EL AÑO DE LA PLAGA
Que El año de la plaga sea un remake no tendría por qué asustar a nadie, y mucho menos a los responsables de la película, porque no tiene nada de malo, por mucho que mil veces nos metamos con el hecho de que se rueden en bucle, que una historia se cuente una y otra vez.
De hecho, de eso va el cine y dentro del cine los éxitos que este tiene. Porque que Pretty Woman sea líder de audiencia todas las veces que se emite no es casualidad: nos gusta la repetición. Somos como niños.
El mejor ejemplo para dejar claro que no pasa nada por contar las veces que sea la misma historia está en la raíz de la película que nos ocupa. El año de la plaga.
En 1956 el cine conoció, gracias al serial publicado por Jack Finney en Collier´s magazine, cómo se iba fraguando, por aquello del serial, La invasión de los ladrones de cuerpos, en el que unos alienígenas llegaban a la Tierra para convertir a los humanos en réplicas perfectas de ellos mismos pero carentes de sentimientos y emociones.
La pelíucla se convierte en un clásico de la serie B y Hollywood, que siempre ha rodado remakes pero que entonces no centraba en ellos su industria, rodó una nueva versión que en inglés se tituló igual pero que en España se llamó La invasión de los ultracuerpos.
Corría el año 1978 y Donald Sutherland protagonizó aquella joya en la que mientras los humanos duermen los aliens cocinan su nuevo yo con la misma carcasa pero con un interior vacío.
La versión de Philip Kaufman contenía el plano final más inquietante de la historia del género, un clásico que, esto sí, no puede copiarse en nuevos remakes porque todavía hay momentos del cine que hay que respetar. Y por supuesto, las dos versiones se hicieron igual de famosas, porque cuando el remake es bueno no hay pega alguna que poner y como tal se reconoce.
Basada en la novela de Marc Pastor, en 2019 nos encontramos con El año de la plaga, un título que ya nos va remitiendo al contenido y nos avisa, sin necesidad de echarle un vistazo al trailer, de qué vamos a encontrarnos en el largometraje.
Pero vemos el trailer y nos confirma que será una nueva mirada a esta historia de aliens colonizando el planeta a partir de una planta que hace mutar a las personas y las devuelve a su día a día aparentando ser quienes eran pero claramente sin serlo.
Y la idea está bien, porque si hemos tenido varias sagas de El planeta de los simios y sus guerras y confrontaciones, por qué no vamos a evolucionar y a recibir, si la película lo ofrece, una vuelta de tuerca a lo ya visto, una invasión de ultracuerpos actualizada a 2019 con lo que eso implique. No hay razón para no hacerlo. Es más, sería bienvenido.
Y digo sería porque El año de la plaga no consigue estar a la altura. Cuanto más consciente es de ser un remake más cae en las garras de una mediocridad con la que no empieza pero en la que, como el sueño de los habitantes que van siendo convertidos, parece que no hay marcha atrás en el proceso.
Como digo, El año de la plaga comienza bien, con el eucaliptus amenzante como base para la invasión. El tono es de comedia, ahí está Silvia Abril para marcarlo, por cierto, pero permanentemente se desarrolla en una atmósfera inquietante de suspense e incluso terror, entendido este como mal rollo, que está realmente lograda.
Pero en cuanto el argumento se centra en la invasión, en ir observando sus consecuencias, en ir huyendo de amigos y familiares que han caído en la réplica, todo se va esfumando y la grandeza inicial se transforma en incredulidad ante el patetismo que el nivel al que va bajando el resultado.
Iván Massagué es el Victor protagonista. Un actor cuyo rostro tal vez muchos no asocien con su nombre, pero que ha aparecido en decenas de títulos, algunos de ellos míticos, caso de El laberinto del fauno, y otros un tanto menos, como Los últimos días, otro film de ciencia ficción, con José Coronado en este caso, o Cerca de tu casa, el musical con Silvia Pérez Cruz.
Aquí Víctor es un hombre torturado porque su novia lo ha dejado y no acaba de encajar en la oficina y sus amigos tampoco es que sean de mucha ayuda y el caso es que descubre, en medio de su desesperada vida, que hay una planta que está haciendo furor en el barrio, que todas las madres y amigas de las madres se la están comprando, que tiene efectos tan nocivos como para convertir a las personas en otras.
Un estudio en el laboratorio demuestra que la planta tiene, no solo la vida propia de todas, sino que además, si la atacas, chilla. Y eso ya no es tan común. Pero claro, mientras investiga el caso con su ex, la plaga sigue adelante, y no hay quien la pare. Y además, cada vez es más difícil distinguir a los replicados de los auténticos humanos. Un verdadero caos.
Ojalá C. Martín Ferrera, su director, hubiera mantenido la genialidad del comienzo a lo largo del metraje en lugar de diluir buenas ideas y mezclarlas en momentos que no acaban de aportar nada a la historia.
Tiene planos espléndidos que demuestran que El año de la plaga podría haber sido realmente buena pero deja escapar la oportunidad de incluirlos en un conjunto solvente que inquiete y emocione hasta una conclusión más contundente de la que el film ofrece.
Silvia García Jerez