MADRID, ABOVE THE MOON: entrevistamos a sus protagonistas
La comedia romántica no tiene por qué estar estrictamente identificada con cualquier ciudad estadounidense, el Nueva York de Cuando Harry encontró a Sally o el Seattle del título original de Algo para recordar. También España puede ser el centro del universo de los personajes a los que vamos a acompañar durante una hora y media en Madrid, Above the Moon, el último trabajo del director Miguel Santesmases, responsable de La fuente amarilla o Días azules.
Bajo el cielo de la capital de nuestro país, Ernesto, el protagonista de la película, se hace pasar por quien no es para deslumbrar a las turistas con las que pretende ligar, sin caer en la cuenta de que una cosa es la ilusión del momento y otra muy distinta vivir una relación auténtica. En medio de sus propias contradicciones se topa con Alma, una chica con el nombre adecuado para empezar a ver las cosas de distinta manera.
A Ernesto y a Alma los interpretan Víctor Vidal y Rocío León. Ella fue una de las intérpretes de aquella joya coral que supuso el debut en el cine, aunque apenas tuviera distribución fuera de plataformas online, de Carlos Vermut, que poco después sí lograría llevar a las pantallas Magical girl. Por lo que concierne a Víctor, lo hemos visto en V.O.S., del reciente ganador del Goya Cesc Gay, así como en Vampyres, de Víctor Matellano, que al igual que este Madrid, Above the moon, se rodó en inglés. Sobre dicho aspecto de la película y otros tantos, Lacronosfera habló con ellos:
La Cronosfera: ¿Qué os llevó a hacer esta película?

Víctor Vidal: Cuando nos conocimos Miguel me habló de rodar una película a lo largo de un año, por actos, al mismo tiempo que se escribía la historia. Que lo haríamos sin diálogos escritos en gran parte. Me habló de planos secuencia. E interpretativamente compartíamos el background de la técnica Meisner y la predilección de la verdad sobre el artificio. Me pareció una locura atípica, valiente. Una aventura cinematográfica con muchas sorpresas de la que estoy feliz de formar parte.

Rocío León: Conocí a Miguel a través de una sesión de trabajo que se hizo para encontrar a la otra protagonista de la película y la verdad es que me gustó mucho su planteamiento, centrar el trabajo en la escucha y la acción reacción desvistiendo de otras cosas que quizás pudieran entorpecer la esencia de los personajes y la energía que se genera en la propia escena.
LC: Ernesto y Alma son dos personas mentirosas. ¿Hasta qué punto un actor tiene que defender su personaje en la pantalla?
R.L: Una vez decides hacer un personaje lo lógico es que lo defiendas e indagues para poder aportarle toda la verdad que te sea posible, por y para el servicio de la película y el personaje. Si un personaje llega a límites a los que a ti no te gustaría llegar, entonces la elección sería no hacerlo, porque una vez que te comprometes y aunque sea tópico, hay que ir a por todas.
V.V: En mi opinión el personaje es lo único que importa, el actor necesita desaparecer, quitarse de en medio desde que se da acción hasta que se corta para que éste se descubra y pueda vivir su historia mientras la cámara le espía.
LC: «Hay que ver cómo nos complicamos la vida. Con lo poco que importa todo.» Es la frase que más me ha gustado de la película. Toda una lección de cara a una actitud. Pero me temo que somos incapaces de tomarla en serio porque la propia vida no nos deja, y vuestros personajes son buena prueba de ello.
R.L: Desde luego, vivimos inmersos en nuestras preocupaciones, dilemas, dudas y la verdad es que cuando tomas distancia te das cuenta de que nada importa, pero si ya fuéramos maestros Zen y aplicásemos todas las frases mindfulness que vemos en facebook, igual sería todo un poco más aburrido, ¿no? Equivocarse y complicarse puede ser muy divertido, pero ey, sin drama. El apesadumbramiento y dramatismo es lo que me parece más aburrido y sinsentido.
V.V: Es una reflexión muy interesante sí, de esas que son tan verdaderas como difíciles de tener presente en el día a día. Somos humanos y caemos fácilmente en la tentación de dejarnos arrastrar por nuestros dramas personales, aunque el tiempo acabe poniendo todo en su sitio.
LC: ¿Es necesario mentir para intentar encontrar el amor?
V.V: Creo que no, y precisamente ese es uno de los problemas de Ernesto. Miente para alejarse de él, se niega a sí mismo. Y hasta que no comienza a desandar ese camino las cosas no fluyen en consonancia con lo que realmente desea encontrar.
R.L: Supongo que hay tantos amores como personas, así que ni idea. Pero claro, a priori diría que cuanto menos engaño y autoengaño más felices somos todos, pero ¡qué difícil!
LC: ¿Os encontrasteis cómodos rodando en inglés?
V.V: Sí, disfruto mucho trabajando en otros idiomas. En mis últimas tres películas tuve que rodar en inglés y, aunque en ésta tuve que improvisar bastante resulta que Ernesto tiene un nivel más básico que el mío así que podía permitirle algún patinazo gramatical o de pronunciación.
R.L: La verdad que me encantó, la mayoría de mis actrices y actores favoritos lo hacen en inglés así que es algo que he anhelado desde pequeña. El inglés por otro lado es un idioma que me divierte ya de simplemente escucharlo, hablarlo o leerlo, así que en ese sentido feliz.
LC: Rocío, ¿cómo fue rodar con Víctor?

L.C: Y por tu parte, Víctor, ¿qué tal fue la experiencia de rodar con Rocío?
V.V: Rodar con Rocío fue un placer y muy divertido, de hecho cuando hacia la mitad del rodaje hubo que hacer casting para algunos papeles yo le comenté a Miguel que podía ser una buena opción y lo que ella aportó a la relación de Alma y Ernesto lo podéis ver en la película.
LC: Seguimos contigo, Víctor, porque Bernabé Fernández tiene contigo algunas de las grandes escenas de la película, ¿por qué siempre funcionan tan bien los momentos con los «mejores amigos»?
V.V: Las secuencias de “mejores amigos” en este caso nos dan la oportunidad de no sólo ver, sino oír a Ernesto en confianza, más relajado, siendo él mismo. Y así tener indicios de qué hay detrás de la fachada, quién es realmente. Y la química que tuvimos con Bernabé (que está fantástico como Alfredo) ayudó mucho a crear esos momentos.

LC: Habéis rodado series de televisión y largometrajes, ¿qué formato preferís?
R.L: Pues la verdad que lo que me gusta es actuar y la adrenalina justo antes de que suene la palabra “¡Acción!”, luego dentro de eso siempre hay proyectos con los que sientes una mayor vinculación, pero no está necesariamente relacionado con el formato.
V.V: Me encuentro igual de cómodo en televisión, cine o teatro y los he alternado desde que empecé, aunque reconozco que cuando de pequeño me imaginaba siendo actor lo que veía era una pantalla gigante. El amor sigue ahí.
LC: Esta es una película sobre cine dentro del cine, llevando la ficción hasta el lugar que nos interesa, ¿el uso de ese tipo de juego ayuda a concienciar acerca de que solo en las películas pueden pasar cosas bonitas?
R.L: Creo que es en la vida donde pueden pasar cosas bonitas si dejamos de montarnos películas, y que más bien Miguel reflexiona sobre la naturaleza humana, el libre albedrío y el destino, pero esa es mi visión, habría que preguntarle a él.
V.V: Creo que una lectura posible es que nada ocurre por casualidad pero podemos escoger vivir el rol de víctima o hacernos responsables, y que si de verdad queremos vivir las cosas que vemos en las películas también tenemos que estar dispuestos a arriesgarnos a ese nivel. Algunos trenes sólo pasan una vez en la vida y parece que cada vez estamos más distraídos para cogerlos a tiempo.
LC: Esta es una película pequeñita pero habla de grandes cosas, como el amor, la soledad, la muerte, lo inesperado de la vida, ¿creéis que el público debería apoyar este tipo de cine antes que superproducciones que no se acerquen a lo cotidiano que nos afecta a todos?
R.L: Creo que las películas íntimas y humanas son necesarias y que quizás lo que hay que facilitar es el acceso a este tipo de cine para que el público pueda conocerlas y elegir si quiere verlas. La variedad cinematográfica me parece esencial y adoro algunos blockbusters, de hecho estoy deseando que estrenen Ghostbusters.
V.V: Mi respuesta sería que sí, que como público yo apoyo al cine nacional. Y me gustaría ir más allá: yo entiendo el cine no sólo como un negocio (que también) sino como una herramienta de comunicación. Un vehículo en el que no se puede expresar sólo con palabras. Como espectador, más allá del entretenimiento pasajero, de la evasión, sigo prefiriendo salir de la sala con alguna inquietud, alguna pregunta, algo que no tuviera antes de entrar. Me gusta que el cine ocurra en las calles de mi ciudad, me invite a cuestionar mi visión del mundo y a volver a abrir los ojos al misterio de la vida.
Silvia García Jerez