En Los 90: ¿Aprendiendo a Patinar?
En Los 90 supone el debut en labores de dirección a gran escala del también actor y guionista Jonah Hill. Y aunque todo en ella rezuma acertado perfil cinematográfico indie, lógicamente noventero, la verdad es que tampoco es que haya descubierto la pólvora. No es que estemos ante una mala película sobre el paso de la niñez a la adolescencia de un jovenzuelo, con el cuerpo y la voz del hijo del matrimonio protagonista de El Sacrificio De Un Ciervo Sagrado, Sunny Suljic, que en pleno destroyer´s 90´ lucha por su lugar en la jungla de piedra de la vida, pero, la verdad, y sin ánimo de ofender a los que piensan maravillas de la cinta que nos ocupa, hemos de decir que con más dureza, polémica y permanencia en retina ya hizo prácticamente lo mismo el director y guionista Larry Clark, en la última década del siglo XX, con la cinta Kids, o a comienzos del presente siglo con la película Ken Park.
Tras las consabidas referencias para ubicarnos, y ya centrados en En Los 90, tengo que escribir que lo que más me ha llamado la atención del primer trabajo de dirección en largo de uno de los integrantes de la gamberrada apocalíptica Juerga Hasta El Fin es la metáfora empleada para describir la lucha por seguir adelante, por formar parte de un grupo, del desconcertado joven protagonista. Siempre transitando por una hoja de ruta establecida sobre el desequilibrio inherente a cualquier primerizo en esto del monopatín. Monopatín aquí como precario pavimento sobre el que deambulan unos jóvenes que buscan su identidad en una sociedad que para nada va sobre ruedas.
En Los 90 la saturación estética y los clichés típicos de este tipo de cintas, léase hermano mayor violento y traumatizado, amigo víctima de maltrato, padres agobiados con facturas por pagar y vidas desmadejadas, y mucho asfalto en el que la flora y la fauna que habita hace mucho tiempo que dejó de soñar con motos acuáticas, como hicieran en su momento los colegas de Barrio, hace que todo lo expuesto se antoje trillado, manoseado, impostado y mil veces visto. Alejándonos así de una historia que habría de conmovernos, de obligarnos a empatizar con el devenir de los acontecimientos que harán que nuestro protagonista madure, quizá para caer del árbol de la vida y darse de bruces con el duro suelo de la realidad.
Curiosamente, realidad, por mucha camiseta serigrafiada vintage que vistan, por mucha e incesante música arropando, es lo que más le falta a En Los 90. Cuando su fin último es ser espejo de un momento vital concreto. Unos años en los que muchos jóvenes norteamericanos buscaban su camino sobre un monopatín, ya sea este sexual, vital o aspiracional, y siempre, siempre, sin tener siquiera como referentes a Los Amos Del Dogtown. Nada nuevo bajo el sol. Si te decides a hablar de la perra vida, procura que tus cachorros protagonistas tenga vida, esa vida que duele, que permite al espectador entenderlos y no acabar pensando que está ante la última campaña publicitaria para la última marca de vaqueros freestyle. El cine de época no solo ha de vestirse de época, tiene que parecerlo.
Luis Cruz