ESCAPE: Libertad entre rejas

El genial primer cartel promocional de la película

En Escape, la última película de Rodrigo Cortés, un desesperado N (Mario Casas) le grita al juez que lleva su caso (José Sacristán) ‘¿Qué tiene que hacer un hombre honrado para que lo metan en la cárcel?’ cuando ve que todos sus intentos para que lo condenen a estar entre rejas se van frustrando. Es una frase de una contundencia, de una tristeza y de una lógica apabullantes.

N es el protagonista de esta historia tan terrible. N, sí, tan sólo N. Es un hombre que tras llevar un año hundido por algo terrible que le ocurrió entonces no quiere tomar una decisión más en su vida. Quiere desaparecer, estar en la cárcel para que todo en su día a día esté controlado por los demás y no pueda hacerle daño a nadie. Pero sus actos vandálicos para que lo arresten no le sirven a su propósito porque no comete delitos. Y además, el juez considera que es un sujeto muy particular que no tiene que entrar en la cárcel pero que le está dando más trabajo de lo que esperaba porque no admite sus negativas.

Por otro lado está su hermana (Anna Castillo), que no comprende por qué tras haber pasado un año del hecho que marcó su vida aún sigue metido en sí mismo sin querer ni siquiera hablar con nadie. Su hermana se desespera y sus reacciones a la inacción de N son tan llamativas como divertidas.

Porque Escape, a pesar de su drama de base, que es enorme, es sobre todo una comedia. Una comedia muy divertida. Una comedia muy divertida sobre la salud mental. Sí, este punto hay que tomarlo con cautela por lo que supone, porque el concepto no es precisamente fácil de asumir. Pero Rodrigo Cortés es un director lleno de talento con una habilidad especial para hacer de lo difícil un paseo por el campo.

Anna Castillo interpreta a la hermana de N (Mario Casas), enEscape
Anna Castillo interpreta a la hermana de N (Mario Casas)

Basada en la novela de Enrique Rubio, Escape está producida por Martin Scorsese. El director norteamericano conoció a Rodrigo Cortés en unos premios Princesa de Asturias, en los de 2018, y le expresó su sincera admiración por su trabajo. Recordemos que Scorsese es un gran cinéfilo, de todo tipo de filmografías y nacionalidades, por lo que no es raro que conozca la de Cortés, que además ha trabajado en varias ocasiones en proyectos rodados en inglés. Buried y El amor en su lugar, dos de sus obras maestras, fueron películas hechas en ese idioma. Y la demostración de su admiración llegó más allá: pocos días después de su visita a Asturias, Scorsese llamó a Cortés para interesarse por su siguiente proyecto. Escape, le informó. Y su entusiasmo fue tal que decidió producírsela. Scorsese siempre con tan buen olfato.

Escape es una de las joyas de la temporada pero juega en contra de ella el ser demasiado inclasificable. Sí, es una comedia acerca de un drama pero ese es diagnóstico tras haber concluido su visionado. Mientras éste tiene lugar nos encontramos en escenarios a los que no nos hemos enfrentado nunca como espectadores. Tenemos incluso un momento musical en medio de todo lo planteado. De lo más brillante, pero no deja de desestabilizar al formar parte de un metraje que ya está siendo bastante inquietante. Porque no saber qué te espera a continuación es, como espectador, algo a lo que no estamos acostumbrados. Que una película se desarrolle sobre arenas movedizas es un reto para el espectador, pero Rodrigo Cortés sale de ellas airoso, como quien se quita una pelusa del hombro.

A su buen hacer contribuye, claro está, el equipo con el que juega, que es de absoluta primera línea. Unos actores sensacionales, un guión magistral, una fotografía sobresaliente -Rafa García es el maestro-, un ritmo trepidante que le da el mismo Rodrigo a los mandos del montaje, y un humor, ya decíamos, irresistible. Reírse con lo que vemos, no de ello, no confundamos, es una heroicidad, un logro importantísimo para poder sobrellevar mejor la tragedia que rodea la vida de N. El laberinto en el que está metido es terrible para él pero las carcajadas que surgen de las situaciones por las que pasa son terapéuticas.

N (Mario Casas) dirigiéndose a la cárcel, por si lo dejaran entrar, en la película Escape
N (Mario Casas) dirigiéndose a la cárcel, por si lo dejaran entrar

Mario Casas realiza en Escape uno de sus mejores trabajos, y los tiene muy muy buenos. Su N es de los personajes que hacen época y su manera de meterse en ese atormentado ser, lleno de tics, no ha debido ser nada fácil. Sus enfrentamientos con su hermana o con el juez también son dignos de aplauso, momentos hilarantes que exponen de forma clara el infierno en el que está sumido el personaje. Y es que tanto José Sacristán como Anna Castillo están sublimes en sus cortas apariciones, intentando meter en vereda a un tipo que se esfuerza por ser intratable.

Aunque los actores más secundarios de esta ficción son igualmente destacables: Blanca Portillo, Guillermo Toledo, José María Pou, David Lorente o Albert Pla. Todos aportando su granito de arena a esta genialidad.

Pero Escape no sólo es la tragedia de un hombre que quiere desaparecer del mundo también es el retrato de un sistema en el que no hay sitio para los que no están de acuerdo con las normas. N no entiende por qué no puede ir a la cárcel, por qué tiene que delinquir para obtener la libertad entre rejas que tanto desea, cuando él paga sus impuestos y tiene, por ello, derecho a ir donde prefiera, y la cárcel es su elección. Tampoco entiende por qué no puede quitarse el nombre y no llamarse nada, por qué no puede ser una persona sin identidad. Un vivo muerto en vida.

El mundo no está hecho para quienes, sin querer matarse, no quieren estar presentes en él. Una situación compleja con la que nos resulta fácil empatizar porque la película en sí es un espectáculo que nos pone frente a un espejo que reconocemos, frente a un mundo hostil en el que vamos muchas veces como muertos vivientes en un vagón lleno de otros muertos vivientes, zombies en igual situación que la nuestra, y del que nos querríamos bajar. Al menos un rato, para descansar. Para lograr una paz mental que la rapidez del día a día no nos permite alcanzar.

Y que Escape nos cuente todo esto con el humor más negro posible pero invitando a la reflexión de lo que supone la salud mental en un mundo y en un momento tan complejo como el que vivimos es fascinante. Escape es una de esas obras magnas que merecen ser en centro de atención. Una película importante que habla de cosas que importan. Y que divierte para que esa importancia trascienda.

Silvia García Jerez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *