Train to Busan: zombies coreanos
Train to Busan la protagoniza Seok-Woo (Yoo Gong), un padre divorciado y estresado por su trabajo que nunca tiene tiempo que dedicarle a su hija y mucho menos de llevarla a Busan a que la pequeña vea a su madre. Pero cuando llega el cumpleaños de la niña ésta pide como regalo marcharse de Seúl, donde viven, con la finalidad de visitarla. Padre e hija se meterán en un tren en dirección a Busan en el que, justo antes de arrancar, se ha colado una chica con una mordida en la pierna causada por la epidemia zombie que empieza a arrasar Corea del Sur y que pronto también se hará con las vidas de los pasajeros.
Train to Busan llega, por fin, a nuestras carteleras, aunque afirmar que por fin lo hace es doblemente llamativo. Por un lado porque se trate de una película coreana, nacionalidad que apenas tiene sitio en nuestros cines y que cuando se reivindica solo los expertos dan la razón a quien lo hace, debido a que, por falta de costumbre y por escaso arraigo popular, el cine que viene de latitudes poco frecuentadas produce, sin más motivo que ese, un rechazo natural que suele decantar la elección de una película hacia las nacionalidades más habituales en nuestro acervo cultural audiovisual.
También resulta llamativo el estreno de Train to Busan porque aquellos que saben de qué film se trata es más probable que ya hayan hecho aquello tan propio de las almas impacientes en tiempos en que Internet calma la angustia de la espera. Es decir, que a no ser que muchos deseen verla en pantalla grande, su visionado ya es algo que tienen superado.
Pero para los que aún la desconozcan y quieran disfrutar de la experiencia de ver una de las películas de zombies más originales y mejor hechas en años, Train to Busan es un ejercicio ejemplar al que asistir con las expectativas bien altas.
Y no defrauda. Su ritmo es imparable, su acción, inteligente, y su inventiva, prodigiosa. Huir de los infectados hacia los vagones donde haya pasajeros que no lo están, o intentar reunirse con los familiares que las circunstancias han separado, son metas que en Train to Busan no resultan fáciles de lograr.
Pero para eso, el film contiene un guion sólido, firmado por su director, Yeon Sang-ho , el primero que realiza en su carrera fuera de la animación. Sang-ho es conocido en España por The Fake, película en la que un ex convicto vuelve a su pueblo e intenta que sus vecinos se den cuenta de la estafa de la que están siendo objeto por parte de su pastor evangelista. Animación para adultos que consolidó el prestigio de su director entre los más cercanos a esta cinematografía.
Sang-ho va desplegando a lo largo del trayecto a Busan distintos y espectaculares recursos del cine de terror en tan escaso espacio, y aunque los escenarios secundarios, caso de las estaciones en las que el tren tiene previsto parar, van cambiando para otorgarle variedad a la narración, la trama se desarrolla por completo en el interior del transporte público y una vez subidos, si en algún momento se pensó que no había sitio para innovar, solo hay que dejarse llevar por su inventiva para descubrir que no hay espacio pequeño sino pocas cosas que contar en él.
Sus soluciones visuales son de las que consiguen aplausos con salas llenas. Las formas que plantea la película de ir dejando atrás a los zombies son de las que crean clásicos que otros copian. De hecho, ya hay un remake preparándose en Hollywood, que vendrá de la mano de Gaumont, la productora francesa expandida a Estados Unidos.
Pero a quien vea este film surcoreano le costará imaginar una imitación que contenga una calidad mínimamente equivalente. Nada es imposible pero llegar a la grandeza de Train to Busan, y a su aura de película irrepetible, se antoja tarea complicada y más por una cinematografía de la que salieron remakes nada convincentes de cintas como The ring o Dark water, que no respondieron artísticamente a lo que las originales nos regalaron.
Dejemos entonces que Train to Busan tenga la vida comercial que una película de su categoría merece. Disfrutemos de sus propuestas, de sus personajes inolvidables a los que, extrañamente para un film de género, cogemos enorme cariño, y adentrémonos en uno de los trabajos más estimulantes de la cartelera de principios de año.
Silvia García Jerez