PRESENCE: Un fantasma te está vigilando

Presence es un auténtico acontecimiento. No lo vivimos así porque el cine ya no suscita esa capacidad de mantener la expectativa por casi ninguna película y porque, aunque ésta sea dirigida por un profesional renombrado, y en su caso ganador del Oscar por Traffic, tampoco el hecho de que un director esté detrás de un título llama ya la atención del público. Tanto ha cambiado el mercado.

Y a eso ha contribuido Hollywood también, relegando los créditos iniciales a una secuencia final que ya a nadie interesa porque todo el mundo se levanta de su butaca para irse, porque para la mayoría ya ha terminado la película. Así como en las plataformas y en las televisiones generalistas. De este modo ya no se sabe quién la dirige, la escribe o la interpreta. Ya da todo igual. Y si hay secuencia adicional, tras tanto nombre de todo el que allí trabajó, obviamente no se ve.

Presence es el regreso a la sala grande de Steven Soderbergh, un director mayúsculo que lleva trabajando en la industria desde 1989, año en el que su ópera prima deslumbró en el festival de Cannes: Sexo, mentiras y cintas de vídeo, una cinta pequeñita que ya denotaba la enorme personalidad de Soderbergh tras las cámaras. Cine denominado entonces ‘Underground’, hecho con poco dinero, distribución limitada y estética acorde con los bajos fondos que solía retratar. Fue subiendo de categoría y haciendo un cine más comercial, coronándose en el año 2000 con dos películas fundamentales en la historia del cine, la ya citada que le dio el Oscar al mejor director y Erin Brockovich, que se lo dio a Julia Roberts como mejor actriz.

A continuación empezaría la saga Ocean´s Eleven. Soderbergh, por entonces, año 2001, era el rey de Hollywood. Así ha cambiado todo, veámoslo en perspectiva. Full Frontal, la estupenda Solaris, más Ocean´s… Steven Soderbergh ya estaba más que consolidado. A ellas les siguieron otros títulos que tenían al público pendiente de sus estrenos, y en 2011 rodó Contagio, esa obra maestra que fue el título más visto y más perseguido al comienzo de la pandemia del Covid… Seguimos señalando la importancia de Steven Soderbergh en el cine.

Pero precisamente acercándose los tiempos del Covid sus películas dejaron de tener éxito o directamente de verse en las salas. Perturbada, que era una película muy curiosa, no le funcionó bien, ni la espléndida Efectos secundarios, ni la estupenda La suerte de los Logan, y Déjales hablar, Kimi o Detrás del candelabro, posible nominación al Oscar para Michael Douglas que no llegó a concretarse, se vieron en distintas plataformas. Ya no era un director taquillero pero sigue siendo un artesano con mucho que contar. Por eso no se retira, algo con lo que ha amenazado en varias ocasiones argumentando que el cine ya no lo quiere, que a la industria ya no le interesa lo que hace. Y tal vez tenga razón porque hasta las mejores películas –Los chicos de la Nickel, recién estrenada en Prime sin pasar por los cines, con dos nominaciones al Oscar en su haber, película y guión adaptado-, las más entretenidas –El abismo secreto, estreno reciente en Apple Tv+- y más recomendables, se acaban viendo en las plataformas.

Por eso es tan importante que Presence haya llegado a los cines. Por eso, funcione bien o no, que deseamos que le vaya lo mejor posible, es una buena noticia que tras unos cuantos años Steven Soderbergh estrene de nuevo en la gran pantalla. Y lo hace con la película que inauguró el pasado festival de Sitges, con, incomprensiblemente, no demasiada buena acogida. Cuando es un portento del cine de terror.

Presence cuenta con un guión escrito por David Koepp, quien lleva desde los años 80 en la industria, dando lugar con sus libretos a películas míticas: La muerte os sienta tan bien, Parque Jurásico, Atrapado por su pasado, Mission: Impossible, Snake eyes… o las dos últimas entregas de Indiana Jones, aunque la cuarta no cuente para muchos entusiastas del personaje. A pesar de ella, es un escritor del que merece la pena ver su trabajo, y con Presence ha logrado el tándem perfecto con el director ideal para una historia que necesita ser contada de manera muy sutil.

Luci Liu interpreta a la madre de la nueva familia que entra a vivir en la casa

En Presence, una nueva familia se instala en la casa en la que se centra la acción. Y la hija se da cuenta rápidamente de que hay una presencia que la observa. Desde el armario, en su cuarto, sigue a la familia, va por las habitaciones y está muy pendiente de los movimientos que todos llevan a cabo. ¿Por qué? ¿Qué ocurre allí? ¿Cómo echarla? Llaman a una médium y les da su opinión, pero, realmente, ¿a qué atenerse?

La gran diferencia con otras películas con fantasmas en las casas es que ésta está contada desde el punto de vista de él. Vamos a ver lo que ve el fantasma y los personajes nos van a mirar a nosotros porque nosotros somos él. Nos convertimos en su punto de vista subjetivo. Por eso necesitas que detrás de la cámara haya un director con la solvencia y la capacidad para defender una narrativa semejante en un Hollywood que no quiere asumir riesgos. Por eso también Soderbergh quería retirarse, y afortunadamente no lo ha hecho.

Pero Presence es mucho más que el plano subjetivo de un fantasma vagando por una casa. Habla de temas tan actuales como la toxicidad en las relaciones, el abuso escolar y la sociedad en la que vivimos, que trata como héroes a las personas equivocadas. Más que una película de terror, que también funciona como tal, es una interesante cinta de denuncia social. Porque el cine no suele hacer denuncia social a través del terror, la suele hacer por medio del drama. Pero aquí Soderbergh cambia los parámetros y nos mete en otra dimensión. También por eso es tan eficaz. Si suele decirse que las comedias, sobre todo con humor negro, ayudan a que la realidad se denuncie a través de su filtro, el terror bien utilizado puede ser perfectamente otra vía de enlace entre el horror del género y de la situación que se plantea.

También el guión nos lleva por derroteros inesperados, poco explorados. Y tan bien hilados… Porque todo acaba encajando en este puzzle y nos quedamos asombrados de cómo el uso del terror también sirve para dejarnos claro hasta qué punto estamos viviendo en una sociedad enferma sin ser capaces, muchas veces, de darnos cuenta.

Salimos de ver Presence con una sonrisa en la cara. Ver una buena película de terror no siempre es fácil pero con este título lo conseguimos. Algo tendrá que ver en ello la mano maestra, y tantas veces ignorada, de Steven Soderbergh. Y un guión espléndido cuyo desenlace provoca más de un coloquio para exponer las conclusiones que cada uno haya obtenido. Eso también es bonito, que una película genere debate, que cada espectador tenga su interpretación de los hechos. Las mejores películas de Soderbergh no son planas, sus mejores trabajos tienen esta característica tan divertida, la de continuar entreteniendo incluso con la proyección finalizada.

Y ya estamos esperando su próximo trabajo. Lo hemos hecho desde que comenzó su carrera, desde que nos demostró que se puede hacer cine de otra manera, que se pueden contar las cosas desde un prisma nuevo, aunque a la industria no le guste demasiado. Mientras siga haciendo el cine que él quiere y sus admiradores de siempre comprobemos que sigue siendo el genio que fue, todo en orden.

Silvia García Jerez

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