NORMAN, EL HOMBRE QUE LO CONSEGUÍA TODO

Norman, el hombre que lo conseguía todo
Los zapatos más caros de Nueva York dan pie a la apasionante aventura de Norman (Richard Gere)

Norman, el hombre que lo conseguía todo es, por encima de cualquier otra consideración, una película inesperada. No se trata de que ya Richard Gere no ruede títulos destinados al gran público, comedias o dramas, lo mismo da, con un perfil que encaje en la parrilla de emisión de cualquier canal televisivo, es que el protagonista de Pretty woman se ha decantado por un film decididamente de corte opuesto.

Norman, el hombre que lo conseguía todo entra de lleno en el mundo de los negocios que cruzan su destino con la política. Y que muestra un planeta globalizado por medio de ambos. Nueva York y Oriente Medio se ven de pronto mezclados en esta interesantísima película que requiere más atención de la que en un principio parece.

Norman, el hombre que lo conseguía todo
El peculiar cartel de NORMAN, EL HOMBRE QUE LO CONSEGUÍA TODO

Porque uno entra en el cine creyendo que va a ver algo que luego no se encuentra. Y no porque el cartel no lo haya anunciado previamente, aunque de una manera muy sutil, con ese Richard Gere solitario en medio de un Nueva York representado a modo de jungla, sino porque no tenemos asumido que vayamos a encontrarnos con tan particular relato.
Norman Oppenheimer protagoniza esta historia, un hombre de negocios poco importante que está decidido a llegar a ser imprescindible en la vida de la gente influyente de Nueva York. Norman conoce y se hace amigo de alguien que si bien por entonces no se encuentra en su mejor momento, tres años más tarde conseguirá convertirse en el Primer Ministro de Israel. Madatario que, por cierto, pretende hacer llegar la paz en el conflicto con Palestina.
No se trata, por lo tanto, de una cinta habitual. Es más bien atípica y mucho más en una cartelera que empieza a tomar carácter veraniego con títulos de contenidos ligeros que nada tienen que ver con el que vamos a encontrar junto a Norman.
Los créditos finales, diseñados con un grafismo a modo de esquemas, nos resumen muy bien el alma de la cinta. Nombres ligados unos a otros, conexiones establecidas entre personas y, cómo no, pistas enigmáticas a modo de escudo, componen el día a día del hombre que lo conseguía todo.
El neoyorkino Joseph Cedar, cuyo anterior trabajo, la producción israelí Pie de página, fue nominado al Oscar a la mejor película extranjera el año en que lo ganó la iraní Nader y Simin, una separación, estrena ahora esta interesante propuesta que tal vez no sea citada cuando se recuerde la carrera de Richard Gere porque no se encuentre entre sus películas más comerciales, pero debería considerarse como una de las más recomendables de su filmografía.
Silvia García Jerez

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