LA MALA COSTUMBRE: Una joya contemporánea
‘Las niñas siempre estamos escuchando y nunca se sabe qué se agita dentro de cada una que puede ser dañado para siempre con una palabra.’ Por frases como ésta, por muchas otras, por reflexiones poderosas e imágenes que se impregnan en la retina para no volver a salir nunca de allí, La mala costumbre, primera novela escrita por Alana S. Portero, lleva siendo, desde que la editorial Seix Barral la publicó en mayo de 2023, un fenómeno literario que ha merecido, no sólo más de veinte ediciones sino una muy especial lanzada al mercado este mismo año, algo que no es muy común en el mundo literario y mucho menos con una novela publicada tan poco tiempo atrás.
Pero es que La mala costumbre es, por lo tanto, una joya contemporánea, y como tal se ha tratado desde la casa que la vio nacer, crecer y convertirse en un texto imprescindible para los miles de lectores que ha sumado, y que seguirá acumulando.
Porque no es nada fácil escribir una novela así, ni sobre el tema en el que se adentra. Así, en primera persona. La literatura, por lo general, y casi sin excepciones, está escrita en tercera. Partiendo de la mente del escritor se generan todos los personajes por igual, viendo sus hazañas, o sus desdichas, desde fuera, como si nada tuviera que ver con ellos a pesar de tratarse de su creador. La mala costumbre, por el contrario, nos muestra continuamente el plano subjetivo de la narradora y vemos directamente lo que ella ve, sentimos lo que ella siente… y asentimos a lo que piensa. Porque mezcla acciones con reflexiones y nos deja estupefactos ante cada una de ellas. No se puede ser más certera. Sus conclusiones, sus comentarios a las respuestas que obtiene o a cuanto observa son demoledoras.
Y es que Alana S. Portero nos acerca, y aquí pasamos al tema de La mala costumbre, que es la otra razón por la que nació siendo una leyenda en las librerías, a la realidad de una niña trans que desde pequeña sabe que algo no coincide en el cuerpo en el que ha nacido con respecto a lo que siente, y nos muestra con una precisión escalofriante hasta qué punto aquello que para un hetero no tiene importancia, para ella es un puente a un vacío que no puede llenar. Un comentario brabucón se vuelve en su cabeza una puñalada que deja una herida imposible de sanar.
La autora nos enseña cómo vivir en un mundo donde ser hetero no sólo se considera la norma, sino que es la única opción sexual que está bien vista y aceptada, supone una pesadilla para quien no siente que forme parte de ese casillero. Más que una defensa implícita de la diversidad en el amor, que por supuesto es, se trata de una exposición, sin techo de libertad creativa, acerca de la heroicidad que es para una persona diferente vivir dentro del refugio que representa ‘el armario’. Un refugio que en realidad no deja de ser una cárcel: allí estás a salvo de la marginación pero al no poder ser tú misma también te estás excluyendo de un día a día en el que no puedes participar activamente.
Nuestra protagonista, en cualquier caso, sí sentirá el rechazo y la marginación, a pesar de todo. No siempre se está a salvo, no siempre puedes ocultarte en el mundo. Alana S. Portero cuenta sus andanzas con una sensibilidad exquisita. Nos duele lo que cuenta pero no podemos dejar de admirar su talento para que hasta las situaciones más sórdidas se vean de la manera más poética. Es una novela de una maestría asombrosa.
Y no es autobiográfica a pesar de contar con trazos propios de la vida de Portero, como las referencias mitológicas en las que envuelve a su madre o a su tía, ya que la autora es vivaz lectora de obras de este género. Ella misma es una escritora trans y ha trasladado a su protagonista elementos muy personales, pero no es ella como tal. Estamos ante un relato ficcionado pero con una verdad que traspasa cada una de sus páginas y nos lleva tanto al San Blas de su infancia como a la época de la Movida madrileña, describiendo a la perfección la ciudad en la que la historia transcurre.
No se puede escribir mejor. Es otra de las características más destacables de La mala costumbre, la maravillosa literatura que nos alegra la mente. No siempre una novela responde ante la expectativa de una prosa que una accesibilidad y lirismo de la forma más brillante, y aquí nos encontramos con un escenario que une ambas virtudes con una perfección que nos lleva a enfrentarnos a situaciones dolorosas contadas con sencillez y con una belleza arrasadoras.
Y ese final. Qué prodigio. Cómo se llora y cómo se quiere recomendar la novela en cuanto la acabas. También por está triunfando, porque ese final redonda una historia sensacional que debería ser lectura obligatoria en los institutos para acercar esta realidad a quienes no quieren aceptar que existe. Pero ahí está, y muchos de quienes la sufren siguen callando por miedo a lo que pasará, al qué dirán. Porque se sigue diciendo y haciendo, y ese ‘armario’ sigue siendo un refugio. Y la literatura, otro. Pero cuando surge una novela como La mala costumbre, capaz de abrir mentes, es posible que también abra corazones y el tema trans en la infancia pueda verse como algo que ocurre, que sucede, y que puede romper muchas vidas si no se trata con la normalidad que la persona que lo vive requiere.
La mala costumbre ha llegado para hacer Historia, para convertirse en un hito de la literatura, pero también para abrir una puerta a la esperanza en una sociedad que incluso hoy ve con recelo una identidad sexual que camina junto a quienes no tienen problema alguno con la suya. Un fenómeno literario cuyo éxito confirma la inmortalidad que ya supone su mera presencia en los estantes de las librerías.
Silvia García Jerez

