La convivencia de ficción y realidad

Tiempos recios es la nueva y esperadísima novela de Mario Vargas Llosa. Pero eso no es característico de este último título nada más, porque todas y cada una de las obras que publica el premio Nobel de Literatura levanta una expectación igual o superior a la que despertó la anterior, y lo cierto es que su actividad no se ha detenido ni desde que comenzó su carrera como escritor, con La ciudad y los perros, en 1963, ni desde que ganó el premio Nobel de Literatura, en 2010.

De hecho, ese mismo año publicó El sueño del celta, que salió a la venta el 3 de noviembre, ya con el recordatorio del recién entregado galardón en la faja que rodea a los libros en las tiendas antes de que muchos se las quiten para leerlos, si es que no las quieren usar de marcalibros.

El héroe discreto y Cinco esquinas han sido las obras precedentes a Tiempos recios desde ese fantástico 2010 en que se coronó como el rey de la literatura mundial, y aunque no ha tenido siempre las ventas que de sus libros se esperan, su prestigio sigue intacto y su fama se acrecenta a medida que su carrera sigue su curso.

Y lo cierto es que no da la impresión de que quiera retirarse, por lo que es de esperar que a Tiempos recios se le vayan sumando otros títulos que, su actual editorial, Alfaguara, seguirá publicando puntualmente.

Portada de TIEMPOS RECIOS

Bajo un entramado de nombres, siempre acompañados de sus apellidos, y en ocasiones de sus pseudónimos, en Tiempos recios se desarrolla la historia del Golpe de Estado en Guatemala, en junio de 1954.

Este hecho histórico es la parte de verdad que compone la novela. Sus personajes existieron y la conspiración internacional, liderada por la CIA, también. Pero a su alrededor se mueven otros seres imaginarios que adornan y conducen la novela, creando una trama por la que se despliega la intriga.

Nos encontramos, de este modo, atrapados en estos Tiempos recios, atrapados por sus letras, su historia y sus capítulos, por personajes a los que abandona momentáneamente para dedicarse a otros que van confluyendo en los acontecimientos y que el lector no quiere perder de vista a pesar de que la narración se centre ahora en unos y luego en otros, para no desatenderlos nunca.

Es por eso que resulta imposible parar de leer. Uno desea saber qué pasó con uno y con otro, y no puede esperar a terminar un capítulo para comenzar el siguiente y retomar lo que le ocurra a ese personaje que dejamos atrás y con el que nos volveremos a encontrar.

Respecto a los rumores que sitúan La fiesta del chivo, novela del año 2000 tan redonda y descomunal que seguro que le sirvió a la academia sueca como aliciente final, como guinda insuperable a una trayectoria que ya de por sí lo era, para convencerlos que de que Mario merecía el Nobel, respecto a esos rumores que sitúan ese título como precursor de éste que ahora nos ocupa, decir que la dictadura es otra, pero que, en efecto, hay un personaje cuya circunstancias pueden recordar a la protagonista de aquella, y por lo tanto, sin tratarse de la secuela de la que se habla, sí es lógico tener en mente La fiesta del chivo cuando se lee Tiempos recios.

Vargas Llosa nos cautiva una vez más con su estilo directo, sus deslices hacia el español hispánico, tan enriquecedor, y su espectacular y brillantísima narrativa. Es increíble que a sus 83 años siga queriendo ofrecernos obras así, tan completas históricamente hablando y tan imprescindibles desde el punto de vista literario. Está claro que es una leyenda viva, y con obras como Tiempos recios sigue forjando su leyenda.

Silvia García Jerez

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