STRANGER THINGS 2

Hawkins mola 

Stranger Things

Por más que se empeñe la asombrosa publicidad de Netflix en trasladar loque ocurre en Hawkins a cualquier lugar donde se emite Stranger Things, esos cameos de frikis locales riéndose de sus rarezas, no llegan a ser las cosas tan extrañas que sólo pasan en ese pequeño pueblo americano, único y particular.
Por eso Hawkins, mola. Y por esa pandilla de amigos hasta la muerte, viviendo en un revival ochentero entre sucesos paranormales y walkie-talkies, que nos ha enamorado desde su estreno con ese espíritu conquistado de la mejor época de los taquillazos de risas y sustos.
Ha pasado más de un año para que desde este Halloween, los hermanos Duffer, creadores de esta serie, ofrezcan los 9 episodios de la segunda temporada. 

¿Continuará el romance con esta secuela

Con ese aire familiar y vintage que ya intentó J.J. Abrams en cine y con Super 8, Stranger Things logra durante los 8 episodios de su primera temporada, transportarnos a las películas de Speilberg y Lucas, a las adolescentes de John Hughes y hasta a las de terror de Stephen King.
Con un dramático misterio y una ciencia-ficción con monstruo incluido, recupera las aventuras para adultos (descifrando un abecedario con bombillas de colores), jóvenes (con pactos de sangre y líos de instituto) y niños (con sus bicis y juegos de rol), logrando recrear tanto el ambiente como las emociones de aquellos maravillosos años. Sin plagio.
E igual da que digan que es homenaje, referencia o guiño; sea en un póster de Tiburón, Top Gun o Star Wars, sea en un tablero de Dragones y Mazmorras, sea por los diálogos que recuerdan la guerra fría en tiempos de Reagan… En Stranger Things todo nos recuerda y nos remite a los ’80; disfrutándose en cada plano de una nostalgia feliz, sin rabiosa melancolía.

Y es una gozada, un autentico flipe, sentir todo aquello que vivimos con E.T., Alien, Los Goonies, Cuenta conmigo, El club de los cinco, Admiradora secreta, Exploradores, Encuentros en la tercera fase, Portergeist y hasta Carrie… Aún con el mismo miedo y pérdida de inocencia, aunque el bicho en Hawkins se llame Demogorgon y exista un mundo Del Revés, al Otro Lado. 

Stranger Things

Tampoco se olvidan los Duffer Brothers de los buenos valores, el punto naif, la ternura y hasta el humor de entonces, autoparodiándose en la promoción de la nueva entrega, reinterpretando los carteles de aquellos míticos films por pura diversión.

Si hubiera que elegir la secuencia y esencia de la serie, sin duda el capitulo 3, titulado El cuerpo es de antología. Con un final de lagrimón, suena Heroes por Peter Gbriel mientras vemos abrazarse a todos y cada un@ de los personajes principales: una madre histérica por su hijo desparecido, unos chavales en bicicleta buscando al colega sin parar; un shérif de cuando tol mundo era güeno y una niña rapada de nombre Eleven y alias L (con traducción literal al castellano como Once y C), que practica la telequinesia y explota los ojos de los malos de la historia.

Stranger Things

En Stranger Things nada es nuevo, pero todo tiene su aquel y sorprende por igual Winona Ryder con un look pre-grunge, que Matthew Modine con un pelo a lo Jim Jarmusch.
Todo muy de la época. Como los elegantes créditos del principio -con grafía similar a la del Chupa-Chups y 1, 2, 3 de aquellos años- junto a esos prodigiosos sintetizadores que intuían modernidad y se han quedado como tendencia -utilizándose ahora, también, en Estoy vivo; esa estupenda serie de TVE con la que comparte ciertos elementos sobrenaturales-.

Así que el todo vale de Stranger Things resulta tan acertado como los mix de cassette que graba el hijo y hermano mayor, protagonista, con esas canciones que marcan la trama por lo que dicen o representan. Y si en la primera temporada oíamos Should I Star or Should I Go de The Clash y Atmosphere de Joy Division, entre otras, en la banda sonora de la segunda encontramos desde Queen, Scorpions, Duran Duran y Bon Jovi con Runaway, a algunos clasicazos de Cyndy Lauper y Police, pasando temazos de Barbra Streisand, Dolly Parton y hasta Billie Holiday..
Nada de Wham!, Prince o Madonna y sus hits de aquel otoño de 1984, cuando arranca la secuela con nuevas canciones y por supuesto, nuevos personajes.

En Stranger Things 2 queda claro quién prefiere a Bowie frente a Kenny Rogers, mientras un extraño doctor Owens (Paul Reiser) llega al pueblo. Y conoceremos además, al vecino simplón (Sean Astin, quien fuera uno de Los goonies) que ahora es el novio de la madre sufridora (esa Winona que robe, grite o sobreactúe, seguiremos queriendo), y al novato recién llegado a la escuela junto a su hermanastra Max (una de esas chicas con monopatín que siempre hubiéramos querido tener como colega)

Los chavales regresan a su normalidad entre dimensiones y figuritas de dragones.
Han crecido y se enfrentan a retos de mayores. Pero ahí está Dustin -el gordito y sabio de la pandilla-, siempre genial, manteniendo unido al grupo con su buen rollo.

Stranger Things

Y siguen en Hawkins, juntándose. Empezando la segunda temporada con una quedada en unos recreativos Arcade; esos videojuegos con récords en pantalla y sus 3 vidas antes del game over, que han marcado a más de una generación.
Vuelven las referencias. Y tal como ocurría en la primera temporada, todo tiene su aquel y su chispa; como los títulos de los episodios (Mad Max, el primero) y esas vestimentas de moda (andróginas y punks entre las féminas)
Pero cualquier chiste corre el riesgo de convertirse en broma pesada. Y parece que en Stranger Things 2, Los Duffer se fijan más en lo conseguido que en lo que nos cautivó. 

Stranger Things

Se prolonga la gracia -que la tiene-, pero el ritmo en crescendo de la primera tanda es impensable en esta continuación. Repiten referencias (mucho de Cazafantasmas), todo es más previsible y con demasiada explicación; como volviendo en exceso a esa infancia que mola, que ya habíamos madurado en la primera entrega.

Stranger Things nunca trató de que cualquier tiempo pasado fuese mejor. Sólo de disfrutarlo. Como ese primer amor que se convierte en duradero, aún con la rutina conocida.
Y aunque cualquier secuela pierde misterio y tensión, el romance con la serie continúa.
El entretenimiento permanece
, todavía hay momentos que convencen (ese precioso baile final) y quedan tramas por resolver (esos crí@s especiales con poderes como en Fringe)

Stranger Things

Tendrá tercera parte, pues, imitando las trilogías de los míticos blockbusters, cuando salvarse parecía más fácil con aquello de por mi y por todos mis compañeros… 

 

Mariló C. Calvo 

 

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