SI DIOS QUIERE, comedia italiana en estado de gracia – Charla con su director
CHARLAMOS CON EDOARDO FALCONE, director de Si Dios quiere
Una comedia que da ganas de creer
La Iglesia con sus vicios y virtudes está de moda, probablemente ya lo han advertido.
Parece que las creencias son también tendencia, colándose últimamente y más a menudo, en la pequeña y gran pantalla. Y no es que se esté convirtiendo en un género cinematográfico como el terror o la ciencia ficción, no es para tanto, pero roza ya el subgénero como esas películas de gánsters, médicos, artistas o abogados -que algo tienen que ver-, porque lo del musical y la animación es cuestión de gustos, siendo imposible de obviar Jesucristo Superstar y las superproducciones bíblicas de antaño, en tecnicolor y con efectos especiales, que como el cine dentro del cine está en otro plano; como Santa Teresa y Camino, que además de algo patrio y son de altarcillo.
Y ya que en la comedia o el drama se engloba todo estilo fílmico -y modo de vida-, parece que a estos asuntos de la Iglesia con los que nos hemos topado, les tienta más el western siempre con sus duelos y resucitando de tanto en tanto; como los eternos entre el Mal y Bien, aunque de todo hay en la viña… Dejándonos filmes como Las sandalias del pescador, Historia de una monja, Agnes de Dios, La Pasión de Cristo, La Duda, El código Da Vinci y hasta Ángeles y Demonios –rizando el rizo-, y las recientes Spotlight -Oscar a la mejor película el año pasado- que denuncia los abusos de la Institución Católica desde el exterior y en grandes titulares, y El club -igualmente de premio- mostrándonos sus apartados secretos desde el interior del mismo estamento.
Telepredicadores y sectas de todo tipo aparecen más que nunca en el cine y la televisión. Además de encontrarnos ante una Iglesia Católica para la que es justa y necesaria la ficción en busca de vocaciones y perdones -con el reality Quiero ser monja y la mirada hacia un Jesucristo más político en Killing Jesus de R. Scott- mientras tabúes como la resurrección se presentan en algunas que otras series sin zombies caníbales -la curiosa The Leftovers, la magnífica Les Revenants y en su nefasta versión, Resurrection-, a la par que el Papa Francisco espera su biopic televisivo por Sorrentino y con Javier Cámara en el reparto.
Pero antes y desde Italia también, se estrena en nuestros cines este fin de semana, una comedia en estado de gracia que da ganas de creer.
Dirigida por Edoardo Falcone, Si Dios quiere es la divertida historia de una nueva familia a la italiana. Desde las carcajadas continuas del comienzo a la sonrisa tierna final, Falcone combina las buenas intenciones con una crítica surrealista que consigue el divertimento con cada miembro del hogar: un padre soberbio, cardiólogo ateo y liberal; la madre ex rebelde y ex niña bien, reconvertida en ama casa en plena crisis y no de fe; una hija pija-tonta y un hijo que decide dejar su prometedora carrera siguiendo los pasos del progenitor, para convertirse en sacerdote.
Pero aún en la cuna del catolicismo, el planteamiento del chaval desconcierta a todos, incluyendo al moderno cura que le ha seducido hacia la fe. Pero será la mujer de servicio del clan burgués, la única que tras escuchar la noticia vuelva a sus labores tranquilamente y con su mandil comunista intacto (geniales sus brevissimas apariciones con ingeniosos comentarios)
Arranca la película con una frase de Franco Battiato (Deduco da una frase del Vangelo che é meglio un imbianchino di Le Corbusier) y aunque su canción Magic Shop no suena en el film -toda una pena-, la música acompaña a cada personaje casi con un estilo para cada cual -lírica para la madre, jazz en el padre y rock con el cura-, cobrando protagonismo en alguna escena con espíritu de videoclip que no desentona e igual anima.
Si Dios quiere mantiene el buen tono en los chistes (esa mudanza de la madre al cuarto pequeño y los desternillantes guiños al cine de la hija) y el ritmo de los gags hasta la mitad de la cinta, pero evoluciona hacia el buen rollismo y cierto convencionalismo heredado de la televisión como en aquella Autopista hacia el cielo, o en la compatriota Don Matteo con Terence Hill también de cura, que parodian en el film.
Gozando de unas buenas interpretaciones en todos los personajes, hasta en los más anecdóticos, destacamos en los principales al padre en la piel de Marco Giallini, ese doctor Tomasso a lo House pero más familiar y mediterráneo, y al sacerdote con su puntito de rockstar en la de Alessandro Gassman; secundados por una estupenda mamma Laura Morante, en el papel más amargo pero con el que quizá más se rían.
Durante la transformación de cada cual al entrar la religión en sus vidas, la película va perdiendo gracia frente al debate con la ciencia y termina posicionándose finalmente; pero esto también es cuestión de fe y lo que cada cual quiera ver.
Falcone juega a ser Capra y Aranoa en su debut -magnífica la secuencia del teatrillo de la familia alquilada-, pero se le nota su oficio de guionista dirigiendo su opera prima. Y como Unamuno quiere creer aunque va de Buñuel, cual ateo por la gracia de Dios.
Todavía quedan religiones por redescubrir, obviando los acercamientos al Budismo que suelen quedarse en bonitas panorámicas y a los musulmanes en la anécdota terrorista, mientras conocemos los Bar Mitzvah por las sit-com americanas y Wolly Allen parece haber superado su obsesión por Dios, como buen neurótico y judío que presume ser. Pero es la Católica la estrella entre la comedia, tras la irreverente El nuevo Nuevo testamento y la sentimental Si Dios quiere.
El Vaticano no se ha pronunciado aún pero apuesto que le gustará, porque que el patriarca sea un cardiólogo de nombre Tomasso -como aquel santo con su ver para creer– y que el otro Padre sea tocayo de San Pietro -aquel fundador de la Iglesia de Roma-, no es nada casual y hasta tiene su guasa.
Así que crean y de corazón, si les aseguro que pasarán un bravissimo rato ya sean agnósticos, espirituales o de Dios mediante…
Estuvimos en el Hotel Intercontinental de Madrid, hablando con el director y otros colegas.
La Cronosfera- ¿Quién te iluminó para elegir esta historia en tu primera película? ¿Quién te inspiró Dios o Battiato? (risas)
Edoardo Falcone– Fue el productor quien me iluminó (risas) Él me propuso estrenarme como director, me pidió una idea y le aporté ésta, aunque he de decir que Franco Battiato seguramente me iluminó, estoy seguro. La frase que abre la película está relacionada con el tema del film, claro, pero también es un homenaje para él sin duda.
L. C.- Lo vale. Como la secuencia que lo enlaza con la hija leyendo el principio del Evangelio con todos esos nombres… Quizá un homenaje también a la típica familia italiana que renuevas con situaciones no tan comunes.
E. F.- Si hubiera sido la típica familia italiana, hubiera sido algo muy trillado. La ironía de este film refleja una realidad italiana muy actual… Es como Tomasso, que es de ese tipo de persona que cree ser muy democrática y parece aceptar todo lo nuevo, pero que en cuanto se alejan de su posición, tiene problemas. Además está acompañado de unos personajes muy importantes en su vida pero muy distintos a él y que de alguna forma, tienen la función de molestarle… Claro que todo esto visto en clave de comedia, pero sinceramente creo que hay familias por todo el mundo que comparten muy poco entre ellos, tan sólo la sangre.
L. C.- ¿Cómo fue el trabajo con el reparto?
E. F.– Al haber estudiado actuación hace mucho tiempo, a mi me gusta mucho trabajar con y sobre los actores. Algo fundamental en comedia porque si los pierdes de vista, te equivocas. Yo se perfectamente lo que quiero; es decir, cuando les pedía algo muy especifico, también estuve muy pendiente de ellos porque a veces no entendían alguna cosa, como que no actuasen de una determinada manera o que resolviesen de otra forma, pero una vez todo montado, quedaron satisfechos. Es muy importante no transformarlos en caricaturas porque creas distancia con el público y es más difícil que reconozcan al personaje.
L. C.- Tomasso contrata a una segunda familia en una secuencia muy teatral y arriesgada que no desentona. Muy conseguida, está por encima de la parodia y los tópicos. pero muy al limite como el personaje de la autentica mamma, que te quedas con las ganas de saber algo más. ¿No te planteaste desarrollar más su drama?
E. F.– La película fundamentalmente tiene un protagonista que es Tomasso. Es la historia del recorrido de su transformación porque el coprotagonista Pietro es un personaje ya centrado y a través de él, permite a Tomasso transformarse. Todo gira alrededor de Tomasso y no todo puedo tener la misma importancia. Si hubiera ahondado en su mujer, quedaría como un cuerpo extraño y estaría en desequilibrio…
E. F.- Y volviendo a la secuencia teatral, que me interesa, déjame contarte que fue muy divertido el rodaje, porque aunque está en un tono distinto al resto del film, sabíamos que estábamos actuando dentro de la actuación y nos sentimos muy libres.
L. C.- Personalmente me gustó y me reí mucho.
E. F.- Gracias. A mí también me gusta mucho esa parte del film.
L.C.- Foto y música están muy trabajadas. ¿Tuviste en mente desde el principio el género musical para cada un@ de los personajes?
E.F.- El director de una película es como el jefe de todo; el que da el tono común y comunica el trabajo que desarrollan los demás, pero también está el director musical, Carlo Virzì, que venía y me decía qué tal esto aquí y yo le decía sí o no (risas)
L. C.- Te quedó alguna duda una vez acabado el montaje, ¿hubieras cambiado algo?
E. F.- Nunca sabes cómo va a quedar realmente ni las reacciones de la gente, como el telescopio en el cuarto del hijo y la metáfora con Galileo que me ha comentado un compañero vuestro. O como en Japón, que se fijaron en un muñeco de Godzilla en la habitación y me preguntaron por el homenaje a la película y ¡ni había caído! (risas)
L.C.- Por las competiciones cinéfiilas entre la hija y su marido, por aquello de Rainman y el guiño a Zeffirrelli…
E.F:- Es cierto (risas) Pero bueno, la verdad es que perfecta nunca queda una película y esta la he visto tantas veces que ya no quiero verla más. Porque hay momentos que reconoces los errores y piensas, quizá esto de otra manera… Pero bueno, hay que saber parar en alguna momento el producto final y para finalizar este film además, ya no había más dinero (risas)
L. C.- Qué te resulta más fácil, ¿escribir o dirigir?
E.F.- Son dos cosas distintas pero si lo consigo, me gustaría hacer ambos caminos. Por mi formación, no me interesa sólo dirigir, para mi no tiene sentido dirigir una película escrita por otros. Antes escribía guiones que pasaban a otras manos para ser dirigidos. Ahora escribo y dirijo mis historias, bueno, junto a Marco Martani con el que estoy involucrado en mi próximo proyecto que empezamos a rodar en Septiembre y del que nada puedo contar… Bueno, que es una comedia, ¡para variar! (risas)
L. C.- Quizá es intencionado pero al final, la película se inclina hacia la fe ¿No crees?
E. F.– Nos vamos transformando. Puede que dentro de unos años ni me interesa esta película, sería triste pero podría ser. Hay que vivir las cosas en el momento y luego, otras aventuras. Hice la película que quise hacer, pero no puedo decirte que creas o no creas y qué creer. Sinceramente lo que pretendo con el film es transmitir que la realidad humana no está hecha sólo de materia. No es un film sobre una u otra religión, esta más allá de una misma verdad y de todas las religiones. Se trata de percibir otras cosas y cambiar nuestra rutina.
Mariló C. Calvo
Mariló C. Calvo