GUS VAN SANT presenta su último film y una exposición EN MADRID
No te preocupes, no llegará lejos a pie es la última película del cineasta estadounidense que llega este fin de semana a nuestras carteleras.
Presentada hace unos días en La Casa Encendida de Madrid por el mismo Gus Van Sant, tras la inauguración de una exposición retrospectiva de sus creaciones artísticas que permanece hasta septiembre. Además y durante todo el verano, se proyectará toda su filmografía y aquella que le ha influido, mientras en su terraza se celebrará una serie de conciertos inspirados en los ambientes de esa América postmoderna y pre-grunge, que ha sabido retratar este icono del cine independiente.
Hay quienes le tacharon de ‘borde y viejo’ en la inauguración del evento, pero siempre me ha dado la impresión de que Gus Van Sant es un tipo retraído y no me sorprendió su timidez ni su edad.
Lo del paso del tiempo es algo relativo, y tampoco resulta relevante para alguien que siempre arrastra cierta melancolía de juventud en su cine.
Su momento llegó en los noventa y por su filmografía ya han pasado varias generaciones, pero todavía hace buenas películas que me siguen gustando. Y para alguien que aún conserva un especial de Canal Plus con Mala Noche, Drugstore Cowboy y My own private Idaho en la misma cinta VHS, ya sólo verle entre sus polaroids como testigo de toda una época, no decepciona y hasta emociona.
La exposición incluye fotografías en diversos formatos, cuadros, dibujos, bocetos de storyboards, primeros montajes y filmaciones inéditas; desde sus trabajos universitarios a las creaciones más experimentales, pasando por el salto a la industria que marcó al cine independiente americano.
Dos grandes retratos del escritor William S. Burroughs -a quien dirigió en tres ocasiones- y del inclasificable Bowie -con quien colaboró artísticamente- dan la bienvenida a una muestra que refleja su amor por el cine, la literatura y la pintura, dejando patente sus obsesiones y pasiones.
En sucesivas salas encontramos paisajes de su infancia y algún que otro autorretrato -más recuerdo de rodaje que selfie-, mientras entre miles de polaroids vemos fotos de casting mezclando personajes famosos con desconocidos chicos de la calle, del barrio, del parque, del instituto. Homeless y skaters junto a escritores y actores capturados con la sensualidad, la psicodelia y lo onírico que luego veremos en sus películas.
Ahí están los triunfadores, los perdedores o viceversa, reflejando los nuevos sueños americanos; los deseos y demonios de esos outsiders on the road, herederos de Easy Rider, que tanto le gusta observar al tímido Van Sant.
Hay imagénes de inmigrantes ilegales como los de Mala Noche (su primer film emulando La Luna de Bertolucci, incluida en los visionados de la muestra) y algún prostituto mirándose al espejo que quizá inspiró My Own Private Idaho, cuando avanzando unas fotos más aparecen Matt Dillon, Keanu Reeves y River Phoenix posando entre risas. Llega entonces la nostalgia de aquellas películas con sus vagabundos místicos o cargados de drogas, y esas otras creaciones artísticas donde se muestran las influencias y filias del director; Matisse, Hockney, La Velvet Underground y esa generación Beat de su juventud, que parece no querer abandonar.
Ni siquiera en sus siguientes cintas, basadas en hechos reales, con la violencia y la reivindicación más presentes. Perdurando también en los documentos gráficos que quedan de ensayos y pruebas para Harvey Milk (biopic del militante y político gay asesinado), Elephant (acerca de la violencia en la adolescencia) o Last days (sobre el suicido del líder de Nirvana).
Mucha testosterona en cada imagen y entre tanto chico guapo, alguna actriz colándose, No olvidemos que Gus Van Sant dirigió a Uma Thurman en Even Cowgirls Get the Blues y a Nicole Kidman en To Die For (Todo por un sueño), quienes están igualmente retratadas.
Predomina el expresionista blanco y negro en la mayoría de las instantáneas -poéticas e inquietantes, elegantes y atrevidas-, clasificadas por nombre o colección, pero encontramos color en sus óleos ‘sin título’ y sobre todo, el que añadió a su versión de Psicosis.
Pieza destacada en la exposición con un video de un nuevo montaje, ampliando lecturas, en paralelo y en bucle, comparando la secuencia de la ducha en ambos films. (Aprovecho para recomendar el documental 78/52 La escena que cambió el cine, todavía en salas, que disecciona y aglutina todo lo dicho sobre ella).
Un hito en la filmografía de Hitchcock, aunque no tanto en la del indie Van Sant, resistiendo la del formato original en la memoria y en la retina (por ahora, sólo Haneke copia plano a plano y le sale una obra personal.
Precisamente son sus maneras de contar y unas arriesgadas estructuras narrativas de ritmo inédito, lo que distingue la firma Van Sant; siempre experimental y en busca del verdadero autor como reflejo propio. Impregnando de abstracción, melancolía y sensualidad todas sus creaciones. Sin plegarse a las reglas fílmicas tradicionales, mientras utiliza el humor, los mass media y la contracultura como temas recurrentes.
Vuelve a ellos y a su Portland natal de fondo, una vez más, en su último largometraje No te preocupes, no llegará lejos a pie.
Una estupenda película sobre el humorista gráfico John Callahan, presentada en la pasada Berlinale y Sundance, que se estrena ahora en España.
En sus comienzos, pocos sabían que quien se burlaba de los discapacitados en las viñetas de ‘The New Yorker’, ‘Playboy’ o el periódico universitario, era tetrapléjico.
Pero él nunca quiso compasión ni lastima. Ya pasó por eso.
Desde los 12 años emborracharse era algo habitual, quizá para soportar una infancia de mierda. Pero la cogorza que se pilló cumplidos los 21, cambió su vida. No sólo por estar pegado a una silla de ruedas para siempre, sino también por convertirse en un dibujante de trazos reconocibles en la década de los ‘70 y los ’80. Un tipo muy popular en EEUU, polémico y provocador.
Con el arte como terapia y el humor como soporte, Callahan logró agarrase al rotulador y no a la botella aún con sus limitaciones, practicando un humor ácido, rabioso y simplista que tocaba temitas políticamente incorrectos (que lo siguen siendo, porque aún sin KKK, todavía hay el racismo), ahondando en los discapacitados como él sin lastima ni compasión.
Sin echar culpas.
Adaptando la novela autobiográfica y homónima del caricaturista, Van Sant repasa y recuerda el día del accidente que alteró todo y lo que vino después.
De manera aparentemente caótica pero con un magistral montaje, Van Sant completa a trompicones la tira vital de Callahan, saltando de un episodio a otro como ocurre en la realidad; de una conferencia cuando ya era famoso a su primer día probando la silla, a una carrera contra chavales en monopatín (esa adolescencia que no falte). Estructurando esos acontecimientos de la memoria sin orden temporal, alrededor de unas peculiares charlas a las que asiste Callahan hacia los doce pasos de Alcohólicos Anónimos para convertirse en un -ex (y poder perdonar al que conducía ebrio a su lado y salió ileso del choque).
Descubrimos entonces un reparto de personajes fascinantes que nos llevarán a la comedia, el drama, la ternura y la puta realidad, como los chistes de Callahan.
Desde el colega de el gran pedo (Jack Black), al carismático gurú millonario que le reconcilia con su pasado (impresionante, Jonah Hill), pasando por los compañer@s de tratamiento (a mencionar, Udo Kier) y la excéntrica novia (Rooney Mara) del protagonista; el alma del filme, ese Joaquin Phoenix que parece somatizar más que interpretar al personaje.
Van Sant se permite algunos caprichos narrativos, de esos que le caracterizan, conteniendo parte del relato en un par de sorprendentes elipsis visuales; formando un collage de secuencias en un asombroso plano circular, ahorrándonos todo lo dramático del hospital sin obviar lo que conlleva, o cuando Callahan se ríe con todo y de todo, condensando los momentos de aceptación diaria en silla de ruedas, mostrándolos esta vez, en plano ascendente.
Brillante y sutil.
No te preocupes, no llegará lejos a pie es una historia de superación que podría haber sido otra más emotiva y llorosa, pero Van Sant la resuelve optimista y desde la verdad de quien la vivió.
No la dejan pasar.
Recuerden también acercarse a la exposición Carta Blanca a Gus Van Sant, que estará abierta hasta septiembre en La Casa Encendida.
Disfruten además, al caer el sol y en su Terraza Magnética, de los conciertos y proyecciones elegidas para la muestra (en VOSE y sin superar los 5€).
Respecto a la música, destaca la actuación de Hamann (uno de los mejores exponentes de electrónica peruana) y Kiki Hitomi con su dupstep japonés.
Y entre otros peliculones, se podrán ver: Titulo sorpresa de Todd Haynes -una rareza que no es fácil de conseguir-, El árbol de la vida de Malick, Blue Velvet de Lynch, Stroszek de Herzog y Fallen Angels de Wong Kar-Wai.
¡Feliz verano Van Sant!
+INFO: www.lacasaencendida.es
Mariló C. Calvo