HERE: La vida desde el salón
Here no es la película que imaginas pero eso no desmerece a la que realmente es. Y por mucho que te cuenten en qué consiste el experimento dirigido por Robert Zemeckis, hasta que no la ves no te haces una idea del universo en el que nos va a sumergir.
Porque Here está basada en el cómic de Richard McGuire publicado en 1989 en el que desde un mismo punto de vista, el salón de una casa, se nos cuenta la vida que allí tiene lugar, con las familias que lo van habitando a lo largo de los años. McGuire superpone en sus viñetas los años y los personajes para que visualicemos correctamente hasta qué punto todos hacemos más o menos las mismas cosas, generación tras generación. Sólo así podemos ver el paso del tiempo desde el mismo sitio.
Robert Zemeckis, responsable de Regreso al futuro o ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, tiene ya tanto prestigio que sólo necesita demostrarse cosas a sí mismo. Ni pretende convencer a nadie de su valía ni tiene que hacerlo. Su enorme y brillante filmografía le otorga una credibilidad que se ha ido ganando y su nombre es sinónimo de calidad, aunque algún título de su carrera nos pueda gustar menos. Por lo tanto, se lanza a su siguiente proyecto con un pasado sólido que le funciona como la red en la que caer si éste fracasa.
Y acomete Here con la valentía que implica. De tal manera que se pone en marcha con sus más grandes aliados: Eric Roth al guión adaptado del cómic y Tom Hanks y Robin Wright como la pareja central que vamos a ver moverse por ese salón. Tal vez no sea necesario pero siempre está bien recordar que fueron su guionista y sus intérpretes cuando rodó Forrest Gump. Un equipo de primera división que vuelve a unirse 30 años después.
Ellos son el reclamo de Here. Todos ellos, pero sobre todo los actores, la cara visible del grupo, aunque leer a Robert Zemeckis en el cartel también tenga su peso. Y como reclamo que son, dos estrellas de ese calibre, es fácil que los espectadores deseen ver el resultado de su trabajo sin más indagación. Y a muchos les va a parecer extraño cuanto vean en un principio en la pantalla: dinosaurios, glaciaciones, la construcción de la casa en 1900… ¿Dónde está Tom Hanks? Ya llegará, cuando a su personaje le toque.
Robert Zemeckis nos cuenta, en esta perfecta traslación del cómic a la gran pantalla, la historia del mundo desde un mismo punto a lo largo de los siglos. Se centra, sí, en una familia en concreto, pero sus tramas secundarias son habitadas por personajes que no son siempre los de Robert, Margaret y sus allegados. Veremos animales, a los indios o a los primeros americanos en carruajes que han pasado por delante de ese punto en concreto de la geografía norteamericana. Todos ellos mezclados en continuos saltos temporales. Porque el espacio es el mismo aunque no siempre hubiera una casa construida en él.
Here es, por lo tanto, lo más parecido a un experimento que podemos encontrar en la cartelera. Una forma narrativa única a la que cuesta acostumbrarse, por lo novedoso, pero en la que entramos con más facilidad de la que pueda pensarse al describir el proyecto. Y es un prodigio ver cómo todo encaja, el presente con el pasado, y las situaciones de unos personajes respecto a las de otros. Cómo todo encaja y la manera en la se nos muestra. No es fácil hacer algo así y que resulte espectacular, pero eso es lo que acaba siendo Here, una película espectacular. No es Forrest Gump aunque tenga a los mismos actores y aunque también repase la historia del país. Ni siquiera aunque incluso tenga un uso asombroso de los efectos visuales. Es otra historia, otra película. No comparemos una con la otra, que la novedad siempre saldrá perjudicada frente a la leyenda.
Y Here es, además de todo eso, una preciosidad. Ir conociendo a esa familia, en la que las mujeres son el eslabón más fuerte -sí, en todas las épocas de la humanidad, comprobamos-, nos hace disfrutar enormemente como espectadores. Y asistir a la grandeza de Robert Zemeckis como director, una vez más, es asombroso. Pasan los años y no se deja talento por el camino.
Here no ha debido ser fácil de hacer. Ni de producir. La sola idea de decidir que vas a llevar este cómic al cine ya es una aventura. Ya sabemos que actualmente la tecnología ofrece herramientas de sobra para lograrlo, rejuvenecimiento facial de los actores incluido, pero no debe ser menos cierto que este film tiene un trabajo de postproducción descomunal. Y los actores, en esta obra de teatro en un solo escenario que en el fondo es la película, no pueden estar mejor. Protagonistas y secundarios. Esa Robin Wright dándole tantas capas a su Margaret, ese Paul Bettany bordando cada momento de Al, el padre de Richard. Son puro oro y parte de los quilates que forman la joya que es esta película masacrada por la crítica en sus primeros pases en Estados Unidos, e ignorada por el público norteamericano cuando llegó a sus salas el 1 de noviembre, lo que frena su carrera hacia los premios hasta el punto de que no parece que vaya a competir en ninguna categoría en ellos.
Pero eso no debe ahuyentar a los espectadores en España. Lo suyo sería darle la oportunidad que se merece y verla con ojos nuevos, sin Forrest Gump en el recuerdo, aunque tal recomendación parezca una quimera. El pasado ahí está, la propia Here se encarga de recordárnoslo, pero el presente también es precioso, nos puede emocionar igual. Y lo hace. Porque Here es tremendamente emocionante. Digna de provocar los más bellos lagrimones. Está llena de verdad, de ternura, con pizcas de humor y de drama, pero sobre todo está llena de cine. Del mejor cine.
Silvia García Jerez