LOS DESPIERTOS LLEGAN AL TEATRO DEL BARRIO (y conversamos con ellos)

Los Despiertos comparten nombre e ilusión para levantar una poética función y eterna compañía, tras las identidades de Alberto Berzal, Israel Frías y Luis Rallo, quienes junto al texto y la dirección de José Troncoso, llegan al Teatro del Barrio con una obra creada ex profeso para el trío de intérpretes, recogiendo la amistad y humanidad que desprende todo el equipo y el mismo proyecto.

Los Despiertos asientan una compañía que lleva tiempo fraguándose, a la par que confirma a un autor y dramaturgo que ya triunfó con Princesas del Pacífico. Ahí es nada.

Desde hace casi treinta años Berzal, Rallo y Frías han ido participando en diversos montajes, tanto clásicos de la mano de José Carlos Plaza (Electra) y Miguel Narros (Panorama desde el puente), como otros más contemporáneos (1984, True West) y vanguardistas, llegando a intercambiar un mismo personaje para la misma obra, y representando algunas funciones fuera de los teatros convencionales (Los últimos días de Judas Iscariote), llegando incluso a adaptar La naranja mecánica para las tablas, en una inolvidable versión de Eduardo Fuentes.

Sin embargo, es ahora y al cobijo del Teatro del Barrio, cuando Los Despiertos se quedan para siempre, arriesgando con una propuesta que pasa de la arquitectura teatral del método, partiendo más del conflicto interior, en donde siempre se han encontrado, a la exposición del bufón y del movimiento de la mímica, por la formación de Troncoso.

En una escenografía sencilla, con una acertada música y una bella iluminación, Los Despiertos ponen en pie a un trio de noctámbulos basureros que, desde el clown, la chirigota y el esperpento, nos cuentan sobre salud, trabajo y amor -pues añadir ese dinero que cantaba la copla, no cuadra cual parné, cuando se gana el jornal barriendo los desechos y las miserias, de unos u otros, propias y ajenas.

Limpiando todo aquello que, probablemente, se volverá a ensuciar.

Día tras día, noche tras noche.

Entre sus escobones se cuelan los ecos, coros y muecas de estos tres tipos que juegan con lo encontrado, o se guardan algo de lo que se tira, aunque ya no funcione más.

Mientras en una coreografía de sueños y recuerdos, con muchas sonrisas y alguna lágrima, andan cuestionándose “grandes pensamientos” que dignifican sus vidas y ese trabajo, que acaba al amanecer, cuando el sol sale para todos.

Dicen que “la basura no tiene corazón”, pero queda la memoria de los objetos y de su pasado, revelándose a través de sus fantasmas y de unas confesiones a tres bandas, según avance el reloj vital de cada uno hasta su final, la dependencia de unos amores que encierran o atan, y el necesario curro que consume ese tiempo tan deseado.

Los Despiertos arriesgan con una función de historias mínimas y profundos gestos, gritando a quienes tienen alguna luz encendida y sueñan como ellos, cuando otros duermen.

Y ahí está el payaso, el mimo y el clown, presentándose por sus apodos y atendiendo a unos personajes que resultan ya entrañables; como Finto, “cortijano y con cara de medalla”, coqueto y el graciosillo del grupo,que tan bien es interpretado por Israel Frías con guasa y ternura. Mientas a Mediano le pone voz y cuerpo Luís Rallo, con algo de Chaplin y Buñuel, llevándose toda la abstracción y surrealismo del trío -siendo quizás, el personaje más difícil-. Quedando el tercero, El Grande, para Alberto Berzal, quien igual asusta que conmueve, cuando descubrimos que por el día le llaman Sebastián y arrastra una enorme sombra de mal querer.

Mas los tres, se desdoblan y despliegan en otros personajes, convirtiéndose en madres, amantes, doctores… Practicando esa complicidad que dan los años compartidos como compañeros y amigos, logrando que transcienda hasta la escena y surja, entonces, la poesía.

En apenas una hora, Los Despiertos les levantarán de su butaca, dejándoles con ganas de más. Disfrútenla hasta el 20 de Marzo, en el Teatro del Barrio.

LaCronosfera tuvo la suerte de asistir a un ensayo general, pudiendo participar de los comentarios de Troncoso y de la estupenda charla con un equipo que emana generosidad, honestidad y familiaridad.

L. C.: Lleváis mucho tiempo trabajando juntos y aunque nunca fuisteis una compañía con trayectoria al uso, parece que con Los Despiertos la asentáis más que nunca, despertándola de otra manera…

ALBERTO BERZAL: Como bien dices, nos conocemos desde la escuela de William Layton, hace mucho, mucho tiempo (risas). Al terminarla, formamos una compañía con el mismo nombre y La naranja mecánica fue nuestro primer montaje. con José Carlos Plaza dirigiendo y el texto de Eduardo Fuentes. De ahí nació la estructura base, o lo que luego ha ido ocurriendo a lo largo de los años. Porque aunque hemos ido trabajando individualmente con distintos directores, cada cierto tiempo nos juntábamos para producir o levantar algún proyecto, que a nosotros nos llamaba la atención por distintas razones. Normalmente eran textos anglosajones que abordábamos de una manera muy determinada. Y durante este tiempo, tomamos distintos nombres como compañía. Yo, suelo comentar que somos como los maquis (risas), un grupo que estamos en el monte y de repente, hacemos una acción; que es la obra, la función. Como además, hemos tenido la suerte de ir trabajando individualmente, no era fácil que se dieran las circunstancias para que todos nos pudiéramos comprometer por un tiempo determinado, para hacer un proyecto concreto. De ahí que nunca hemos tenido una producción estable, como compañía fija. Y hemos hecho todo, un poco, según venían las circunstancias. Pero al mismo tiempo, siempre hemos ido asociándonos con gente familiarizada con nuestra manera de trabajar, con la que nos sentíamos muy afines y de la que nos pudiéramos enriquecer y a la vez, que nosotros pudiéramos también ofrecer algo. Cuando llegó este proyecto, por primera vez, teníamos ganas de trabajar un texto en el que, de alguna manera, nosotros fuéramos partícipes de la creación -que nunca habíamos hecho ese tipo de proceso- y cuando barajábamos posibilidades, de repente, José Troncoso se cruzó en nuestra vida, y desde el principio hubo muy buena sintonía.

Los Despiertos
Israel Frías, José Troncoso (autor y director), Luis Rallo y Alberto Berzal (sentado) son Los Despiertos

ISRAEL FRÍAS: Fue aquí, además, en el Teatro del Barrio, que estaba con Las Princesas

LUIS RALLO: Fue amor a primera vista. Y con el equipo de La estampida (compañía propia de Troncoso), también hicimos muy buenas migas.

ALBERTO BERZAL: Y todo esto fue antes de la pandemia. Así que hemos ido retrasando el proyecto que, ahora, ve la luz, después de muchísimo tiempo…

LUIS RALLO: Junto a amigos que nos llevan acompañando durante todo estos años y que, de manera desinteresada, tenían que estar en este proceso, que realmente hemos terminado hace una semana, más o menos…

L. C.: Al participar en el proceso creativo, ¿cada personaje está pensado para cada cual?

LUIS RALLO: Empezamos en un taller con Troncoso y a partir de ahí, surge el material para que pudiera escribir. Y de lo que él veía, de la impronta que le dimos cada uno, imaginó unos personajes. Es verdad que él dice que lo ha pensado para la boca de cada uno, y que es una función que lo podemos hacer nosotros, porque hay algo muy nuestro, pero los personajes son universales.

ISRAEL FRÍAS: Además, como bien sabes, tenemos esa complicidad entre nosotros… ¡Que son casi treinta años juntos!

L. C.: Toda una vida. Toda la vida, juntos.

I. FRÍAS: Así es. ¡Es que es toda la vida! (Y no cabe duda. Ahí están las risas y las miradas cómplices entre ellos) Y eso, también, es lo que intentamos transmitir desde el escenario. Porque con los compañeros de trabajo siempre se crea algo muy potente y lazos muy estrechos, pero nosotros vamos a aprovechar los que ya tenemos como amigos, para prestárselos a estos personajes. Creo que eso está ahí, que funciona, y que es una parte importante de la función. Luego, además, está una técnica nueva para nosotros…

L. RALLO: Troncoso viene de la escuela de Philippe Gaulier, con un código distinto al que nos hemos movido, y nosotros del Laboratorio de William Layton. Son escuelas que se complementan, pero son técnicas distintas. Y para nosotros, eso, también es un reto. Y ha supuesto un salto al vacío, en ese sentido, porque es atacar algo que no es una zona de confort. 

I. FRÍAS: O sí (risas), porque yo estoy muy cómodo.

L. RALLO: Bueno, yo ahora empieza a estarlo (risas), porque mi personaje está muy abierto y expuesto. Hemos ido a trabajando los personajes poco a poco, para que nos sorprendiéramos. Y a mí, me ha aportado conectar con el niño y con la capacidad de juego que cada uno tenemos. Ha sido trabajar desde un sitio muy placentero y lúdico…

I. FRÍAS: Y como de esos códigos no hay antecedentes en nuestra trayectoria, estás entregado al doscientos por cien. Y es muy gustoso.

L. C.: Probando nuevas técnicas, ¿vais a llevar un estilo determinado? ¿pensáis seguir juntos, siempre, produciendo e interpretando?

A. BERZAL: Si es que sin pretenderlo mucho, ¡llevamos treinta años! (risas). Así que siempre vamos a estar juntos. 

I. FRÍAS: Me ha gustado eso de “siempre juntos”. 

A. BERZAL: Tenemos ideas y la pretensión es hacer muchas funciones con Los despiertos. Pero no queremos obligarnos a sacar x proyectos, cada x tiempo. No creo que funcionásemos bien, así. Nosotros vamos por otro lugar. A lo mejor Luis viene con una idea, yo encuentro un texto, o alguien nos propone algo, pero siempre tiene que haber una motivación, más allá de hacer por hacer, o de estar obligados como compañía.

L. RALLO: Claro que está la idea de mantener este espectáculo…

I. FRÍAS: A lo largo del tiempo. Incluso hemos hablado con Troncoso de cómo nos hemos imaginado dentro de veinte años, interpretado estos personajes ya mayores, no sé, con setenta años. Creo que crecen los personajes y el texto todavía cobraría más sentido,

A. BERZAL: Tendría otro peso.

I. FRÍAS: Yo creo que esta obra siempre la vamos a tener, ahí, guardadita. Y tengo la sensación de que estos personajes nos van acompañar siempre.

A. BERZAL: Además, es un montaje sencillo, en el buen sentido de la palabra. Se puede llevar a cualquier lugar sin necesidad de una superproducción, o un teatro enorme. Es muy versátil, no como o el Judas, donde éramos once personas en el reparto y era de lo más complicado. Aquí somos tres que nos conocemos mucho, y la podríamos rescatar siempre.

Los Despiertos
Los Despiertos

L. C.: Luis e Israel solían intercambiar los personajes en vuestros montajes. Y a finales de los ’90, compartieron el protagonismo de La naranja mecánica, con un texto tan difícil como fascinante. Puede resultar una locura, pero ahora que se celebran sus 50 años ¿os habéis planteado recuperarla? Como productores, claro, pues interpretar al “pequeño Álex” ya talluditos…

L. RALLO: ¡Tan talluditos! (risas)… Me encantaría que se volviera a hacer. Lo que pasa es que es ¡tan difícil!. Pero me encantaría que ese testigo lo pudiera coger alguien. Sería precioso que se pudiera retomar con otra gente. Además, el texto de Eduardo era una maravilla.

A. BERZAL: Tenemos mucho cariño a La naranja, pero también a todas las obras que hemos hecho, que ahí se quedan. 

Y así ocurre también con Los Despiertos. Pues sabemos que con Troncoso, además de trabajar la singularidad, el acento y la particularidad de cada uno, se trabaja el cariño y el cuidado. Disfrutando, siempre, para irradiar placer.

Troncoso cuenta que cuando conoció a Frías, Rallo y Berzal, “unos tipos muy normales, con naturalidad, humildad y sencillez”, pensó que “eran como una caja de colores, con tres colores muy raros, con los que quería jugar”.

También yo quiero volver a jugar con ellos. Así que repetiré función…

Deseando que Los Despiertos comiencen, de nuevo, a barrer, pensar y llegar a decirnos.

Mariló C. Calvo

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