MOONFALL: La amenaza de la Luna

En Moonfall, la nueva película de Roland Emmerich, un satélite descontrolado amenaza con destruir la Tierra en pocas semanas y un joven enamorado de la NASA, un chico que siempre soñó con ser astronauta pero solo tiene una página web desde la que lanza sus vídeos, lo que coloquialmente se consideraría un friki, y más en este tipo de películas, se percata del peligro que corremos sin que le hagan caso. Sí, es un punto de partida exactamente igual que el de No mires arriba.

Pero ésta es la nueva superproducción de Roland Emmerich, en la que vuelve a los proyectos gigantescos que lo han hecho célebre, tras Asalto al poder y Stonewall, a su cine de ciencia ficción. El director de Independence Day no va a recorrer el mismo camino, ni nos presenta una comedia corrosiva que en realidad habla de la estupidez humana como una masa global que no quiere enfrentarse a la realidad. Emmerich en seguida encauza este simétrico arranque para darle credibilidad al personaje que la busca porque por su lado, la ahora jefa de la NASA, Jo Fowler (Halle Berry) es consciente de lo que va a suceder y está en total sintonía con él.

Las tornas cambian para KC Houseman (John Bradley) y después de cuestionarlo, Brian Harper (Patrick Wilson), antiguo astronauta retirado por una misión que no fue como esperaba, recurre a su sabiduría para integrarla en la empresa aeroespacial que tanto lo necesita.

Y es que ese satélite descontrolado es la Luna, que se ha salido de su órbita y se dirige hacia la Tierra. Si nada ni nadie lo remedia. Estos tres intrépidos protagonistas van a descubrir la causa por la que esto está ocurriendo y Jo decide que, sin más organización, porque no hay tiempo para disponer de otro equipo, han de salir hacia la Luna, una vez más, para acabar con aquello que por su parte está intentando hacer lo propio con la humanidad.

Los tres protagonistas de esta historia de ciencia ficción,  Moonfall
Los tres protagonistas de esta historia de ciencia ficción

Roland Emmerich es un maestro del cine espectáculo. Eso lo tenemos claro todos. Independence Day fue un hito que aún hoy se admira, El día de mañana y sobre todo 2012 se cuestionaron más, pero es evidente que la marca Emmerich es un reclamo para la taquilla porque el cine de ciencia ficción en el que la humanidad está amenazada es un género que domina como pocos. Por eso, es de imaginar que Moonfall sea una de las películas más esperadas del momento. La pena es lo decepcionante que resulta ser al verla.

El guión es una locura. La idea que plantea al respecto de la Luna es un disparate y ya el desarrollo de la explicación a lo que sucede, un batiburrillo de teorías estrafalarias que solo conducen al rechazo. Es una lástima que alguien se proponga hacer una película así, que además no deja de ser bastante aburrida, protagonizada por personajes taciturnos que no son nada atractivos para el espectador.

En Moonfall no solo tenemos a los protagonistas, también están sus familias, personajes secundarios que tendrán sus propias tramas dentro de este film de aventuras en el que cada uno pone su grano de arena a la hora de llevar a cabo la misión central. De entre ellos, destaca Sonny Harper (Charlie Plummer), el hijo de Brian, un chico díscolo pero con la inteligencia suficiente como para comprender la situación y adaptarse a ella como el mejor dentro del equipo. Uno de esos personajes que, imaginamos, son preciosos de interpretar.

También cuenta con la presencia de Donald Sutherland en un papel testimonial, un poco en el orden del Señor X de JFK. Un actor imprescindible, de esas leyendas con las que los blockbuster cuentan momentáneamente y de las que resulta una gozada disfrutar, aunque se trate solo de unos pocos minutos en pantalla.

Por supuesto, Moonfall supone un despliegue de efectos visuales, una tromba de planos más técnicos que artísticos para mostrarnos la capacidad de la NASA para controlar la situación. Eso está bien, porque no solo podría ser verdad en el caso de que esto que plantea la película ocurriera, sino que, además, cinematográficamente hablando es espectacular. Por eso, el espectador que pida un blockbuster va a sentirse recompensado con ella a nivel visual.

La cosa cambia cuando pretendemos disfrutar también de la narrativa y de la explicación a todo lo que ocurre. En este caso ni el recorrido hacia ella ni la verborrea que trata de darle sentido a todo terminan de convencer, dejándonos atónitos ante la evidencia de que Roland Emmerich no haya logrado la película que esperábamos, sino otra mucho más frustrante.

Silvia García Jerez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *