THE BOY: el terror en un muñeco

Hay cosas que no se entienden: que como peatones queramos cruzar con el semáforo en ámbar pero que como conductores nos dé rabia que los peatones pasen con el tiempo tan justo, o que nada más empezar una función de teatro entren por doquier ganas imparables de abrir ruidosos envoltorios de caramelos. Tampoco se comprende que se estrenen cada semana películas de escasísima calidad en salas comerciales y se deje fuera de ellas otras que merecen un reconocimiento masivo que solo llega si se descargan por Internet o si se pueden visionar en portales legales de cine on line.

El cartel de THE BOY traducido al español
El cartel de THE BOY traducido al español 

Este último es precisamente el caso de The boy, del director William Brent Bell, responsable de Devil inside, aquella cinta en la que a la madre de la protagonista le aparecían estigmas en la cara interior del labio inferior, impactante imagen de la que se obtuvo el póster que vendió la película. En esta ocasión, para The boy, otro cartel inquietante nos aproxima a la historia de una niñera contratada por unos padres muy mayores para que cuiden a su hijo en la ausencia que provocará su inminente viaje. El único detalle fuera de lo común es que el pequeño no es de carne y hueso, sino un muñeco que sus progenitores tratan como si fuera real, beso de buenas noches incluido.
Las instrucciones son claras y no hay que saltarse el orden de ninguna porque Brahms es un niño muy especial y como tal hay que tratarlo. Si no, se portará mal, y nadie, en la enorme casa en la que viven, quiere que eso ocurra. Ni siquiera el chico de los recados, que es como un miembro más de la familia, y alguien que verá con buenos ojos a la recién llegada, aunque tal favoritismo no llegue a ser del gusto del chiquillo… quien se lo demostrará como solo él sabe hacerlo.

El pequeño con sus padres
El pequeño con sus padres

Aunque pueda parecerlo por la exposición de datos, nada tiene que ver esta película con Gremlins, cada una sigue su propio camino, pese a que los géneros en los que ambas se muevan estén más unidos de lo que cine adulto y cine familiar indican.
Puestas las cartas sobre la mesa, esta partida es magnífica. Brent Bell juega en terreno conocido pero superándose respecto a lo ya mostrado y dejando esta película a la altura de los films de culto, esos de los que se habla,esos que se recomiendan y que se viven con intensidad cuando se comprueba que todo lo dicho u oído era cierto.

Alejado de efectismos y con una elegancia digna de directores como James Wan, creador de Insidious y El expediente Warren o Alexandre Aja, responsable de las estupendas Alta tensión o Reflejos, William inquieta con sencillas trucos del género realizados con la exquisitez de un artesano.
The boy responde a un argumento conocido, decenas de veces visto, pero pocas contado por medio de los hilos con los que trabajan los maestros. No hay elementos nuevos en la película, nada de lo que da miedo y asusta en ella ha dejado de estar presente en otros títulos, pero donde en ellos resultaba tedioso, aburrido y hasta risible, en esta ocasión mantiene las expectativas de quienes esperan de él un film de terror potente.

Lauren Cohan, vista en la serie THE WALKING DEAD
Lauren Cohan, vista en la serie THE WALKING DEAD

La única salvedad que cabría hacerle se encuentra en su desenlace. Por supuesto, no vamos a contarlo aquí, porque no se debe y porque, como indica el condicional del verbo caber, se trata de un aspecto subjetivo que puede perfectamente no dar lugar a un suspenso porque quien lo examine lo apruebe. Pero lo objetivo es que da que hablar y eso también es bueno, porque que una película de terror se salga de la normalidad y suscite polémica es una circunstancia a la que generalmente no se ven abocadas ninguna de las que se escudan en los tópicos para ofrecerle a los espectadores un rato de diversión clónica. The boy es todo lo contrario a una película rutinaria, por eso merecía estrenarse en salas de cine, pero que lo haga en VOD tampoco es mala opción porque lo importante es que pueda verse.

Silvia García Jerez

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