La casa de Jack, de Lars von Trier (The house that Jack built)

Y Lars von Trier lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a revolver nuestras conciencias, a poner nuestra mente al revés y a darnos una película de la que hablaremos muchos días después de verla. Se trata de: La casa de Jack (The house that Jack built).

Es la segunda vez en su filmografía que el director nos regala una “comedia”. Recordemos su primera incursión en el género con la cinta El jefe de todo esto (2006), solo que en esta ocasión se trata de la vida y “obra” de un asesino en serie, el Jack del título, encarnado por Matt Dillon. Como es de esperarse, no se trata de una comedia al uso porque está dirigida por Lars von Trier, uno de los cineastas más controvertidos en el panorama fílmico de los últimos veinte años, por lo menos.

La incomodidad se respira a escasos minutos del inicio del filme cuando asistimos, asombrados, al “primer incidente”, que es cuando se desvela el “oficio” del protagonista: asesino de personas vulnerables, y con vulnerables no solo me estoy refiriendo a mujeres, pero eso le toca al espectador descubrirlo porque todavía faltan tres incidentes más.

Esta película, además de contar la historia de un serial killer, incluye, entre capítulo y capítulo, imágenes que retratan, entre otras cosas, trozos de la historia del mundo en su vertiente más violenta (por ejemplo, la segunda guerra mundial) para llegar a la conclusión de que, en muchas ocasiones, el desarrollo del arte se nutre de situaciones de violencia tomándolas como inspiración sin que esto quiera decir que el creador sea violento / racista / asesino. Nada más se basa en estos hechos para desarrollar una idea y plasmarla en sus obras.

Si lo pensamos a partir de lo que le ha ocurrido al propio von Trier a lo largo de su trayectoria, entenderemos que el cineasta intenta explicar en esta ocasión cómo se alimenta de ciertas situaciones para poder plasmarlas luego en su filmografía. No porque alguien trate el tema, por ejemplo, del racismo, es necesariamente racista; no porque sus cintas versen sobre historias de mujeres en situaciones extremas quiere decir que sea misógino. Lars ha creado grandes personajes femeninos para sus películas, mujeres complejas, inteligentes, en algunos casos manipuladoras, pero siempre se le ha tachado de que la misoginia está latente. Es decir, los críticos y parte del público se toman las historias de manera literal. No han entendido nada.

Una gran parte de esta idea está plasmada, con toda intención, en La casa de Jack. Los personajes encarnados por mujeres son justo como si los hubiese creado alguien con problemas con el género femenino. Mujeres histéricas, poco inteligentes, confiadas en exceso, totalmente alejadas de las mujeres protagonistas predecesoras del cine de von Trier. De una Grace (Dogville), de una Justine (Melancholia), o incluso de Ella (Antichrist). Las chicas del La casa de Jack son parte del estereotipo latente en gran parte de la historia del cine. El director nos dice que siempre hay una segunda lectura en sus historias para poder entender el fondo real de las mismas.

Y luego, claro, está el hilo conductor, Jack, a quien seguimos en su periplo de convertirse en serial killer durante, más o menos, doce años. Este singular personaje, que también se define como artista, va afinando su técnica asesina para crear lo que será su gran obra. Exactamente como en los vídeos insertados en la película, pero esta vez de forma literal (dentro de esta ficción), los muertos que va a dejando a su paso serán parte fundamental de su creación final.

Durante todo su camino, Jack tendrá un guía-confidente (Bruno Ganz), a quien relatará todos sus macabros crímenes. Este misterioso hombre podría interpretarse como la conciencia del protagonista, con quien, en cierta medida, se desahoga y se confiesa, además de que también le servirá de guía hacia su destino final.

No podemos sino recomendar encarecidamente que no os perdáis La casa de Jack, un filme que se puede leer de muchas maneras distintas, que se puede disfrutar, que se puede sufrir, pero sobre todo, que se puede pensar. Lars… ¡lo has vuelto a hacer!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *