En defensa de Rosalía
Hablemos de Rosalía, y hablemos en defensa de Rosalía. No desde las tripas, sino acercándonos a su figura, a quién es y lo que representa.
Rosalía lanza disco, titulado Motomami, con las M de la palabra formando las mariposas que ya han mutado de la oruga que fueron. Rosalía en permanente transformación. Y solo es su tercer trabajo en el mercado, bajo el sello de Columbia Records. Y será apoteósico, y muchos la adorarán y otros tantos dirán que de qué va, que es una choni, una poligonera con éxito, a la que no se le entiende nada -introducir palabras en japonés en las letras no ayuda- y que más le valdría aprender a cantar. De todo habrá cuando se es tan mediática. Si no lo fuera, nadie hablaría de ella.
Y Rosalía, cantante catalana que ha conquistado el mundo, es todo un ejemplo de marketing. Sí, sabe vender muy bien lo que hace, convertirse en viral con cada vídeo que graba o tuit que escribe, dando incluso un concierto en su Tik Tok antes de que el disco se lanzara. Su indumentaria, sus uñas, los colores saturados con los que viste tanto en sus vídeos como en cada una de sus apariciones. Todo lo que la rodea da que hablar. Y eso está muy bien.
Pero más allá de su imagen, que cuida al milímetro, nada es causal en ella, hay una artista con un talento enorme. Con una voz impresionante y con un dominio de la escena, del universo que ha creado, que es digno de que nos paremos y profundicemos un poco en el fenómeno que la ha encumbrado. En lugar de la visceralidad que supondría la descalificación inmediata, es bueno tomarse con calma quién es Rosalía y lo que ha estado haciendo hasta ahora.
No pretendo analizar su disco tema a tema, no es esta la intención del presente artículo. Aquí proponemos dejarnos llevar por su mundo y tratar de apreciar lo que ella hace. Empezando por escuchar el disco, labor básica para construirnos una impresión completa de la obra que ahora publica. Más allá del Chicken Teriyaki que ha servido de sencilla, y la coreografía del gatito asiático que la acompaña, Motomami tiene unos temas tan fascinantes que ha callado a más de uno cuando ha escuchado el trabajo de la catalana al completo.
Voy a citar ‘La fama’, ‘Bulerías’ y ‘G3 N15’. Solo dejándonos llevar por ellos, por sus letras, por la producción que tienen, descubriendo sus sonidos, admirando la libertad con la que cambia de estilo dentro del mismo tema, hay que concluir que todo es asombroso en ellos.
Aquí se aproxima más que nunca a la cultura asiática, al anime que tanto le gusta, pero sin abandonar la calle de la que viene, los chándals que la caracterizan desde que el ‘Malamente’ hiciera de ella una diosa de la música. Las motos, la estética que une a la cultura japonesa, poseen el momento actual de la cantante. Y el flamenco. Y los boleros. Menuda mezcla preciosa ha logrado en este trabajo.
Rosalía es música y es imagen. Madonna o Lady Gaga también lo son, pero Rosalía ha llegado a ser una estrella sin escandalizar. Ser popular no es lo mismo. Aunque para ella la religión también sea primordial en sus vídeos, pero no como en ‘Like a prayer’, que era pura provocación, sino como metáfora para hablar de la liberación de la mujer.
Y donde Lady Gaga ha sido objeto de todas las miradas por su vestuario, que incluyó un traje confeccionado con carne de ternera con el que asistió a los MTV Video Music Awards de 2010, Rosalía continúa con su indumentaria inspirada en el barrio del que viene, la escena urbana de la que adopta los chandals o las prótesis de los dientes, que asume de América, y les añade sus míticas uñas, que son, además de algo estético, un arma, de las que Rosalía está muy orgullosa, como bien refleja en el tema ‘Aute Couture’ de su disco anterior, El mal querer. El suyo es estilo Bouguetto. La calle y la alta costura, ‘En el Palace y en el chino’, canta ella, que ha estado vestida por Alexander Wang, María Escoté o Versace.
Insistir en que nada es casual en lo que hace Rosalía. Nada. Y además canta como los ángeles. Que quede esto claro también, porque si no se escucha su música y nos quedamos únicamente en su imagen, ésta no refleja del todo la artista tan completa que es.
Y creo que se merece una defensa, una oportunidad. No solo ha de arroparla su fama como cantante a la que vemos en programas de televisión, también hay que acercarse a su voz, a la capacidad que posee para asombrar como lo hizo en la gala de los premios Goya del cine español de 2019, cantando su versión de ‘Me quedo contigo’, de Los Chunguitos. Esa es la Rosalía más tradicional, de la que poder enamorarse si uno gusta de la música más clásica, menos vanguardista. Pero hay que reconocer que sabe moverse en el agua que requiera. Que es un pez mutante que no deja de sorprender, tanto a sus incondicionales como a los que reniegan de una chica que sabe lo que hace aunque no siempre sea todo lo comprendida que su compleja obra requiere.
Silvia García Jerez
Letras cuidadas