LAS APARIENCIAS: El lado oscuro de la burguesía
Las apariencias parece un drama pero es un divertido thriller psicológico sobre las desventuras de un matrimonio francés en Viena que lo tiene todo pero al que le falta lo más importante: la alegría de tenerlo.
Eve (Karin Viard) y Henri (Benjamín Violay) son un matrimonio perfecto. O al menos eso aparentan. Ella es la responsable de una biblioteca y él un prestigioso director de orquesta y cuando Eve descubre que Henri le engaña, en lugar de demostrar su cólera mantiene la calma y urde un plan que poco a poco se le va de las manos.
Las apariencias se convierte entonces en un juego del gato y el ratón que para el espectador es sumamente atractivo porque la película nunca da lo que uno espera sino que va más allá y alimenta la originalidad a base de giros que le otorgan una luz especial.
Y es puro nervio. Nunca aburre, siempre ofrece una vuelta de tuerca más que le sienta de maravilla. Por momentos Hitcockiana, en ese concierto en el que uno espera cualquier cosa de la situación que se despliega en la pantalla, Las apariencias supone un acierto tras otro, todo para contar que la alta burguesía es un peñazo de sociedad y que lo mejor que puedes hacer es jugar con ella.
Protagonizada por Karin Viard, la madre sorda de La familia Belier, aquel hito del cine francés que conquistó nuestras carteleras en la primavera de 2015, que en realidad es oyente y la llevamos viendo desde que a principios de su carrera interviniera en la mítica Delicatessen, Viard le aporta a Las apariencias la locura que la película necesita, alejada de todo el ceremonial que rodea su estilo de vida, tan sobrio que en él solo cabe atiborrarse de bombones de Mozart si quiere añadirle algo de azúcar a su vida.
Las apariencias es una película deliciosa que mezcla con sabiduría y buen hacer el thriller con la ironía y la crítica social. Un cocktail que Marc Fitoussi, su director, basándose en la novela Svek, de Karin Alvtegen-Lundverg, maneja con enorme solvencia para ofrecernos un título fresco y perfecto para el verano, un divertimento francés con un nivel superior al del blockbuster más esperado, tal como estamos comprobando cuando tenemos la oportunidad de verlos. A veces la película pequeña es la que más satisfacciones da, y Las apariencias es el mejor ejemplo para poner a prueba esta afirmación.
Silvia García Jerez