WONDER: brillando en la minoría
Wonder es la nueva película de Julia Roberts. Así es como probablemente se identifique esta historia que en realidad debería ser conocida por tratar, como pocas lo han hecho antes, el tema del acoso escolar. Pero eso es lo que le ocurre a las películas cuando tienen en su reparto estrellas de un calibre por encima de la media, que el argumento importa menos que ellas.
Además, supone la primera cinta en mucho tiempo en que la actriz saca sobresaliente a nivel de taquilla, dejando atrás fiascos como Larry Crowne: Nunca es tarde, dirigida por su amigo Tom Hanks, o El secreto de una obsesión, remake americano nada bienvenido de la argentina El secreto de sus ojos.
También estuvo en Agosto, por la que fue nominada al Oscar como mejor actriz secundaria, pero solo los cinéfilos la recuerdan por ella, y en la estupenda Money Monster, de Jodie Foster, junto a George Clooney, aunque pocos defendemos de verdad ese retrato de la codicia y la corrupción retransmitidas en directo por el programa de televisión del que su personaje es realizadora.
Con Wonder, Julia vuelve a tomar las riendas de su reinado en Hollywood, dándole vida a Isabel, la comprensiva madre de un niño deforme que tras años de hospitales y de enseñanza impartida en casa debe enfrentarse al primero de escolarización, con alumnos que no van a ver con buenos ojos su rareza.
Jacob Tremablay, el niño revelación de La habitación, que todos sabemos que debió ganar un Oscar al que nunca lo nominaron en lugar de que lo consiguiera Brie Larson, que tal vez lo obtuvo en su representación, porque lo cierto es que tiempo después de que ella lo recogiera seguimos recordando más a su hijo en la ficción, es aquí la pequeña maravilla a la que el título en inglés se refiere.
Auggie, nombre por el que responde en la película, es un genio en la asignatura de ciencias. Pero aparte de la admiración que desata en los demás, asumida como envidia en los compañeros que, siendo lo que se conoce como normales, no llegan a su nivel intelectual, su paso por el colegio no es precisamente divertido. Hasta que, como siempre ocurre con alumnos avispados hartos de la inercia de la masa abusadora, Auggie comienza a integrarse.
Basada en la novela de R. J. Palacio, Wonder es un caleidoscopio de personajes y situaciones que nos llevan a apreciar a ese niño con la claridad que se obtiene de ver algo desde todos los puntos de vista posibles. Narrada por capítulos que se centran en todos aquellos que tienen algo que aportar en su vida, la cinta explora los sentimientos y reacciones que cuanto le ocurre a Auggie afecta a sus percepciones. Así las cosas, atención al episodio dedicado a la mejor amiga de la hermana del niño. No tiene desperdicio.
Pero todo lado bueno tiene su contrario, y así como es un hallazgo que Wonder explore el acoso escolar dándole voz a los implicados, padres incluidos, poniendo de manifiesto que muchas veces son peores que sus retoños, es una lástima que formalmente abuse de los elementos dramáticos de manera que acuda a la lágrima fácil y a cada escena quede más claro que en la anterior que está hecha para apelar a la comprensión a través del llanto.
Stephen Chbosky, director de la sobrevalorada Las ventajas de ser un marginado, repite nivel cinematográfico con este título que, de manera contradictoria tiene hechuras de telefilme a pesar de contar con los aciertos ya descritos. La sensiblería que inunda la pantalla, más propia de la pequeña que de la grande, le hace un favor a la recepción inmediata pero le pone trabas al hecho de que pase a la historia como un film de carácter, de esos que te dejan pegado a la butaca y se te quedan en la memoria por méritos propios.
Silvia García Jerez