TOMORROWLAND: El espectáculo virtual total

El panel inicial que nos cuenta el origen de los conciertos

Tomorrowland ha llegado al WiZink Center de Madrid. Pero no el concierto de música electrónica que nació en el año 2005 gracias a los hermanos Manu y Michiel Beers en Bélgica, organizado por la empresa holandesa ID&T que fue comprada en 2013 por LiveStyle, promotora de eventos con sede en Los Ángeles, quien desde entonces se encargaría del festival. Éste ofrece escenarios y ambientes que recrean mundos de magia y fantasía, y son esos los que vamos a recorrer aquí, en el WiZink Center, de manera virtual. No vamos a asistir ningún concierto, queremos recalcar, sino a toda la historia y a la fantasía en que se han basado los que se dieron desde su creación.

Desde el día 25 de octubre y hasta el 15 de enero, Tomorrowland ofrece, en el centro de Madrid, en el piso primero de la calle de la Fuente del Berro número 50, una experiencia única de unos 45 minutos de duración en la que tras conocer el origen de Tomorrowland gracias al panel en el que leemos sus cambios y sus avances por años, nos vamos a poner unas gafas de realidad virtual para adentrarnos en su metaverso.

Tomorrowland es una experiencia de realidad virtual mezclada con el metaverso que la tecnología ya permite crear y os aseguramos que es una verdadera pasada. Porque Tomorrowland no existe pero nosotros estamos dentro de Tomorrowland. Nada más llegar vamos a ver un suelo dibujado con las coordenadas que le sirven al programa para ir desarrollando su narrativa. Tú no ves nada físico antes de que te pongan las gafas, no hay nada allí, sólo un suelo por el que sabes que vas a tener que caminar con las gafas puestas.

Es pura ciencia ficción. Estamos más o menos acostumbrados a la existencia de la Realidad virtual, pero si lo pensamos sigue siendo alucinante que haya llegado a este punto de desarrollo. Que la costumbre no nos quite la capacidad de asombro ante que las gafas de VR, o Realidad Virtual, nos muestren un mundo que no existe si no nos las ponemos.

Entrada a la experiencia con las gafas preparadas para los usuarios
sin nada físico en el área por la que caminar

Y desde luego no estamos muy habituados a que podamos recorrer ese mundo y a poder tocarlo con nuestras manos digitales. Aquello que vemos que se nos indica con una luminosidad especial o directamente con una mano que señala, en la biblioteca, qué libro debemos abrir para conocer su contenido… es pura magia que nos debe dejar atónitos. Magia para el visitante, porque la tecnología que la ha hecho posible no es tanta magia sino años de arduo trabajo. Dos, en concreto, para poder llegar a crear este Tomorrowland que ahora disfrutamos.

Ya habíamos experimentado algo parecido en Los últimos días de Pompeya, en la nave 16 de Matadero, otra exposición muy brillante precisamente de lo que el título indicaba. La sala del metaverso nos sumergía en una villa de Pompeya y nos dejaba recorrerla, con las gafas de realidad virtual, mostrándonos el antes y el después de la destrucción. Una maravilla, pero en Tomorrowland, además de adentrarnos en su leyenda, en su origen, podemos meternos en su universo y explorarlo físicamente. De manera virtual, siempre.

Puede parecer complicado de entender. Si no se prueba no se comprende del todo en qué consiste esta experiencia. Lo mejor es vivirla, adentrarte en ella, para saber hasta qué punto nos va a fascinar lo que vamos a ir conociendo.

Desde su inicio, en la Gran Biblioteca del Mañana, que es como podría traducirse The Great Library of Tomorrow, hasta La Historia de Planaxis o El Libro de la Sabiduría, vamos a poder interactuar con algunos elementos preparados para ello. Pergaminos especialmente iluminados, bolas temblorosas que les gritan a nuestras manos que las toquemos para que nos revelen los vídeos que contienen, incluso puertas que se nos abren para que nos adentremos en ellas y descubramos lo que se esconde en su interior. Todo ello antes de coger el primer ascensor que nos irá cambiando de escenario para ir descubriendo más detalles y secretos de Tomorrowland, como el bosque que contiene sus valores y que también con nuestras manos, tocando lo que pide ser tocado, vamos a ir desplegando.

Al acabar la experiencia tienes que entregar las gafas

Todo ello sucede ante nuestros ojos según paseamos por un estrecha superficie que mide de largo 60 metros. Meter en 60 metros un universo de este calibre supone volver sobre nuestros pasos aunque la narrativa haya avanzado. Porque nosotros no vemos por dónde pisamos pero es materialmente imposible que todo lo que caminamos para conocer los distintos escenarios se pueda reproducir linealmente en 60 metros. Caminamos mucho más. Así que tendremos que pisar suelo que ya, físicamente, dejamos atrás. Todo eso también supone un alarde tecnológico porque el sistema tiene que esperar a cargar los escenarios que se nos van abriendo a medida que caminamos. Resulta increíble ser testigos, como usuarios, de cuanto permite ya el despliegue tecnológico.

Por lo tanto, consideramos que Tomorrowland es una visita obligada para todo el que quiera experimentar un universo fascinante. Como cada usuario va iniciando su experiencia cuando se le ponen las gafas, vas escuchando, mientras haces tu recorrido, exclamaciones al respecto de lo que otros están viviendo por delante de ti. Tú aún no has llegado a eso pero por los gritos de alegría y de éxtasis sabes que te espera algo increíble más adelante.

Eso sí: no todos vamos a verlo todo en Tomorrowland. A lo mejor hay algún libro que no se te abre, algún pergamino que se te resiste o alguna habitación a la que no entras porque no se te ha abierto la puerta. A lo mejor no diste tiempo al sistema para que se cargara. Cada usuario tendrá, dentro de los escenarios por los que todos pasamos, su propia experiencia, y para todos será completamente satisfactoria. Porque un detalle que puedas perderte no invalida un universo entero que sí vas a conocer. Y te va a valer la pena. Tanto si te gusta el concierto, ya que hay referencias claras a él, como si ni siquiera lo conocías antes de entrar aquí. Lo que vas a ver es otra cosa. Un origen maravilloso y fascinante que bien podría ser escenario de la más fabulosa película de ciencia ficción. Y te lo vas a pasar muy bien. Es una elección perfecta para visitarla con familia o con amigos, desde ya mismo hasta que acaben las navidades. Un auténtico regalo para todos.

Silvia García Jerez

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