La magia del maquillaje en el cine
La magia del maquillaje en el cine es uno de los talleres organizados por la comunidad de Madrid con motivo de la Semana del Cortometraje que se celebra del 9 al 15 de abril en la capital de España, que lo lleva organizando desde 1999 como una muestra de cortometrajes subvencionados por la comunidad.
Cuando hablamos de maquillaje, todos pensamos en los que el cine nos ha mostrado a lo largo de los años, sobre todo el cine de Hollywood, el más avanzado en las técnicas de los prostéticos.
Aunque en esa idea de la Meca del cine en realidad entren también las producciones de otros países que nos han ido fascinando y que forman parte de nosotros, como la medio británica saga Harry Potter y su malvado Voldemort, un Ralph Fiennes al que el maquillaje arrebata, entre otras cosas, la nariz, o la mexicano española El laberinto del fauno, que obtuvo el Oscar al mejor maquillaje en 2007 y que fue obra de dos profesionales nacidos en Barcelona, David Martí y Montse Ribé.
Es decir, en España también hay grandes profesionales a los que la industria reclama, que dominan el arte de la caracterización y que son capaces de maquillar heridas, moratones, de avejentar o rejuvenecer rostros, de adecuarlos a las épocas que el guión exige, de formar criaturas fantásticas a través de los bocetos que dibujan a partir de las ideas que el director lanza…
De todo ello nos hablaron Paloma Camargo y Anabel López Vázquez, dos mujeres que llevan en la profesión más de veinte años, que han pasado por TVE, por cortometrajes, series de televisión y películas de cine. Dos profesionales que primero nos situaron en el ámbito del tema a tratar con imágenes de trabajos espectaculares como el de Brad Pitt en El curioso caso de Benjamin Button u otros más asumidos, aunque llevaran su tiempo de retoque y afinidad, caso de Ben Kingsley en Ghandi, un actor que de por sí ya se parece al personaje, pero ante cuyo trabajo nunca hay que confiarse. El maquillador siempre tiene que aspirar a la mayor de las perfecciones.
Tras contarnos a la prensa y a los asistentes al taller que el trabajo del maquillador siempre se hace dependiendo de todo el equipo, de lo que pida el director, de lo que el actor acceda a hacerse o pueda (aunque no se cuente con ellas, las alergias a los productos los están esperando), de lo que el director de fotografía ayude con la luz que proyecte, del tiempo que se tenga, que a veces hay que madrugar más de lo que se querría, de los materiales… tras la exposición de lo que es necesario para hacer el maquillaje, las ponentes comenzaron con las prácticas.
Varias voluntarias salieron al estrado para someterse a maquillajes que representarían a una persona recién levantada (un simple lavado de cara que quede creíble ante la cámara), una demacración en la que la chica iba a quedar más enferma que sana, y sobre ese maquillaje, se aplicó una herida a modo de corte en un lado de la cara y un pómulo enormemente amoratado en el otro.
Las fotos que ilustran este artículo muestran hasta qué punto la clase fue interesante e instructiva. Solo queda que los amantes de la caracterización y el gore se apunten a los cursos en los que se puede aprender a recrearlos.
Silvia García Jerez