SNOWDEN
PATRIOTAS REBELDES
Oliver Stone tiene fijación con su país. Excesivo e intenso, siempre ha sabido entretenernos cuestionando a su manera, la historia americana de los últimos 50 años; homenajeándola incluso, lo quiera o no, desde la critica y la denuncia de un anti-americanismo de estilo muy americano. Buen cronista, pues, de un cine que guste o no, ha sabido reflejar con personalidad los sueños y pesadillas de los tótems más yankis (Vietnam, asesinos en serie, yuppies y brokers y por supuesto, Kennedy), continuando el trato con otros presidentes en cintas menores y hasta con Fidel Castro en un documental; pero también ha realizado un film sobre el 11-S, un biopic musical con The Doors -que por único es ya legendario- y hasta un Alejandro Magno.
Parece que ha ido perdiendo pulso en la narrativa de sus últimos trabajos, pero nos ha ido dejando un puñado de buenas películas como Platoon, Wall Street y sin duda, JFK; icónicos filmes de una época donde no se entendía el cine de Hollywood sin su presencia, destacando además como guionista de Scarface y El expreso de medianoche, por citar un par inolvidables.
Esos tiempos han pasado y sus fantasmas políticos y socioculturales parece que no interesan tanto ni resultan tan necesarios, pero Stone siempre vuelve a la carga con historias basadas en hechos reales que dramatiza a su manera, para contarnos aquello que no siempre se cuenta.
La película que ahora estrena es una de ésas; más actual que ninguna anterior, narra una realidad ya filmada y hasta premiada. Pero Oliver Stone, constante aunque menos incisivo, insiste esta vez en una de espías con romance, aún sabiendo que lo grabado en CitrizenFour por Laura Poitras es un excelente, crudo y tenso documental que ha ganado hasta un Oscar.
Snowden se remonta a los acontecimientos y vivencias previas que dieron lugar a la confesión del contestatario informático que reveló los documentos clasificados del Programa de Vigilancia Mundial de Estados Unidos, donde descubrimos que todos estamos investigados, lo crean o no.
Stone maneja en la ficción aquello que se quedaba al margen en el doc de periodismo puro. Y escribe un guión partiendo de los libros de quienes publicaron la noticia -germen del mismo doc– con permiso del auténtico personaje, junto alguna que otra reflexión en la novela del abogado que lleva su caso.
El film ofrece ese lado humano que tanto gusta a los americanos y sin perder interés, seguimos al rebelde que se enfrenta al sistema dentro del sistema, renunciando a su estado del bienestar y a su tierra de las libertades, que a la par, servía y amaba.
Valiente Snowden ante el inconformista Stone
Hacker y héroe, intruso leal o desleal compatriota que a sus 29 años y tras 9 días en un hotel de Hong Kong, consiguió contar al mundo entero que 1984 es el presente y que todos somos espiados desde la America del Big Brother, donde el control se vende como protección, siendo en realidad tal seguridad, abuso de poder y un tremendo engaño… ¿Quién traiciona a quién?
Después de su presentación en San Sebastián, nos atrevemos a cuestionar las mediocres críticas recibidas por esta última película del controvertido director neoyorkino, pues nos parece que mantiene el suspense, reconstruye el puzzle para todos los gustos y completa el retrato de un tipo amante del cubo de Rubik, que sin terminar el instituto llegó a ser el ingeniero – y espía, a su pesar- renunciando a su patria americana por un confinamiento en Rusia al contar la verdad -que parece que no le ha hecho libre, acogiéndose al clásico enemigo de USA como nuevo hogar-
Arranca con ganas y pierde algo de ritmo a mitad del metraje, pero cierra con un final emocionante de barras y estrellas. Este Snowden que nos muestra asimismo al soldado, al novio, al compañero de trabajo y al joven estresado y epiléptico con sus preocupaciones y anhelos.
Joseph Gordon-Levitt, experto en acentos y en interpretar personajes vivos contemporáneos (recuerden El Desafío), muta en el pálido Snowden con un portentoso trabajo de voz; pero también, desvelando la fortaleza de ese flacucho con los huesos rotos durante un entrenamiento militar, que le hizo abandonar su destino por herencia familiar en el ejercito, para cambiar el nuestro para siempre.
Junto al patriota, Shailene Woolley, que ya hace pelis para mayores y está estupenda como la novia liberal -interesante su presencia, atrayendo al público adolescente de la saga Divergente, cibernautas casi de cuna, hasta esta historia desde otro plano-.
Completan el reparto, los siempre correctos, Melissa Leo como la realizadora Laura Poitras y Tom Wilkinson como el periodista de The Guardian.
Aparecen Zachary Quinto y Scott Eastwood, algo estereotipados pero correctos. Y destacamos a Nicolas Cage como el simpático profesor acomodado a la mentira y a Rhys Ifans, que está genial como jefazo.
Parece que no podía ser de otra forma, pero sorprende gratamente el guiño final al Snowden-real a través de una pantalla-robot que gira hacia el auténtico Edward, para acabar informándonos de la situación legal y vida actual del verdadero protagonista; mientras nos señalan las empresas que se supone dejaron de espiarnos tras su testimonio, que ha cambiado hasta las leyes de Obama.
Y una ya no sabe por dónde salir cuando parece que se ha enterado, que ha aprendido, resultando luego algo virtual, ya que todo lo que les cuento lo escribo en un Mac y al terminar, lo colgaré en la red por gentileza de Google y compartiré en Facebook…
Sin escapatoria posible.
¿Quién dijo miedo?
Mariló C. Calvo