Hablamos con Eduardo Chapero-Jackson
‘No cuidar a los cortos es como si Barcelona no cuidara la Masía’, es una de las reflexiones que hace Eduardo Chapero-Jackson en esta entrevista, en concreto cuando se le pregunta por aquel momento en el que la Academia se planteó eliminar los cortos de la Gala de los Goya.
En esta 20ª Semana del Cortometraje de la Comunidad de Madrid, en la que Eduardo es homenajeado por su obra, que incluye Contracuerpo, Alumbramiento y The End, el director nos habla de su trayectoria, de lo duro pero estimulante que ha sido para él el mundo del cine o, cómo no, de la gran Mariví Bilbao, con la que tuvo el placer de trabajar en el segundo de los títulos citados.

La Cronosfera: ¿Cómo recuerdas los cortos que te hicieron famoso?
Eduardo Chapero-Jackson: De manera muy especial y muy bonita. Yo me acuerdo de una anécdota simbólica de lo que fue con mi primer corto, con Contracuerpo: yo había ahorrado varios años para poder hacerlo. Era el único que he rodado en 35 mm, desde entonces ya todo fue digital. Entonces hacer cortos de cierta calidad era un esfuerzo mayor y además no tenía ningún vínculo con el cine. Fue cosa de años de ir ahorrando hasta que me lancé e hice Contracuerpo.
Y me acuerdo de que lo mandamos a Venecia, festival en el que reciben 3.000 cortos, y me acuerdo mucho de la llamada, que éramos unos 18 en competición oficial. Y sobre todo de que cuando fui me monté en el vaporetto, la lanchita que te lleva al Lido, y tuve la sensación de que un sueño que tenía de crío se iba a hacer realidad. Y de que me iba a poder dedicar a esto. Fue muy abrumador, yo tenía la sensación de que todavía estaba aprendiendo. Hoy me siento mucho más seguro.
L.C.: En general los cortos tienen, por parte del público, una consideración diferente a la de los largometrajes, pero en tu caso, es hablar de Eduardo Chapero-Jackson y la percepción de tus cortos elevan el nombre a una categoría en la que no suele estar este formato.
Eduardo Chapero-Jackson: Mira los hermanos Quay, unos británicos que ruedan cortos que parecen algo rodado en Checoslovaquia en los años 20… El relato corto es impresionante. Cortázar. Seguramente Cortázar es más cuentista con sus novelas, pero a mí sus relatos cortos me marcaron mucho y creo que el corto, en ese sentido, es un sitio en el que el arte del cine encuentra su sitio porque se pueden asumir riesgos y hay una pulsión muy concreta que está muy viva, que es muy inmediata, y donde sí se pueden explorar cosas que igual… por ejemplo, Alumbramiento: yo no sé si me hubieran dejado hacer de primeras una película de una vieja muriendo. Ya como corto la gente lo leía y lo consideraba muy duro. Igual alguien como Haneke, ya con una trayectoria, puede hacer a dos personas mayores. No es fácil porque el largo es más industrial y mucho más caro. Hay componentes poco comerciales que puedes focalizar mejor en un corto. El corto tiene grandes virtudes y hay que cuidarlo. Y como director, volver siempre a ello.

L.C.: Hubo un año en el que fue muy polémico que la Academia se planteara quitar de la gala el Goya a los cortos. Supongo que te pareció fatal.
Eduardo Chapero-Jackson: Es que es la fuente que nutre el cine. De ahí han salido todos, y creo que es como si Barcelona no cuidase la Masía, ¿no? La Masía hay que cuidarla. La gala puede ser un poquito más pesada pero creo que hay que reconocerlos. No solo como cine, sino como cultura. Hay que mentar a los que comienzan, hay que apoyarles. Me parece muy importante.
Hay una cosa muy irónica, y es que mientras la Academia se planteaba eso, Alumbramiento ganó el premio a de la Academia Europea al mejor cortometraje del año. Entonces era para preguntarse qué está ocurriendo aquí. Y la Academia rectificó.
L.C.: ¿Tienes algún corto favorito de los que has hecho o es imposible elegir uno?
Eduardo Chapero-Jackson: Sí, es imposible. Puede haber alguno que me parezca un poco más redondo, pero precisamente el que noto que pueda estar un poco más cojo también es el que me ha hecho crecer, porque aunque a lo mejor no te convenza como otros, sabes que sufriste mucho haciéndolo, y eso se queda ahí. No sabría decirte.

L.C.: ¿Qué recuerdos tienes de Mariví Bilbao?
Eduardo Chapero-Jackson: (Se emociona) Había una cosa con Mariví… Ella tuvo una cosa muy especial con este corto porque ella estaba ya un poco encasillada en papeles cómicos. Mucha gente me decía que Mariví no encajaba en Alumbramiento porque cuando la gente la viera se iba a descojonar. Y la historia tiene mucho dramatismo. Por esa cosa que tenemos de etiquetarlo todo, y si alguien está muy metido en comedia parece que solo sirve para eso.
Ella había recibido el guion cuando se murió su hermana y hasta su repre no quería dárselo, pero ella insistió, y quiso hacerlo en su memoria porque a ella leer el guion le ayudó. Y ella ya estaba mayor, pero fuimos a Venecia y ella se apuntó. Encontró un restaurante con una pasta con mejillones y un día quiso repetir y se tomó dos platos. Se puso mala, le entró cagalera y no pudo ir a la gala cuando ganamos en Venecia. Me decía: qué pena, qué mala suerte, yo aquí atada al cuarto de baño cuando podía estar contigo en la gala.
Yo estaba escribiendo un guion para ella y Saza. Una historia de amor de dos personas mayores y ella me llamaba cada X meses para preguntarme cómo iba. Yo estaba escribiendo y se murió. Era un proyecto que tuve aparcado dos años en un cajón y ahora lo estoy desempolvando, porque he pensado en otra persona. Pero sí, Mariví me toca mucho.

L.C.: Yo vi tus tres cortometrajes en un cine en una sesión concebida para una película. Eso es un hito, ¿tú como viviste aquello?
Eduardo Chapero-Jackson: Todo aquello fue muy brutal, muy bonito. Los cortos no fueron concebidos como trilogía, sería muy osado, ¿no? (Risas) Pero sí que tenían un alma que los conectaba mucho, y la apuesta de UGC, esa cadena de cines que tenía una comprensión del cine muy especial, y todo el mundo la apoyó… Fue muy curioso porque estabas haciendo un corto y fue como hacer un largo. Muy interesante.
L.C.: Yo viví la época, ya al final, en el que los cortos se ponían antes de las pelis.
Eduardo Chapero-Jackson: Yo también. En los Alphaville.
L.C.: Yo echo de menos aquello.
Eduardo Chapero-Jackson: Sí, yo me acuerdo de los cortos que vi de pequeño, alguno que había ganado en Clermont-Ferrand. Me acuerdo del impacto que me causaron. Había joyitas. Otras no lo eran tanto pero mejor que diez minutos de anuncios… Quiero decir, que en ese espacio que había antes para los cortos, por razones económicas, que también lo puedo entender, ahora tienes anuncios.
L.C.: ¿Cuál de los tres cortos te resultó más difícil de hacer?
Eduardo Chapero-Jackson: Yo creo que The End. Es que si lo piensas The End es casi un tercio de película, por metraje, es casi media hora. Una película de ese calibre, western, serían siete u ocho semanas de rodaje. Hicimos un tercio de una película en un octavo de tiempo de hacer una película. Aparte que se rodó en julio en Almería, con 40 grados, lipotimias en el rodaje… una producción muy ambiciosa para un corto porque coincidió que era el año del agua, y se metieron sponsors y de repente se armó algo muy grande. Y fue muy bonito. Alumbramiento fue duro, más que nada por ver cuándo podíamos juntar a los actores y coincidieron solo en un fin de semana, porque tenían series y se rodó en solo dos días. Tengo ganas de disfrutar más rodando. Espero que en el futuro pueda tener catorce semanas como algunos directores, y respirar un poco.

L.C.: ¿Qué facilidades a nivel de subvenciones has tenido para hacer los cortos?
Eduardo Chapero-Jackson: Ninguna. El primero lo hice con mis ahorros y lo que puso el productor. Luego sí nos dieron una subvención a posteriori, por puntos, de un festival y otro, y eso añade y nos dieron algo de dinero. Alumbramiento recibió un premio a Proyecto Corto de Bancaja, que era el premio más grande que había entonces, que eran 25.000 euros, y eso casi me cubría todo, pero sumé lo recibido por Contracuerpo y lo pude financiar con eso. Y The End se financió con sponsors. Eso surgió de una forma muy rara porque Contracuerpo ganó mejor corto en Almería y el premio era hacer un western, que era una cosa que nunca me había planteado en la vida. Pero eso creció y creció y se convirtió en The End. Pero ninguno de ellos fue subvencionado. A porteriori sí.
L.C.: ¿Cómo fue dar el salto al largometraje?
Eduardo Chapero-Jackson: Fue también duro. Madre mía. (Verbo) Fue una película muy complicada. De contenidos, y muy compleja. Vinieron rebajas en el último momento y tuve que quitar cosas de guion, y me quitaron una semana de rodaje. Y ya llegaba muy cansado de The End y tuve muchos frentes familiares y personales. Y luego aguantar siete semanas de rodaje, que es más abstracto. Lo notas. Tienes que mantener todo en la cabeza mucho más hilado y fue duro. No era hacer una familia en una casa.
L.C.: Ya que estamos en la semana del cortometraje, ¿cómo la estás viviendo?
Eduardo Chapero-Jackson: Con la alegría esta que me he llevado, que es una maravilla. Lo decía el otro día en una presentación, que me acordaba de cuando soñaba con hacer cine pero no creía que fuera posible, me era muy lejano y no me lo planteaba como una posibilidad, y oía de festivales y pensaba que algún día haré un cortometraje que llegue ahí. Y llegó. Y años después, de las cosas que más nos pueden tocar a todos con lo que hacemos, es que nuestro trabajo perdure. Que envejezca bien, que eso me parece un temazo. Cómo envejece el cine cuando envejece bien… me parece que se pueden hacer disertaciones enteras de por qué ocurre eso. A veces, en su momento, hay cosas que nos parecen la bomba y lo ves años después y no te crees lo mal que han envejecido. Y te preguntas en qué estabas pensando entonces, cuando te parecía la bomba. Y otras cosas se mantienen sólidas y siguen teniendo voz con los años. No digo que esto haya ocurrido porque no ha pasado tanto tiempo, pero que de repente, de alguna manera, ver que eso todavía merece atención, me parece muy bonito. Y muy satisfactorio.
Silvia García Jerez