Carmelo Gómez habla de La playa de los ahogados: Gerardo Herrero me dijo que si no la protagonizaba yo, la película no se podía hacer
Hablar de Carmelo Gómez es hacerlo de un grande del cine. Un actor que lleva dándole al público todas las alegrías que le pide porque es uno de esos intérpretes que seleccionan muy bien cada proyecto en el que decide participar y se meten de lleno en el personaje que les toca interpretar. Días contados, La noche de los girasoles, El método, El perro del hortelano, Silencio en la nieve, Tiempo sin aire… Y ahora, La playa de los ahogados.
De ella hablamos con Carmelo, y si hablar de él es maravilloso, más aún lo es hablar con él. Hombre amabilísimo, encantador, culto y con una pasión desmedida por su trabajo, es una lástima que haya decidido dejar el cine, aparcarlo y centrarse únicamente en las tablas teatrales, donde a partir del día 16 de octubre, y hasta el 20 de diciembre, lo veremos en El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca, a la que se está entregando como solo él sabe hacerlo.
Carmelo Gómez: «Para mí es muy importante hacer teatro clásico, pero también he visto que lo es para el público, porque está todo el mundo pendiente de qué voy a hacer. Pero que yo ya soy otro, ya no soy el que hizo El perro del hortelano. Soy otro en todos los sentidos. Ya el día después de hacer aquella película era otro. Yo tengo una forma de abordar ahora el verso muy distinta. He estado trabajando sin parar y he descubierto los clásicos. Les tenía un poco de paquete, porque me parecía que siempre tienen ese tono inmovilista, conservador, que no cuestionan nada. Eso es más bien Lope. Pero cuando te encuentras con Cervantes y Calderón, te das cuenta de que detrás de la censura superada, hay una durísima mirada crítica del tiempo que están viviendo, porque era un tiempo terrible. Y cuando leí El alcalde de Zalamea, llamé a la directora para decirle que lo quería hacer, que si no tenía el reparto cerrado y lo tenía pero el actor estaba dubitativo. Total, que se fue y tuve la suerte de poder hacerlo y hemos encontrado una mirada que yo creo que hasta ahora al alcalde no se le ha hecho.»
Pero antes de que podamos verlo en el teatro, tenemos la oportunidad de disfrutar de Carmelo en el cine, en la adaptación de la novela de Domingo Villar La playa de los ahogados, una película preciosa de dos inspectores que investigan un caso que aparentemente es de suicidio pero que pronto descubren que el cadáver esconde señales de haber sido asesinado.
C. G.: «El asesinato es el pretexto, porque es un thriller, una película de género que en este caso ocurre en Galicia, pero yo creo que ese es el pretexto porque el objetivo que tiene, tanto la novela como yo, actor que creo un personaje, es contar la vinculación de un hombre con su entorno. Hay una frase de Domingo Villar, el autor de la novela, que decía: «Un intenso sabor a mar», hablando del marisco, y yo creo que esta película lo que tiene es un intenso sabor a Galicia, y está escrita por un gallego que ama Galicia, y yo creo que para mí, la película, por encima de que sea un thriller y saber quién es el malo o no, o los malos y los culpables de esto, lo importante es cómo todo eso pasa en un entorno en el que el día a día es apasionante porque está lleno de fábulas.»
Su personaje, Leo Caldas, es un tipo completamente normal, un trabajador que solo ha de resolver un crimen. No hay nada destacable en su forma de ser, nada que pueda llamar la atención por su físico, su forma de hablar o de caminar. Es alguien de la calle, alguien en quien no te fijarías, y raro es que lo haga el cine.
C. G.: «Lo primero que te van a decir es que de puro normal que es el personaje no es apasionante, y lo que más me gusta del tipo, otra cosa es que te den la oportunidad o no, o que lo hayas podido hacer, lo más bonito del tipo es ese gusto que tiene por las cosas pequeñas. Por la gente, por sus gestos, y por sus actitudes, su comportamiento. Esa curiosidad porque le cuenten el pasado de todo, el pasado del barco, el pasado del mar, de una familia mirando al mar esperando que llegue el barco después de una tormenta. Yo creo que todo eso hace grande a un personaje, pero es un personaje que se puede parecer a cualquier persona. Desgraciadamente tenemos una mirada muy contaminada y ahora mismo todo el mundo es aguerrido, heroico, rompe-algo, es atrabiliario, cojo… siempre tiene alguna caraterística que le hace exhibirse al actor, cuando yo creo que el actor bueno es el que no aparece sino que se transparece. Es decir, a través de él vemos una realidad, no nos quedamos en verle a él y lo bien que lo hace. Pero nuestra mirada está contaminada y esto ha sido, obviamente, todo el cine anglosajón y sobre todo las series, que siempre presentan a tipos guapísimos, en camiseta con tirantes que son capaces de poner de pie una moto y cruzarse así todo el Tiberíades. Al contrario, Leo Caldas es un hombre que no habla mucho y que todo lo mira. Se ve a través de sus ojos y creo que ese es el reto. Yo revindicaría algo que él ejerce y que a mí me gusta mucho que es la pausa. Él piensa que como no nos paremos, esta prisa nos va a matar. »
Y es que Carmelo es un actor como los clásicos que tanto ama. Un profesional que, de rodar en inglés y de haber nacido antes, habría podido triunfar al lado de Gary Cooper o Cary Grant, que ya fueron, como él, intérpretes encantados de lucirse ante la cámara en papeles de hombres corrientes, creíbles, reconocibles. Si echamos la vista atrás, a esa filmografía de la que hacía antes un pequeño resumen, comprobamos que ese ha sido también el hilo conductor de las decisiones del actor.
C. G.: Yo estoy muy contento con mi carrera. Siento que nunca me he inventado nada para lucirme sino que siempre he estado al servicio de lo que pasa. Y si lo que pasa es poco, hay que dar poco. Cuando he acertado, muy bien. Cuando he sido un terrosita activo, dinámico, que corre, que va, que dispara, que se enamora, que folla, que mira y que tal, lo he hecho y eso me ha beneficiado. Cuando he tenido que hacer un mirador, alguien que mira objetos, un voyeur, también lo he hecho, aún a sabiendas de que no era lo más atractivo. Veo muchos compañeros que tienen que hacer una escena donde solo tienen que pasar por tal sitio, y se ensaya, y cuando ya vienen a rodar ya se han inventado que rompen algo a patadas… porque hay que hacer algo que sea lúdico y yo creo que no es necesario. Hay una película que me fascina, que me vuelve loco. La vi hace ya unos meses pero la vemos cada poco en casa, El caballo de Turín. No pasa nada. En toda la película no pasa nada, y no puede ser más conmovedora. Si fuese más conmovedora partiría a alguien en dos cachos. Es de Béla Tarr, que también dejó el cine el año pasado.»
Uno de sus compañeros en La playa de los ahogados es el gallego Luis Zahera, un actor casi siempre secundario que merece, cada vez que lo vemos en la pantalla, todas las alabanzas del mundo. Aquí tiene poco tiempo, pero Zahera sabe sacarle el máximo provecho para que su intervención sea inolvidable.
C. G.: «Luis Zahera es un actorazo que creo que se parece mucho a mi personaje. De hecho, yo en algún momento me puse duro para que fuese él quien lo interpretara. Tiene una actitud muy despegada y parece que todo le da igual, pero en realidad es un gallego de arriba abajo. Es muy buen actor, un tipo que va por libre, pero cuando lo tienes delante tienes a un hombre que piensa mientras habla. Es muy bueno. Siempre está concentrado y a lo suyo, y lo bonito es que te sientas a su lado, allí en el puerto, y simplemente con escucharle ya estás haciendo el personaje, no tienes que hacer nada más.»
Carmelo ha trabajado en varias ocasiones con Gerardo Herrero. Algunas de esas películas las hemos visto, caso de Territorio comanche o la ya citada Silencio en la nieve, pero Crimen con vista al mar se ha estrenado en Colombia y poco más.
C. G.: «Gerardo Herrero tiene de especial que tiene tanta fe en mí que me llama y quiere que haga sus protagonistas. Gerardo ha creído en mí hasta el extremo de que yo pensé que esta historia solo la puede contar un gallego porque el tío ya tiene la retranca. Ha tenido el arrojo de afrontar eso porque eso es parte de la idiosincrasia gallega, de una tierra y contexto determinado. Por todo esto yo le dije que le hacía el otro detective porque pensaba que el protagonista debía ser un gallego y tuvimos con eso una pelea que duró entre quince y veinte días en los que yo me resistí y él ya me dijo que si no lo hacía yo, no la podía hacer. Me dijo que yo, a veces, tenía tonos gallegos. Yo soy de León, así que al final decidí hacerlo y fue cuando apareció el resto del reparto. Pero lo primero que me pasó nada más llegar fue que Carlos Blanco, el actor, me dijo: «a ver lo que haces porque este es un personaje muy querido por los gallegos, y es muy gallego, es un tío con mucha retranca.» No siempre la retranca está en los diálogos, pero eso lo intenté y me parece que hubiese sido muy bonito haberlo conseguido.»
Ahora es el turno de los espectadores, ellos deben decidir si ha sido así, si les convence la película y su protagonista en ella. Por su parte, Carmelo…
C. G.: «Yo siempre me veo mal. No soy nada objetivo. Yo ahora que he visto la película, quisiera hacerla otra vez. Si mi trabajo es bueno en esta película, una vez más es en lo pequeño. Y yo en lo pequeño no voy a tener nunca grandes críticas.»
En eso, afortunadamente, se equivoca. Tal vez sea cierto ese dicho de que no puedes gustar a todo el mundo, pero la fama de Carmelo Gómez como buen, qué digo buen, excelente actor, ahí está, la tiene. Se la ha ganado, y eso es porque tanto el público como los críticos hemos alabado más de una vez su trabajo. Se lo merece y se lo seguirá mereciendo.
Silvia García Jerez