Mamma Mía! Una Y Otra Vez: Divertidas Insustanciales Historias Veraniegas
Mamma Mía! Una y otra vez es más de lo mismo. Y es que tampoco toca pedir otra cosa. Demasiado es que estemos hablando de una segunda parte en cine de la adaptación cinematográfica de una obra de teatro musical que bebe de las legendarias canciones de Abba. Prácticamente puro arte de birlibirloque. Y si tenemos en cuenta que este segundo capítulo es una mezcla de secuela y precuela la cosa es muy, muy, loca. Todo para que los Estudios Universal sigan siendo uno de los reyes del baile de las cifras taquilleras con éxitos como Campeones y Jurassic World: El Reino Caído, entre otras. A los que hemos de añadir la que nos ocupa.
En Mamma Mía! Una y otra vez nos vamos a encontrar con pasado y presente, además de algunos incipientes, de rosada carnecita, apuntes de futuro. Con canciones por doquier, algunas incluso batalladoras, ya integradas en ¿la trama? cuando en una primera escucha cinematográfica supusieron una setentera coda musical. ¿Golpe de guion? ¿Sueño cumplido de fans? ¿Déjà vu? Sea como fuere, ahí está Waterloo en pleno Bistró francés. ¡C´est la vie!
En los que a partir de ahora consideraremos como tramos-precuela es divertido disfrutar del casting hecho a imagen, y juvenil semejanza, de los protagonistas ya conocidos. Sabremos, por fin con detalle, cómo la joven Meryl Streep-Donna–Lily James llegó a esa isla con retoño y padres por doquier. Todo ello arropado por partituras que suenan como lo harán tiempo después.
En la parte futura, que es presente para los que en la sala oscura la disfrutan, las canciones se revitalizan, ampliándose puestas en escena de iconos como Dancing Queen, canción ésta que tanto ayudó también a Muriel a casarse. Basta, que nos vamos de película. Y en Mamma Mía! Una y otra vez no hay boda. Pero sí se ven, o intuyen, otras varias opciones, incluso una secuela-precuela, para cerrar ya en clave trilogía, con esa historia que hay detrás de la llegada de una Cher, quién sabe si inconscientemente disfrazada de comedida Lady Gaga, en busca de un tal Fernando.
Todo, como decimos, muy loco y volátil. Nos da que cada palabra escrita en esta historia se ha hecho sobre inconsistentes papeles de azul transparente agua veraniega. ¿Y qué más da? Nadie pensó que esto tendría que ser Los Miserables Redux.
Mamma Mía! Una y otra vez es verano, libertad, locura, errores que nos hacen fuertes y rúbricas románticas. Es vivir sin miedo, haciendo que el corazón loco galope cual corcel negro en casa en ruinas, que será estupendo hotelito a orillas de un mar de canciones de los creadores de Chiquitita.
Chiquitita pinta la cosa. No, no es el padrino de Coppola en clave musical, pero tampoco creemos que le haga falta padrino alguno para triunfar en estas fechas de olvidar lo malo y sonreír con los pies chapoteando en el agua de ese embarcadero en el que anduve hacía mi futuro, pisando el pentagrama de mi pasado. O al revés. O a la vez. O todo junto y revuelto.
Luis Cruz