UN MONSTRUO VIENE A VERME
Estuvimos en la Premier y os lo contamos antes del estreno
MUY BAYONA, LO MEJOR DE J. HASTA EL MOMENTO
Si te gusta Bayona, la llamada de este monstruo -título original de la novela en la que se basa- te encantará, sin duda alguna. Y si eres algo más reticente con su estilo -de incuestionable realización pero cierta tendencia a la sensiblería-, la nueva película del director te convencerá sobradamente.
Porque aún siendo muy Bayona, es lo mejor de su filmografía.
Un trabajo más maduro y redondo que sus anteriores, cerrando una trilogía sobre la maternidad y la muerte -según él mismo apunta- que progresa adecuadamente en clave de cuento, más cercano a la fantasía de El Orfanato que a la realidad de Lo Imposible.
En Un monstruo viene a verme todo está más controlado. Sus aciertos vuelven a sorprendernos con unos magníficos efectos especiales y sus fallos, esos agujeros de guión que lucían y deslucían sus films previos junto a cierta manipulación en las emociones -quizá al ser más realizador que autor, pues no firma sus argumentos-, están esta vez, más que bien justificados.
Y así cuando el joven protagonista grita al monstruo que los relatos narrados no tiene sentido, asimismo nos lo advierte a los espectadores, salvando cualquier posible duda o error; ya que hablar del dolor y la pérdida, aceptando que el amor no lo puede todo, no es fácil de expresar ni digerir, más cuando está destinado a un público generalista y de cualquier edad, con una apabullante campaña de marketing a su favor y a la par en su contra.
Pero todo alcanza su sentido al final, entre la paranoia y la ficción, ayudándonos a entender el miedo a la muerte y el abandono; también la aceptación de nuestras responsabilidades y el compromiso que implica para los demás y con uno mismo.
Pero vayamos al principio, como reza la promo, a cómo empieza esta historia…
Un niño de doce años tiene que luchar contra la dura enfermedad de su madre, con un padre ausente e inmaduro que llega tan sólo de visita, y una casi desconocida y estricta abuela que viene para quedarse a su cargo. Además el chaval es acosado en el colegio, mientras en su casa tiene que enfrentarse tanto a los monstruos reales (el cuidado de su madre, el reencuentro con su padre y las manías de la yaya que mantiene el hogar cual museo) como al fantástico árbol que cobra vida justo a las 12:07h.
Los dibujos que realiza el crío de manera compulsiva, heredando el talento de su madre, son su vía de escape. Es entonces cuando una ventana en un papel se convierte en la de su habitación y a su través, entre la realidad y el sueño, presenciamos al tejo que se transforma en gigante -en un magnifico equilibrio entre el terror y la ternura- y conocemos al árbol cuenta-fábulas que abre los ojos y viene a atraparle, a atraparnos.
Para vencer a los monstruos hay que mirarlos de frente y a los ojos. Ver el que cada uno lleva dentro y aceptarlo.
Durante toda la película, la realidad del protagonista se combinada con la animación hipnótica en las acuarelas de las narraciones del monstruo. Y aunque nos conduce ligeramente hacia lo que sentir, marca de la casa, no le falta profundidad aún en breves pinceladas; desvelándonos el desconcierto del muchacho y su lado más conflictivo, busca-broncas, así como su madurez ante la amargura del cansancio de la enfermedad, fastidiándole el visionado de King Kong con su madre, en uno de los momentos más dulce -y efectivo- del filme.
También los hay potentes, como el escalofriante último enfrentamiento del tejo y el ya adolescente ante el abismo, llegando a comprender que la vida no es ya un juego de niños y los mayores tampoco saben jugarla; y otros tantos, como aquellos que verdaderamente conmueven en las miradas que apenas cruzan nieto y abuela tras el quilombo montado por éste en el intocable salón, o la dureza de la confesión y el perdón de ambos en el coche, camino al hospital.
Con un logrado reparto, internacional en su totalidad, imposible no mencionar a Sigourney Weaver como abuela, manteniendo presencia y experiencia en todo momento; y destacar a la estupenda Geraldine Chaplin que siempre da gusto verla aún en una aparición menor, soltando una de las mejores ideas de la cinta tras la historia de El hombre invisible.
En Un monstruo viene a verme se juega al misterio y a lo mágico, eligiendo cada cual lo que ver, ofreciéndonos consuelo y diversión a la vista; porque todo está en los ojos, como bien dice la madre Felicity Jones a su hijo Lewis MacDougall, mientras le enseña a pintar el brillo que da vida a toda pupila.
Juan Antonio Bayona apura su estilo repitiendo el esquema triunfador de niño, madre y lloros, pero recordándonos que todo es un cuento y los sueños, sueños son.
Tras su paso por San Sebastián y Toronto, se estrena este próximo fin de semana. Y aunque a veces se vende la peli antes de tiempo, la nueva de J.A. Bayona cumple las expectativas creadas y triunfa con su espectacularidad y sentimentalismo (junto a la voz y maneras de L. Neeson para el espléndido Monstruo)
Estuvimos en la Première hace una semana rodeados del equipo de la película, casi todo el famoseo del cine español, algunos polític@s y hasta jefazos de Telecinco. No faltaron los comentarios sobre el tándem Spielberg-Bayona para la próxima de Parque Jurásico, confirmando que el director catalán domina ese nuevo cine de factura americana, resultando español, con la lección bien aprendida de los maestros del espectáculo y la mercadotecnia, consiguiendo un gran producto y una extraordinaria respuesta en taquilla.
En la alfombra roja del Teatro Real nos reencontramos con el trío de El hombre de las mil caras y saludamos a Carlos Santos a quien recién entrevistamos en La Cronosfera y también a Jose Sacristán al que adoramos y a Paco León al que seguimos sin parar.
La troupe de El bar de Alex de la Iglesia se dejó ver en el photo call, aunque la película se estrena el próximo enero. Y estuvieron Alaska&Mario, Concha Velasco y Loles León que posaron igualmente frente al cuidado cartel por el que pasaron otros rostros conocidos de la pequeña pantalla, tanto de los informativos como de distintas series televisivas.
Y por supuesto, ahí estaba elegante la Weaver, espléndido J. Bayona y encantadora la artífice que transforma en realidad todos sus proyectos, la productora Belén Atienza.
Tras el pase de tremenda emoción, vinieron los aplausos; largos y cargados de apoyo y agradecimiento. Luego, la fiesta en el Café Berlín. Todo un éxito…
Hay que seguir celebrándolo.
Mariló C. Calvo